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La caída de población como síntoma

Junto a aspectos positivos, Sevilla padece problemas estructurales que dificultan realizar un proyecto de vida, sobre todo a las personas más formadas

27 oct 2016 / 14:52 h - Actualizado: 29 oct 2016 / 08:00 h.
"Inmigración","Sevillanos por el mundo"
  • Una larga cola de pasajeros aguarda en un mostrador de facturación del aeropuerto de San Pabo de Sevilla. / Javier Díaz
    Una larga cola de pasajeros aguarda en un mostrador de facturación del aeropuerto de San Pabo de Sevilla. / Javier Díaz

El continuado descenso de población de Sevilla es un hecho. Entre 2010 y 2015 ha perdido 10.000 habitantes. Tiene 693.878 censados, una cifra tan baja que, para encontrar un valor inferior, hay que mirar a 1992. En aquel año, la ciudad tenía 683.028 inscritos en el padrón.

El hecho de bajar de los 700.000 habitantes tiene dos consecuencias. La primera, la pérdida de concejales –la corporación municipal ha pasado de 33 a 31–, cuestión que le importa poco a los ciudadanos. La otra sí les afecta. Porque no llegar a ese número supone que la cuantía de los tributos aportados por el Estado y por la administración autonómica también desciende.

¿De quién es culpa esta circunstancia? ¿No puede cambiarse esa tendencia?

No ha habido gobierno municipal sin una política de población. Cuando aún era un aspirante a la Alcaldía, Juan Espadas denunciaba la pérdida de casi 7.000 habitantes durante el mandato de Zoido y del «peso específico institucional» por esa caída por debajo de los 700.000 habitantes. Planteaba una campaña de fomento del empadronamiento «como la que desarrollan ciudades que mantienen sus cifras».

Ya en la Alcaldía, llegaron los datos del INE, negativos pero achacables aún a la etapa de Zoido. Espadas se dio un año de margen para revertir la caída de población. El Ayuntamiento dijo entonces que trabajaba en un análisis de los datos, en colaboración con el Consejo de Empadronamiento, para valorar cuáles eran las bolsas de población específica sobre las que actuar, que en principio son inmigrantes y estudiantes, y las zonas donde se concentran. Luego estaba previsto comenzar una campaña puerta a puerta, pero específica en estas zonas y estos grupos de población. No se llegó a iniciar. Además se mantenían las medidas anteriores: la tarjeta de residente y sobre todo las políticas de vivienda, porque el Ayuntamiento es consciente de que el pico de población se alcanzó cuando Emvisesa construía VPO y había que estar censado para optar a ellas.

Todas estas cuestiones tienen consecuencias en la sociedad en general, y en las personas que la integran. Y generan debate. Por ejemplo, la visión de una de las asociaciones que forman parte de la sociedad civil sevillana, Iniciativa Sevilla Abierta (ISA), es muy crítica. Su presidente, Eliseo Monsalvete, califica como «significativa» la continuada pérdida de población y aclara que, entre sus consecuencias, destaca que, «fundamentalmente, la ciudad deja de ser un foco de atracción de gente, que no la ve como un lugar donde desarrollar su proyecto y tiene que irse. Hace que sea una ciudad muy poco atractiva para llevar a cabo un proyecto de vida», reitera. Este hecho está, opina, «directamente relacionado con la situación económica de Sevilla. No es un lugar donde haya un movimiento económico importante como para que personas con formación, pero sobre todo con ganas de labrarse un futuro, encuentren un camino».

Monsalvete destaca un problema: «Hay un desfase entre el nivel de formación de los ciudadanos y el nivel de desarrollo de esos conocimientos, entre la formación y la aplicación de la formación. Es obvio. Ocurre en España, y en Sevilla todavía más. El proyecto vital está relacionado con el nivel formativo, y se ve truncado por esa dificultad».

Sobre las carencias de la ciudad que inciden en esta cuestión, el presidente de ISA destaca un transporte deficiente: «No puede ser una gran ciudad si no tiene Metro, o un sistema de transporte para poner en funcionamiento su dinamismo. Eso lo dificulta y lo ralentiza todo».

Monsalvete, que se reconoce especialmente crítico, habla de la manera en la que Sevilla vive sus fiestas como otro problema. «Que haya una Semana Santa y una Feria que hacen que durante una semana casi se paralice la ciudad es un inconveniente para que sea dinámica», analiza, y lanza un interrogante: «¿Qué sentido tiene plantear un referéndum para alargar la feria en una ciudad con un 30 por ciento de paro?».

De vuelta a la política, el presidente de ISA también tiene críticas, que realiza a partir del referéndum. «Eso es actividad política cortoplacista. Es populismo. Ahonda en la idea de la gente de fuera, que viene porque Sevilla reúne unas condiciones muy atractivas en patrimonio, clima, relaciones humanas, pero le falta organización, rigurosidad, un ambiente de crecer, de pensar en un proyecto a largo plazo de la ciudad».

Todo no son malas noticias, lo reconoce incluso Monsalvete. «Como asociación queremos dar altavoz a gente que, a pesar de estos inconvenientes, hace cosas extraordinarias para su bien y el de la ciudad. Hay personas muy abiertas, que piensan en el largo plazo, que quieren vivir con condiciones mínimas de racionalidad, de organización. Algunas cosas se han podido hacer bien». Como ejemplo usa «el aspecto tan moderno del carril bici». De forma que «hay casos positivos, pero en líneas generales no hay un plan de un gobierno municipal» sobre temas cruciales, como «el Metro, el río, el dragado, el cambio de la Universidad como centro de producción industrial o económica. Ese tipo de cosas son importantes y no se afrontan».

Una Noche en blanco dedicada a recoger testimonios de sevillanos

La Iniciativa Sevilla Abierta (ISA) eligió un nombre significativo para su participación en la Noche en blanco 2016, que tuvo lugar el 7 de octubre: «Europa y sus valores, ¿qué significan para los ciudadanos?». Además de presentar testimonios de europeos que viven en Sevilla, mostraron también opiniones de sevillanos que, por distintos motivos, han decidido vivir en el extranjero. Como Julio Javier Gámez, ingeniero informático que antes de marcharse a Ámsterdam grabó un vídeo para la asociación en el que explica que «esta ciudad de Sevilla he comprobado en mis carnes que no me da lo que necesito, no me ofrece oportunidades». Juan Blanco, que ahora trabaja en Viena, explica que «con el coste que supone formar un trabajador, adaptarlo a las condiciones laborales de una empresa y que éste acabe siendo productivo, no se entiende con qué facilidad se desprenden las empresas de sus mejores profesionales». No todo son críticas, aunque sí son lo que más abunda. Todos los testimonios pueden oírse en la web del colectivo ISA.