Los partidarios de la custodia compartida se manifestarán en Madrid el día 12, con el lema «Tod@s iguales», para pedir una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que termine con la cesión de los niños a uno de los excónyuges (casi siempre, la madre) tras los divorcios. El grupo de Sevilla lo preside Vicente Amador, que acaba de lograr en los tribunales la mitad de la custodia de su hijo, aunque él y su abogado José Luis Sariego lamentan que el juez «no lo llame custodia compartida».
Amador, junto con otros dos padres que pelean por compartir el tiempo de cuidar a sus hijos, Javier Estévez y Antonio Paco, explica por qué se movilizan: «La custodia compartida refleja el máximo bienestar de un niño: los dos padres intervienen en la educación, el niño percibe menos conflictividad y mejora la relación con las dos ramas de su familia». ¿Eso no existe ya en España? «Solo se aplica de mutuo acuerdo o porque lo pida y lo obtenga del juez de familia uno de los cónyuges», explica Estévez. «A la mujer que no puede criar un niño se lo quitan. Al hombre que lo puede criar sin problemas, también», reflexiona el presidente de la iniciativa en Sevilla. «Por eso reclamamos que la custodia compartida no se pida al juez, sino que se pida la monoparental».
El objetivo de la marcha en Madrid es conseguir 500.000 firmas para que el Congreso debata un cambio legal que conceda la custodia compartida por defecto, con las excepciones de negativa a aceptarla de uno de los excónyuges o la sombra de los malos tratos. «Queremos tiempo para ver crecer a nuestros hijos, alimentarlos», cuentan los tres padres. «Lo más duro que he pasado no han sido jornadas de 20 horas de trabajo, sino ir a a dar un beso a mi hijo por las noches y ver la camita vacía», lamenta Amador.
Paco tercia: «Lo habitual ahora es que la custodia se la quede la madre y el padre tiene que demostrar que es buen padre para poderla compartir. Es totalmente discriminatorio y luchamos por los derechos de los niños». En el momento de la entrevista, se quejó, lleva tres meses y 13 días sin ver a su hija.
Estévez también cuenta su caso, más complejo porque en un principio se quedó de facto con la niña, pero se cruzó con una denuncia de maltrato –de la que salió inocente–, pero que entregó a la pequeña a su madre dos años enteros. «Una denuncia falsa hace mucho daño a las mujeres de verdad maltratadas, porque se trivializa su situación», interviene.
El abogado de la iniciativa en Sevilla, José Luis Sariego, indica en este tema que los promotores prefieren no hablar de denuncias falsas, sino de «denuncias instrumentales» con la custodia del niño detrás. «En las comunidades donde sí hay custodia compartida [Cataluña, Valencia y Aragón] de entrada estas denuncias han descendido de golpe un 20%».
Los padres se ven, explica Estévez, «como cajeros automáticos». Amador acudió a trabajar una temporada andando «porque entre la gasolina y los botines rotos de mi hijo escogí comprarle unos nuevos. Le paso a mi exmujer 200 euros al mes y tengo a mi hijo 15 días: parece que estoy pagando por ver a mi hijo». «No es por no pasarles dinero, pero si se queda el menor con el piso es mejor que la madre que se lleva el piso, la manutención y a alguien que también es tuyo», expresa Estévez.
«No pedimos más que antes, cuando vivíamos en pareja», interviene Estévez: «Seguir cuidando a los niños». «Yo lo recogía del cole y mi entonces mujer se iba al gimnasio», tercia Amador, ya entrando en su propia herida de un matrimonio roto.
La concentración de Madrid la proponen 70 asociaciones pro custodia compartida de toda España, donde, según datos de Sariego, el 38% de las sentencias de divorcio la incluyen en el conjunto del país. El porcentaje desciende al 16% en Andalucía y Extremadura, «las comunidades más machistas», incide el letrado, quien defiende que es la herramienta más eficaz «para luchar por la igualdad de las mujeres: pedimos que el hombre se implique más. Con el divorcio ellos desaparecen de la vida de los niños y la mujer se queda con todas las cargas. En tono que roza la broma, les pregunto a mis clientes si no se han dado cuenta de que son solteros de oro: para ellos es el tiempo libre, para ellas, con perdón, el limpiar culos. Los norteamericanos lo llaman el father weekend, el papi guay. A las madres les queda con la custodia monoparental el papel de bruja: la que dice que no, la que regaña, la que educa».
Asimismo, Sariego cree que la custodia compartida también rompe una lanza «por los derechos de los homosexuales». «El reparto de los roles de género es lo que pide el feminismo razonable
Otro de los argumentos de los defensores de la custodia compartida pasa por el llamado síndrome del niño maleta, pero el letrado dispone de estudios que indican lo contrario: que es el niño con custodia monoparental el que cambia más veces de domicilio (210 frente a 40) al año.
«La izquierda no lo ve»
«Me preocupa que la izquierda no asuma la idea de la custodia compartida», se queja el abogado, que sitúa en el rechazo a la ILP «al feminismo radical».