Intolerancias que se pagan

Trastornos. Un celíaco gasta en la cesta de la compra casi 2.000 euros al año más. En Alemania o Suecia reciben una ayuda de 200 euros al mes

11 ene 2017 / 21:59 h - Actualizado: 12 ene 2017 / 10:57 h.
"¿Qué comemos?"
  • Una mujer pasa por la sección de productos celíacos en un centro comercial.. / El Correo
    Una mujer pasa por la sección de productos celíacos en un centro comercial.. / El Correo

En países como Alemania o Suecia, los celíacos reciben un cheque de 200 euros cada mes para que se puedan comprar todos los alimentos específicos en la farmacia. Una medida inexistente en España, donde las personas con intolerancia al gluten ven como su carro de la compra ahora les sale más caro . El PSOE-A, en el programa electoral con el que concurrió a las elecciones autonómicas de 2008, planteó el establecimiento de «ayudas para las personas que padezcan la celiaquía, por vía fiscal y ayudas directas». Se canalizaría mediante una deducción de 200 euros para quienes declararan el IRPF o un pago directo de esta cantidad para quienes no tuvieran la obligación de hacerla. Sin embargo, nada más se supo de esta propuesta en el último Ejecutivo presidido por Manuel Chaves.

«Hacer la compra para nosotros tiene un sobrecoste enorme. Es cierto que, afortunadamente, ya encontramos mucha variedad de productos pero los precios son aún demasiado elevados. No tenemos ayudas y hemos tenido que soportar además la crisis económica», cuenta Marta, una de las muchas celíacas que hay en Sevilla.

El gobierno autonómico de Castilla-La Mancha estableció durante los años previos a la crisis una ayuda de 300 euros a estos enfermos. La sacudida de la recesión se llevó por delante la subvención. Se estima que un celíaco gasta en la cesta de la compra entre 1.700 y 2.000 euros al año.

El término de alergia a menudo se confunde con el de intolerancia. La intolerancia se puede definir como una condición en la que se producen efectos adversos tras ingerir un alimento en concreto o un ingrediente culinario. En el caso de la intolerancia, la reacción es menor que en el de una alergia clásica y la persona no es consciente de que se ha producido dicha intolerancia puesto que no se manifiestan los síntomas de una manera rápida. Los síntomas pueden aparecer más lentamente y por eso no se asocian a algo ingerido varias horas antes o a un alimento ingerido de manera habitual.

Mientras que las personas que tienen realmente alergias alimentarias necesitan generalmente eliminar el alimento causante de su dieta, las personas que sufren una intolerancia pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio, sin que se den síntomas, excepto en el caso de personas con gran sensibilidad al gluten. Las intolerancias alimentarias más habituales son las producidas por la lactosa y el gluten, esta última conocida como la enfermedad celíaca.

La primera supone una enfermedad grave, que incluso puede suponer la muerte, pues se deriva de una respuesta del sistema inmunológico del paciente a un alérgeno (componentes que aparecen en determinados productos). Por el contrario, la intolerancia no suele pasar de afecciones intestinales, molestas, pero no graves.

La alergia a alimentos es una reacción exagerada del organismo ante un producto (alérgeno) que es bien tolerado por el resto de individuos. Está producida por un mecanismo inmunológico llamado IgE. (inmunoglobulinas tipo E). Es una enfermedad que afecta a un 2,5 por ciento de la población y a un 8 por ciento de los menores de 3 años. El organismo crea anticuerpos defensivos contra virus, bacterias, etc., que constituyen una amenaza para él. En las personas alérgicas, se producen, además, anticuerpos específicos contra las sustancias que detecta como extrañas. Es una respuesta inútil, puesto que no sería necesaria la defensa frente a estas sustancias inofensivas, además de ser perjudicial porque, debido a esa defensa, se liberan histamina y otras sustancias que son las que generan la enfermedad alérgica.

La búsqueda de la salud está demandando alimentos que carezcan de componentes que pueden generar intolerancia, a pesar de que no se padezca. En las alergias, la única solución es evitar el alimento completo que genera la reacción. En cambio, en los casos de intolerancia, la industria agroalimentaria está generando productos en los que se quita el componente al que se tiene intolerancia. Como leche o lácteos sin lactosa; pasta, panadería o bollería sin gluten o mermeladas sin fructosa.

Entre el 1,4 por ciento y el 3,6 por ciento de los españoles adultos tienen alergia y entre el 5 y el 8 de los niños. Algo más indeterminada es la prevalencia de los intolerantes, que es entre 5 y 10 veces superior que la alergia. El tirón de los productos «sin» sobrepasa los problemas médicos. En una parte creciente de los consumidores está cuajando la idea de que comer sano va más allá de suprimir grasas y azúcares de las dietas. La causa de que en los hogares se haya optado por dejar de consumir productos con lactosa se debe, en la mitad de los casos, a que se tiene alergia o intolerancia a algún componente, pero en la otra mitad, a la creencia de que un alimento sin lactosa es más saludable. Por tanto, la búsqueda de la salud está demandando alimentos que carezcan de componentes que pueden generar intolerancia, a pesar de que no se padezca de ella. Y aquí sí hay un mercado por explotar, pues el 40 por ciento afirma que no está satisfecho con los productos que hay en el mercado aplicados a su dieta particular.