Más allá de las grandes cuentas, de maximizar beneficios y del parqué, existe una economía que pone a la persona en el centro de toda su labor. Un sistema en el que la capital hispalense es pionera. De hecho, «la primera cooperativa de trabajadores que nació en el mundo lo hizo en Sevilla», apunta el director de Innovación y Economía Social del Ayuntamiento de Sevilla, David Pino. Se refiere a la fábrica de vidrios La Trinidad. Ahora, la ciudad cuenta con más de 1.570 entidades sociales (que suponen el 15 por ciento del PIB local) y «con la mejor ratio de cooperativas de España, con una por cada 3.000 habitantes, y una entidad social por cada 400 sevillanos», señala Pino.
Una pequeña muestra de este sector se cita hasta este jueves en el centro polivalente Virgen de los Reyes en el I Encuentro y Feria de Economía Social de Sevilla, que organiza el Ayuntamiento, para compartir y crear sinergias que permitan seguir avanzando en un sistema a favor del ciudadano y del propio desarrollo local. Para el conjunto de la corporación municipal, la economía social es estratégica «para tener unos cimientos más sólidos en la economía y el empleo» de la ciudad, apuntó el alcalde, Juan Espadas. Tanto, que se ha convertido en una de las primeras ciudades en contar con un Plan Director de Innovación Social para el Empleo, que estará vigente hasta 2020.
Dentro de esta estrategia destacan proyectos como Sevilla Integra, que también están presentes en la feria. Este programa, financiado con recursos propios del Ayuntamiento, ayuda a aquellas personas con dificultades para la inserción laboral a entrar trabajo. En la primera edición de esta experiencia «más de 300 personas se colocaron y de esas el 60 por ciento sigue trabajando», resume la directora general de Empleo y Apoyo a la Innovación y la Economía Social del Ayuntamiento, María Paz Legares.
Pero los grandes protagonistas de este encuentro son los proyectos impulsados por los propios sevillanos. Ejemplo de ello es Limonnela, la empresa de limpieza (ecológica) fundada hace seis años por Julia Rodríguez. Conocedora de la profesión, durante la crisis, y tras su inmersión en la alimentación ecológica, Rodríguez empezó a investigar sobre alternativas verdes en la limpieza. Encontró un sinfín de productos «libres de tóxicos» y empezó a utilizarlos en la empresa; luego incorporó el servicio de limpieza textil a domicilio «ante la cantidad de alergias» que se estaban dando y, por último, ha apostado por incorporar el agua ionizada –«muy utilizada en Japón para desinfectar los centros sanitarios», según Rodríguez–. De esta forma, Limonnela contribuye a un ambiente libre de tóxicos, como el que generan productos como la lejía y el amoniaco, «y que son causantes de un buen porcentaje de muertes por contaminación», recalca.
Entre los expositores destaca el corrillo formado por algunos de los socios de Los Huertos de Hytasal. Una treintena de antiguos trabajadores de la extinta Hilaturas y Tejidos Andaluces (Hytasa) fundaba hace un lustro esta empresa dedicada a la agricultura ecológica, concretamente al cultivo de las setas, que han llegado a comercializarse en Alcampo. Tras incorporarse al mundo agrícola, estos trabajadores siguen creciendo y, además de producir setas, también elaboran abono ecológico, resultante de un proceso biológico realizado por lombrices.
La innovación social también entiende de letras. Bien lo saben en Caótica, la librería cooperativa que nacía en la primavera de 2017 a los pies de Las Setas, y que hoy cuenta con más de 70 socios consumidores. A caballo entre la librería de barrio y las grandes franquicias «por aquello del tamaño», apunta Rafa Castaño, uno de sus socios trabajadores. Aunque el proyecto llama mucho la atención «del turista», los promotores de Caótica confían en que «la mayor implicación del cliente –a través de la figura del socio consumidor– y la conversión de una librería en un espacio de actividades culturales» les haga llegar de forma más directa al entorno sevillano. Y es que formar parte de este proyecto es tan fácil como «que te guste leer» y tener 20 euros al mes en la cuenta.
A cambio de tiempo
Dar y recibir. Ese es el lema del Banco del Tiempo, uno de los proyectos que estos días participan en el encuentro. Impulsado en plena crisis por el Ayuntamiento, nació con un objetivo: el beneficio mutuo. «No se trata de un voluntariado», recuerda la responsable de este proyecto, Reyes Casares, sino de un intercambio de favores. Por ejemplo, «alguien que se le da muy bien la informática ayuda a una persona a cambio de que le arregle el bajo de un pantalón», explica Isabel Díaz, trabajadora social del Banco del Tiempo. O el simple hecho de compartir una afición y hacerse compañía. Tras casi una década, ya son más de medio millar de usuarios, que intercambian desde reparaciones domésticas o informáticas, servicios de nutrición o asesoría legal.
En paralelo a esta feria local, se está celebrando también el segundo Foro Iberoamericano de Economía Social. El objetivo de este encuentro, en el que participan 14 países, es compartir las experiencias de un sistema que genera «valor y empleo de calidad en la ciudad», señala el director de la Escuela Andaluza de Economía Social, José Ariza.