Indigencia en la plaza del Museo

Los vecinos piden al Ayuntamiento que actúe y tome medidas en este entorno turístico

27 ago 2017 / 20:00 h - Actualizado: 28 ago 2017 / 09:53 h.
"Ayuntamiento de Sevilla","Casco Antiguo - Centro","Policía Local","Policía Nacional","Juan Espadas"
  • Andrés toca la armónica ante la atenta mirada de su compañera de plaza, Dolores. Los dos conviven junto a otras personas sin recursos. / Á. García
    Andrés toca la armónica ante la atenta mirada de su compañera de plaza, Dolores. Los dos conviven junto a otras personas sin recursos. / Á. García

Se hace llamar Andrés porque su nombre es difícil de pronunciar en español, es polaco y vive, literalmente, en la plaza del Museo. Rodeado de arte y de vecinos que no conciben que ocupe una zona regentada todos los días por turistas y vecinos. Denuncian algunos residentes que hay peleas, suciedad, amenazas y alcohol, mucho alcohol. Todo esto sin importarles la presencia de las miles de personas que diariamente visitan una de las plazas más conocidas de la capital hispalense, que se encuentra emplazada junto al Museo de Bellas Artes.

Llegó hace diez años a Sevilla con el sueño de conseguir un trabajo con el que dar una mejor vida a su familia, pero al igual que muchos, este sueño se vio truncado por la crisis y por la mala suerte. Ahora vive solo, en la calle, con pocos recursos –una pequeña ayuda social económica y recibiendo comida de Cáritas y la Cruz Roja– y alimentando sus penas, que no son pocas, cuenta Andrés. Se podría decir, por qué no, que su armónica es su compañera, con la que imagina una vida mejor cada vez que la toca. Una vida diferente fuera de la calle y de la soledad. Es quizás la historia de muchos otros, pero a la que él quiere poner voz y rostro Andrés el polaco, como le conocen.

Apaga su radio y comienza a hablar, ante la atenta mirada de Dolores, su amiga, que prefirió no hablar. «Estuve dos años trabajando en la feria pero un cabrón me engañó y me robó todo. Tuve que dejar de pagar mi casa de Polonia y la perdí», explica Andrés. Quiere contar su versión, o simplemente hablar unos minutos con alguien para no sentirse nuevamente solo.

Estar en la calle no es fácil sin la ayuda de las organizaciones. Cáritas y la Cruz Roja le ayudan, al igual que a sus compañeros de plaza. Les dan comida y recursos para no morir en la calle. «Me han ayudado a sacar el pasaporte y mi DNI, lo tengo todo, menos a mi familia, que no quieren saber nada de mí».

Durante un tiempo estuvo en un centro social para personas sin hogar, pero «el albergue no me gusta. Nos meten en habitaciones donde dormimos cuatro personas y no se duerme bien. Mejor en la calle. Eso parece una cárcel». Explica que además en la plaza del Museo tiene a sus amigos y cree que no molesta a nadie. Pero parece que eso no es así, pues manifiestan algunos vecinos de la zona que han contactado con este periódico –y que prefieren mantenerse en el anonimato– que estas personas sin hogar dejan restos de basura, ocupan la plaza, beben alcohol y en algunas ocasiones son agresivas.

Por esta razón solicitan al alcalde socialista Juan Espadas que tome medidas para reubicar a estas personas en una zona en la que puedan convivir mejor, pues entienden que ni la plaza del Museo ni la calle son zonas para estar tirados. Recalcan los residentes, que no salen a la calle por miedo, que estas personas, el algunas ocasiones, son agresivas y que los turistas que visitan diariamente el Museo de Bellas Artes no tienen que ver esta pobreza. No es la primera vez que informan a las autoridades y al Consistorio de estos problemas y no obtuvieron respuesta. Por esta razón decidieron contactar con los medios porque entienden que las autoridades competentes no pueden dejar de lado a unas personas que lo necesitan, «es su labor», añade una residente del Casco Antiguo.

La semana pasada, según informan estos vecinos, tuvieron que acudir las autoridades para hablar con los sin techo y explicarles que no pueden hacer ciertas cosas. «Tras una charla se fueron», aclaran los testigos.

Andrés no da crédito a las preguntas que se le formulan y niega que tengan amenazados a los vecinos y les pide compresión. «Ahora intento formar una nueva familia porque la que tengo no me quiere hablar». Cada vez que recuerda Andrés a su familia se viene abajo y llora. Es un señor grande y robusto, pero es hablar de su familia y se derrumba. Es su vida y él la comprende. Sabe lo que hizo y en lo que se equivocó. «Toda mi familia está en Polonia, aquí estoy solo. No me hablan». Manifiesta que no volvería a su tierra, Polonia, porque allí no le queda nada. Sólo tiene la compañía de las buenas personas de la ciudad de Sevilla que día tras día le ayudan con comida o enseres para sobrevivir.

EL AYUNTAMIENTO DEFIENDE SU LABOR SOCIAL Y POLICIAL

Al respecto de los problemas que describen los vecinos y de los que se han defendido las personas sin hogar, el Ayuntamiento de Sevilla explica que no tiene constancia de un aumento de los problemas de convivencia o de orden público en la plaza del Museo. No obstante, afirma el Consistorio hispalense que es una de las zonas sobre las que hay un trabajo permanente en coordinación con la Policía Nacional. Un trabajo que se realiza de forma coordinada entre Policía Local, Policía Nacional y Servicios Sociales. Además, detalla el Ayuntamiento, en este mandato se han incrementado las plazas para personas sin hogar y se han reforzado todos los dispositivos sociales. Y así se seguirá haciendo, detallan desde la administración sevillana.