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Reyes Nogales, Amparo Govea e Inmaculada Otero, en un descanso de sus clases. / Guillermo Aguilar Vázquez
¿Sólo los frikis pueden investigar en matemáticas? Ese ha sido el título elegido por las tres profesoras de Bachillerato del Departamento de Matemáticas del colegio San Francisco de Paula, Reyes Nogales, Amparo Govea e Inmaculada Otero, para las presentaciones públicas de una experiencia que hace que los alumnos realicen trabajos de investigación en los que aplican las matemáticas en el mundo real. La última fue en la Conferencia Internacional del Bachillerato Internacional, que ha tenido lugar en octubre en Barcelona.
«El punto de partida es que cuando llegamos a Bachillerato nos obsesionamos con las notas de corte, con la Prueba de Acceso a la Universidad, y es normal. Pero dejamos de lado otro tipo de habilidades que no son sólo pasar el examen», explica la directora del departamento, Amparo Govea.
A partir de ahí, pensaron en la forma en la que podían enriquecer el currículum de los alumnos de Bachillerato. Tenían la solución en casa. «Tenemos el programa del Bachillerato Internacional y uno de sus requisitos es que todos tienen que hacer una investigación en matemáticas». ¿Por qué no iban a hacerlo con todos los estudiantes de Bachillerato?
Cuatro años después, Govea estima que han encontrado un método de trabajo que permite realizar una evaluación homogénea a partir de la cual diseñan trabajos de investigación por grupos de inquietudes. Algunos están más relacionados con la medicina, otros con el ámbito de las ingenierías, otros con la economía. «Dentro de un diseño previo de las profesoras del trabajo, también hay un margen de libertad amplio para cada alumnos», destaca Govea.
Los beneficios para los alumnos son muchos. Además del puro aprendizaje de las matemáticas, «aprenden a buscar fuentes de información válidas, a citar correctamente, a crear sus ejemplos, sus razonamientos, sus líneas de investigación, a desarrollar un análisis crítico...», habilidades todas estas que el examen de Selectividad no desarrolla y que tampoco harán las reválidas. Lo que no quiere decir que no sean valiosas.
De hecho, el fomento de las competencias STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) es uno de los grandes objetivos educativos de la Unión Europea para los próximos años. Se estima que sólo 13 de cada 1.000 habitantes han completado sus estudios en estos campos. España, junto con Italia, se sitúa a la cola en competencias matemáticas según el PIAAC, el conocido como PISA para adultos. Si uno de cada cuatro adultos españoles está en el nivel más bajo de comprensión lectora, el dato en competencias básicas matemáticas es todavía peor: el problema lo tiene uno de cada tres adultos.
Aunque no es el objetivo de estos trabajos, el resultado académico de los alumnos también mejora, según han comprobado en el San Francisco de Paula. Amparo Govea explica que «los alumnos capaces de investigar y enfrentarse a situaciones desconocidas están también más preparados para superar exámenes y por tanto para lograr una buena nota en Selectividad y desarrollar con éxito la carrera universitaria».
Variedad de títulos e intereses
Los alumnos tienen libertad para elegir el tema de su investigación, por lo que hay una gran variedad. Algunos títulos lo confirman: Encriptación: Los hilos que gobiernan el mundo; ¿En qué se parece un donut a una taza? Topología y homeomorfismos de objetos corrientes; Mantener el equilibrio de Nash en el póquer a través de la Teoría de Juegos; ¿Cómo se establece la relación entre el cáncer de pulmón y el tabaquismo?; ¿Qué matemáticas se esconden detrás de los viajes?, o ¡El mundo es un pañuelo!