Homenaje a los kiosqueros de prensa sevillanos

Hasta 1936 no se instalaron los primeros kioscos de mampostería que suplieron la venta callejera

06 may 2017 / 07:33 h - Actualizado: 06 may 2017 / 07:34 h.
"Hemeroteca El Correo"
  • Kiosco de prensa en la calle Sierpes en 1915. / El Correo
    Kiosco de prensa en la calle Sierpes en 1915. / El Correo
  • Otro kiosco de primeros de siglo XX en la plaza de San Francisco. / El Correo
    Otro kiosco de primeros de siglo XX en la plaza de San Francisco. / El Correo
  • Desde la terrazfSevilla en 1965 / El Correo
    Desde la terrazfSevilla en 1965 / El Correo
  • Homenaje a los kiosqueros de prensa sevillanos
  • Homenaje a los kiosqueros de prensa sevillanos
  • En 1936, Queipo de Llano promovió los primeros kioscos de mampostería.
    En 1936, Queipo de Llano promovió los primeros kioscos de mampostería.

{Discurso de Nicolás Salas en el acto de homenaje a los kiosqueros de prensa sevillanos en 2003: «Comencemos por el final, es decir, afirmando que disponemos desde ahora de un multilibro, de una obra sin precedentes no sólo en Sevilla sino en España, que enriquece la bibliografía sevillana y que crea una base documental hasta ahora inexistente sobre el kiosco de prensa y sus circunstancias.

Estamos seguros de que este multilibro será una referencia obligada para el resto de las ciudades españolas. Y lo será por cinco aportaciones básicas, que resumimos:

La primera de todas, porque crea un mobiliario urbano integrado en la fisonomía urbana de la ciudad, diseñado con riguroso respeto al hábitat sevillano, de caracteres meridionales, y su muy particular etnografía histórica y costumbrista, acorde con la idiosincrasia de nuestra tierra.

Y dentro de este primer apartado, porque también aporta un sistema administrativo y de gestión absolutamente novedoso que beneficia a todas las partes y sin generar costes para el Ayuntamiento y los kiosqueros, al mismo tiempo que conveniente para la empresa constructora de los kioscos.

La segunda, porque permite a los kiosqueros beneficiarse de una infraestructuras que, además de reunir todos los requisitos funcionales necesarios para constituir un punto de venta y de relaciones sociales cívicas, construido según la técnica más avanzada, no representa ninguna aportación económica por su parte, hablando en plata, al kiosquero le resulta gratis el nuevo establecimiento, incluso el mantenimiento de su estructura. Tercero, porque tampoco el Ayuntamiento, el erario público municipal, aporta financiación directa, y sí dispone de una fuente segura de ingresos por ocupación de la vía pública. Sí es responsabilidad municipal indeclinable, a través de la Gerencia de Urbanismo, el control del sistema en todos sus aspectos administrativos, el arbitraje, si fuese necesario, en nombre de la ciudad cuyos intereses representa.

Y hay que añadir, que tanto los kiosqueros como la empresa constructora, admiten y desean este arbitraje por tener toda su confianza puesta en la Gerencia de Urbanismo, que con su comportamiento eficaz y humano, ha acreditado su vocación de servicio a la sociedad en general y a los vendedores de prensa en particular. Y quinta y última, porque los sevillanos tienen a su disposición unos puntos de ventas y relaciones vecinales que rinden beneficios a la comunidad ciudadana.

Todos estos beneficios colectivos han sido posibles, y esta es, subrayamos, la gran aportación a la ciudad, por la vertebración de intereses lograda por la Gerencia de Urbanismo, hasta llegar a un consenso provechoso para todas las partes vinculadas con el proyecto de dotar a la ciudad de un servicio de venta pública de prensa acorde con los intereses generales de una ciudad en expansión.

Han sido los responsables de la Gerencia de Urbanismo, como gestores eficaces e imaginativos, los que a fuerza de diálogos y conocimientos de las múltiples variantes de la casuística del sector, ejerciéndolo persona a persona, kiosco a kiosco, porque cada kiosquero es un mundo, los que han sido capaces de hacer coincidir los diversos y a veces contradictorios intereses que coinciden en el sector. Un sector que, por primera vez, se considera atendido, se considera comprendido por el Ayuntamiento, en una tarea con muchos matices atípicos e invisibles al servicio de la sociedad, y que es por vocación piedra angular de la convivencia vecinal y referencia primaria del barrio.

Ahora nos referimos al libro. Tiene 250 páginas, centenares de fotografías y grabados, y un contenido denso y multidisciplinar. No lo vamos a contar todo, como es natural, pero sí deseamos subrayar que este libro es un acierto por permitir que en el futuro pueda conocerse y de forma sencilla, cómo nació el proyecto de dotar a Sevilla de nuevos kioscos, cómo se afrontaron y solucionaron los problemas desde la Gerencia de Urbanismo, y cómo se llegó al final con éxito. De esta manera, quienes vengan detrás podrán conocer cómo la voluntad de servicio al ciudadano, cuando es vocacional, como en este caso, puede lograr lo que desde hace muchos años, muchísimos años, era una quimera, una utopía inasequible.

En la amplia y bien estructurada introducción que firma el arquitecto José María Morales Hevia, se expone con conocimiento de causa lo que significa para Sevilla y para la Agrupación de Vendedores de Prensa este nuevo sistema de kioscos.

Debemos subrayar que el señor Morales Hevia, como bien reconocen los representantes de los kiosqueros, ha sido el factótum, la persona capaz de entender la especial idiosincrasia de este sector sometido en el curso de los años a muy duras pruebas por errónea valoración de sus servicios públicos. Y podemos afirmar, que este libro que hoy presentamos ha llegado a buen fin por su especial dedicación, por su apuesta para que exista un documento que reconozca la evolución histórica y administrativa lograda con el proyecto de dotar a la ciudad de un mobiliario urbano propio del siglo XXI, y que al mismo tiempo pueda ser camino seguro para las mejoras que, sin duda, podrían producirse en el futuro.

Nosotros subrayamos que en este aspecto esencial, la Gerencia de Urbanismo y cuántos en su nombre han trabajado en favor de la mejora del mobiliario urbano, han tenido la sensibilidad necesaria para actuar con delicadeza, conocimientos, y sentido de la oportunidad y siempre, siempre, de la mano de los directivos de la Asociación de Vendedores de Prensa, hasta crear una atmósfera de respeto mutuo, de confianza fundada, en la certeza de que Gerencia y Asociación luchaban por lograr el mismo objetivo.

Pero también hay un tercer sujeto a tener en cuenta, que además es pieza básica. Me refiero a la empresa constructora de los kioscos y gestora de la publicidad exterior de los mismos. Se llama esta empresa Clear Channel, y podemos afirmar que ha sabido integrarse en Sevilla con razones axiomáticas, capaces de convencer tanto al Ayuntamiento, como máximo valedor de los intereses sevillanos, y a los vendedores de prensa, como usuarios de los nuevos kioscos. Y aún más trascendente, se ha ganado a la sociedad que ha valorado como positivo el nuevo mobiliario urbano.

Nos ha beneficiado esta empresa con la utilización digna de la publicidad, ejercida como servicio público, como instrumento de comunicación útil y necesaria. Clear Channel ha dado respuesta adecuada al aserto clásico de Eugenio D’Ors, que define el buen anuncio público como un grito pegado a la pared. Esto es lo que significan los anuncios que soportan los kioscos sevillanos, y otros soportes públicos creados por esta empresa, como paradas de autobuses, cabinas telefónicas y otros similares.

Lleva el libro un breve pero significativo prólogo, firmado por Antonio Díaz Moreno, que expresa la sensibilidad de los editores hacia una persona que jugó un papel decisivo en los albores del proyecto. Hace el señor Díaz Moreno una acertada síntesis de los valores intrínsecos del kiosco, de su razón de ser, de su vitalidad en todos los tiempos, de su carácter de célula primaria de la cultura popular. Nosotros colaboramos recuperando la memoria histórica de los kioscos y kiosqueros de la primera mitad del siglo XX, y del paso del tenderete al kiosco de mampostería, mediados los años treinta.

Miguel Sánchez Solís aporta el historial de la agrupación y hoy Asociación de Vendedores de Prensa, que es un largo camino de espinas y esperanzas, hasta desembocar en la espléndida situación actual. Es verdad que hay que reconocer, que nunca los vendedores de prensa tuvieron una valoración social como ahora, superando antiguas injusticias administrativas. No falta en esta historia recuperada los testimonios de conocidos kiosqueros, que figuran en el censo local con biografías de personajes entrañables, que son paradigmas tanto profesionales como humanas, y que reflejan el sólido compañerismo alcanzado. Pero aún hay más en este multilibro, como los trabajos firmados por Pedro Ramírez Cárdenas, Carlos Recuerda Rus, Óscar Tusquet Blanca y Pedro Lavandeira y Plaza, que forman un cuerpo de doctrina, una base coordinada y hasta ahora inédita del proceso que ha hecho realidad el nuevo mobiliario urbano de Sevilla.

Aborda Pedro Ramírez la búsqueda y hallazgo de soluciones administrativas y técnicas del concurso público, un tema capital del proyecto que abre nuevos caminos al sector. Le sigue Carlos Recuerda con esclarecedoras explicaciones del complejo y polémico proceso de sustitución de kioscos antiguos.

Prosiguen Oscar Tusquet y Pedro Lavandeira con el diseño de los kioscos, desde la idea inicial a la fabricación de los prototipos.

Y cierra este cuerpo doctrinal un trabajo colectivo sobre el kiosco como elemento publicitario de mobiliario urbano, que firman Domingo Diago Pérez, José Morales Sánchez, Arturo Ramírez Toral y José Ignacio Almarcha Barrios.

Abre este espléndido libro multilibro el teniente de alcalde delegado de Urbanismo, Rafael Carmona Ruiz, y no se queda en el mero protocolo de presentar la obra, sino que subraya aspectos básicos del sistema de kioscos públicos integrados en los servicios ciudadanos comunes, y sobre todo, reconoce los valores del kiosco y el kiosquero como entes capaces de desarrollarse y adaptarse a las exigencias sociales de la ciudad. Hay, pues, en este libro un balance esclarecedor y potenciador de lo que representa el kiosco de Prensa.

Este aspecto lo desarrolla muy bien Antonio de la Rosa Domínguez, presidente de la Asociación de Vendedores de Prensa, que en su comentario preliminar, además de cumplir los requisitos obligados de la gratitud, como Dios manda, aporta reflexiones muy justas y oportunas sobre sus representados, que se sienten satisfechos de los logros alcanzados y se disponen a afrontar otras metas, porque hay que aspirar a mejorar siempre, y soñar no cuesta dinero. En efecto, el kiosco, como muy bien también dicen los directores de los diarios El Correo de Andalucía, ABC y Diario de Sevilla, en sus respectivas colaboraciones, no sólo es un punto de venta en plena calle o plaza, sino que es, además, la referencia del barrio, el punto de encuentro ciudadano, donde se venden diarios y revistas, fascículos y tabaco, bonos de Tussam y lo que haga falta, junto a servicios atípicos e invisibles, que van desde guardar las llaves de los vecinos hasta escuchar sus problemas familiares, o sea, que el kiosquero es la persona amiga que evita la despersonalización del barrio, la raíz ciudadana, la referencia humana que vincula a varias generaciones de vecinos que conocen al kiosquero por su nombre y con el que se relacionan amistosamente para siempre.

Esta simbiosis tiene especiales connotaciones con los medios de comunicación. De hecho, el kiosquero se alza como una especie de defensor del lector, en cuanto le garantiza el acceso al periódico preferido en zonas urbanas periféricas o de difícil acceso. Es más, nos consta, que hay distribuidores que se han resistido a llevar un escaso número de diarios a kioscos alejados, por razones puramente económicas, y que la Asociación de Vendedores de Prensa ha rechazado tal pretensión, incluso alertando de que mientras haya un solo lector, uno solo, que demande un determinado diario, el kiosquero se lo servirá en cualquier punto geográfico. Y en caso contrario, serían todos los kiosqueros de Sevilla lo que se negarían a aceptar el papel en defensa de las Empresas de periódicos y de sus lectores.

A nuestro juicio, estamos en un tiempo clave del vendedor de Prensa. El libro ofrece un catálogo de kioscos recientes y antiguos, un catálogo actual y una muestra antológica que permite conocer la evolución de estas instalaciones efímeras en la vía pública. Pero del conjunto de trabajos literarios, técnicos y documentales, trascienden los pasos de gigantes que ha dado el sector en nuestra ciudad. Hemos pasado del voceador callejero, del mero tenderete pegado a la pared, con el cielo por techo, al kiosco estable y a una organización empresarial donde la informática es elemento cotidiano. Hemos pasado de la indefensión social a la cobertura razonable. Hemos pasado de la aventura de cada día, a la planificación. Hemos pasado de ser seudo comerciantes marginales, a veces sin oficio ni beneficio, a empresarios autónomos dignos. Y podemos decir que, con esta etapa que protagonizan los nuevos kioscos, los kiosqueros son ya plenamente reconocidos como células primarias de las relaciones cívicas. Y desde luego, terminales de las empresas de comunicación. El kiosquero es el último eslabón del mundo de la Información, el que puede hacer realidad el éxito o el fracaso de ese producto fundamental pero de vida efímera que es el periódico y la revista. Y mientras más sofisticada es la tecnología industrial periodística, más depende toda la estructura informativa de ese último eslabón que es el vendedor, de la persona que llueva o ventee, está desde el amanecer ofreciendo al lector el producto de una noche de trabajo febril.

A modo de epílogo, el libro incluye una breve referencia literaria, un sencillo y humano cuento urbano centrado en un kiosco de Prensa, firmado por un vecino de Los Remedios, el abogado José Manuel Sánchez del Águila Ballabriga.

Desde que se colocó en la calle Torneo, en lugar adecuado, la estatua que rinde homenaje al vendedor de prensa, la ciudad expresa su admiración y gratitud a quienes ejercen el noble oficio de kiosquero que garantiza la difusión de la Prensa».