«He perdido el acento, en Argentina se ríen y me llaman gallego»

César Sebastián Gorosito, argentino de Balcarce, lleva en sevilla desde 2002. Está casado con una sevillana y tiene dos hijas

11 mar 2017 / 21:05 h - Actualizado: 12 mar 2017 / 09:18 h.
"Iberoamérica en Sevilla"
  • César Sebastián Gorosito, con toda su sonriente familia sevillana. / El Correo
    César Sebastián Gorosito, con toda su sonriente familia sevillana. / El Correo

César Sebastián Gorosito, Sebas para sus muchos amigos, lleva una vida más o menos convencional con su mujer, Rocío, y sus dos hijas en el barrio de Bellavista. Pero, su acento lo delata, tiene una historia. Natural de Balcarce, provincia de Buenos Aires, dejó su país en 2001, poco antes del corralito. «Me fui a Estados Unidos, a la aventura. Estuve trabajando en Nueva York, en el café Lalo –muy conocido porque allí charlaban Tom Hanks y Meg Ryan en la película Tienes un email–. Estuve un año y medio viviendo en Manhattan». Entró con visado de turista –es decir: para tres meses, y se quedó como ilegal. En aquel entonces, «cuando empezó la crisis en Argentina, todo el mundo se venía a España. Y yo decía que no iba a venir donde iba todo el mundo», recuerda, y de nuevo queda demostrado que lo mejor, en tantos casos, es no hablar.

Pero fue allí donde Sevilla se le cruzó en el camino. «Un compañero argentino quería montar un restaurante en Sevilla. Me hablaba maravillas de Sevilla», cuenta, y se decidieron. El restaurante no llegó a funcionar y su amigo se volvió. «Yo me quedé enamorado de Sevilla. Me quedé solo, y conseguí trabajo muy rápidamente en bares de copas», el primero de ellos el Ñan ñan, en la Alameda. Pasó luego por un bar en El Salvador, y luego por un hotel. En 2007 aterrizó en el grupo Robles, donde ahora ocupa el cargo de encargado de establecimientos.

Hace siete años conoció a su mujer, con la que tiene dos niñas «y una hipoteca. Ya va a ser difícil que me vaya». Años después todavía hay mucha gente que le pregunta «cómo cambiaste Manhattan por Sevilla. Porque me encanta. Soy un enamorado de Andalucía, y la gente me parece maravillosa, me recibieron superbién. Tengo muy bonitos recuerdos de muchas personas que me han ayudado y con las que mantengo el contacto». Le vino bien, opina, el hecho de que argentinos y españoles somos muy similares. «No tenemos que hacer grandes esfuerzos para adaptarnos», asegura.

Su familia está en Argentina, y tratarán de visitarla el año próximo. El hecho de que sea un popular destino turístico lo complica. «Nunca hay ofertas, son 1.200 euros por personas y ya pagamos los cuatro», lamenta. Mientras, le habla a su hija mayor con su mejor acento. «Ella intenta hablarlo y nos reímos mucho», explica, y asegura que él mismo está perdiendo su acento. «Lo noto más que nada cuando voy a argentina. Se me nota muchísimo. Me llaman gallego y se ríen mucho», cuenta, resignado y sonriente.