Todos la llamamos comúnmente sordera, pero el término médico es hipoacusia, es decir, la pérdida de audición que dependiendo del grado de gravedad puede ser parcial o total. Los avances médicos permiten que, ayudados por los audífonos, gran parte de los casos sean curables, aunque no todos se abordan porque se trata de una intervención muy costosa en la que se da prioridad a los niños.
«Hay tres tipos de hipoacusia: por transmisión, mixta y neosensorial», explica la especialista y doctora en Otorrinolaringología del hospital Virgen del Rocío Inmaculada Isorna Retamino. «Cuando un bebé nace le practicamos una prueba de audición, el screening neonatal, en la que comprobamos el estado del nervio auditivo. Si las transmisiones son negativas hacemos otro tipo de potenciales evocados», es decir, se realiza otro tipo de prueba para comprobar el funcionamiento del nervio y la recepción de los estímulos auditivos.
Estas pruebas detectan los casos de hipoacusia congénita, si se produce por algún problema en la formación del sistema auditivo; o las hereditarias, ya que se transmite de una generación a otra si el «gen es dominante». En el caso «de que sea recesivo, necesitará de otro gen recesivo de la pareja para que un descendiente padezca también hipoacusia». No obstante, aunque esta prueba se practica a los bebés nada más nacer, también es posible que una persona desarrolle con posterioridad la hipoacusia, bien por un problema en el desarrollo del sistema, o bien que sea hereditaria pero que se desarrolle con el crecimiento, señala la doctora. Hoy en día «los estudios genéticos permiten conocer a una persona sorda qué tipo de gen tiene y si su hijo heredaría la hipoacusia».
«Cuando hablamos de problemas en el nervio auditivo, hablamos de hipoacusia neosensorial», señala Isorna. En el caso de los bebés, una vez que son detectados los problemas entran dentro de un programa en el que se sigue estudiando su caso. Estas situaciones de pérdida de audición por problemas en el nervio pueden ser tratadas «mediante cirugía, con la colocación de un implante coclear», una intervención que en Sevilla se lleva a cabo en el hospital Macarena.
Se trata de una intervención sanitaria «bastante grande» que tiene un coste económico muy alto. En Andalucía existe un número «limitado» de colocación de estos implantes cada año, por eso «tienen prioridad los niños ante los adultos y las personas mayores».
Cuando el problema no está en el nervio, sino «que hay algo que no funciona entre el conducto externo y el oído medio que impide que el sonido llegue hasta el nervio auditivo», entonces estaríamos ante una hipoacusia de transmisión. «En estos casos estaríamos ante una afección de los huesos que componen el oído medio, que es conocida como ostoesclerosis». Un problema que también se puede tratar con cirugía y con la ayuda de las prótesis. Para buscar la solución al paciente se le coloca un implante denominado baha que permite que el sonido llegue hasta el nervio. Este tipo de hipoacusia puede ser también provocada por cualquier enfermedad en el oído medio, pero gracias a la cirugía y a la colocación de prótesis se puede solucionar. «Se mejora la audición y pueden llegar a oír», señala la doctora.
Las hipoacusias mixtas es cuando existe tanto un daño en la transmisión como en el nervio auditivo. Aun así también se puede tratar «con implante en el oído externo y medio y en el nervio».
Sin embargo, hay casos en los que «no es posible tratar» esta afección. Son pocos, pero hay personas que el problema no está en la parte de la coclea, la zona conocida como caracol, sino más allá del oído interno. «Son casos más raros y pocos frecuentes, y en los que no podemos hacer mucho», indica la otorrinolaringóloga. No obstante, también es posible realizar implantes en estos casos, aunque son intervenciones «con mucho riesgo, en el que incluso se pone en peligro la vida, ya que tenemos que ir al tronco del cerebro. Afortunadamente son casos muy infrecuentes».
Estas intervenciones se llevan a cabo en aquellos casos en los que la hipoacusia es grave, ya que de ser leve es suficiente con el uso de audífonos. La doctora asegura que en los últimos años estos han evolucionado hasta tal punto que pueden ser controlados con el smartphone, lo que permite regular el aparato en función del ambiente en el que se encuentre la persona, es decir, del nivel de ruido. Incluso, como la hipoacusia en personas mayores se debe a que se pierde la percepción de los tonos graves, estos aparatos son capaces de «transformar los sonidos graves en agudos para que el oído los pueda percibir».
Todos la llamamos comúnmente sordera, pero el término médico es hipoacusia, es decir, la pérdida de audición que dependiendo del grado de gravedad puede ser parcial o total. Los avances médicos permiten que, ayudados por los audífonos, gran parte de los casos sean curables, aunque no todos se abordan porque se trata de una intervención muy costosa en la que se da prioridad a los niños.
«Hay tres tipos de hipoacusia: por transmisión, mixta y neosensorial», explica la especialista y doctora en Otorrinolaringología del hospital Virgen del Rocío Inmaculada Isorna Retamino. «Cuando un bebé nace le practicamos una prueba de audición, el screening neonatal, en la que comprobamos el estado del nervio auditivo. Si las transmisiones son negativas hacemos otro tipo de potenciales evocados», es decir, se realiza otro tipo de prueba para comprobar el funcionamiento del nervio y la recepción de los estímulos auditivos.
Estas pruebas detectan los casos de hipoacusia congénita, si se produce por algún problema en la formación del sistema auditivo; o las hereditarias, ya que se transmite de una generación a otra si el «gen es dominante». En el caso «de que sea recesivo, necesitará de otro gen recesivo de la pareja para que un descendiente padezca también hipoacusia». No obstante, aunque esta prueba se practica a los bebés nada más nacer, también es posible que una persona desarrolle con posterioridad la hipoacusia, bien por un problema en el desarrollo del sistema, o bien que sea hereditaria pero que se desarrolle con el crecimiento, señala la doctora. Hoy en día «los estudios genéticos permiten conocer a una persona sorda qué tipo de gen tiene y si su hijo heredaría la hipoacusia».
«Cuando hablamos de problemas en el nervio auditivo, hablamos de hipoacusia neosensorial», señala Isorna. En el caso de los bebés, una vez que son detectados los problemas entran dentro de un programa en el que se sigue estudiando su caso. Estas situaciones de pérdida de audición por problemas en el nervio pueden ser tratadas «mediante cirugía, con la colocación de un implante coclear», una intervención que en Sevilla se lleva a cabo en el hospital Macarena.
Se trata de una intervención sanitaria «bastante grande» que tiene un coste económico muy alto. En Andalucía existe un número «limitado» de colocación de estos implantes cada año, por eso «tienen prioridad los niños ante los adultos y las personas mayores».
Cuando el problema no está en el nervio, sino «que hay algo que no funciona entre el conducto externo y el oído medio que impide que el sonido llegue hasta el nervio auditivo», entonces estaríamos ante una hipoacusia de transmisión. «En estos casos estaríamos ante una afección de los huesos que componen el oído medio, que es conocida como ostoesclerosis». Un problema que también se puede tratar con cirugía y con la ayuda de las prótesis. Para buscar la solución al paciente se le coloca un implante denominado baha que permite que el sonido llegue hasta el nervio. Este tipo de hipoacusia puede ser también provocada por cualquier enfermedad en el oído medio, pero gracias a la cirugía y a la colocación de prótesis se puede solucionar. «Se mejora la audición y pueden llegar a oír», señala la doctora.
Las hipoacusias mixtas es cuando existe tanto un daño en la transmisión como en el nervio auditivo. Aun así también se puede tratar «con implante en el oído externo y medio y en el nervio».
Sin embargo, hay casos en los que «no es posible tratar» esta afección. Son pocos, pero hay personas que el problema no está en la parte de la coclea, la zona conocida como caracol, sino más allá del oído interno. «Son casos más raros y pocos frecuentes, y en los que no podemos hacer mucho», indica la otorrinolaringóloga. No obstante, también es posible realizar implantes en estos casos, aunque son intervenciones «con mucho riesgo, en el que incluso se pone en peligro la vida, ya que tenemos que ir al tronco del cerebro. Afortunadamente son casos muy infrecuentes».
Estas intervenciones se llevan a cabo en aquellos casos en los que la hipoacusia es grave, ya que de ser leve es suficiente con el uso de audífonos. La doctora asegura que en los últimos años estos han evolucionado hasta tal punto que pueden ser controlados con el smartphone, lo que permite regular el aparato en función del ambiente en el que se encuentre la persona, es decir, del nivel de ruido. Incluso, como la hipoacusia en personas mayores se debe a que se pierde la percepción de los tonos graves, estos aparatos son capaces de «transformar los sonidos graves en agudos para que el oído los pueda percibir».