La epidemia de las series

Producciones millonarias, temáticas de lo más variada. Casi nadie se resiste a esta tendencia de los últimos tiempos. Hay estudios que aseguran que favorecen la felicidad

03 abr 2017 / 23:37 h - Actualizado: 04 abr 2017 / 13:45 h.
"Cultura","Un plató llamado Sevilla"
  • La serie Perdidos enganchó a muchos. /El Correo
    La serie Perdidos enganchó a muchos. /El Correo
  • Breaking Bad, con buenas críticas y millones de fans. / El Correo
    Breaking Bad, con buenas críticas y millones de fans. / El Correo
  • La epidemia de las series
  • Rodaje de la serie The Young Pope, en la que Jude Law interpreta al papa Pío XIII. / El Correo
    Rodaje de la serie The Young Pope, en la que Jude Law interpreta al papa Pío XIII. / El Correo
  • Escena de la serie Juego de Tronos. / El Correo
    Escena de la serie Juego de Tronos. / El Correo

En noviembre de 2015, el diccionario de inglés Collins consideró el término binge-watching como la palabra del año. Define el fenómeno de ver durante un tiempo prolongado una misma serie de televisión. La plataforma Netflix hizo una encuesta entre sus abonados que cifraron entre dos y seis episodios el margen que le dedicaban a sus sesiones.

El binge-watching es la consecuencia de dos fenómenos: el primero es el boom de las series y el segundo el de lanzar toda la temporada de una serie el mismo día. Es decir, no hay necesidad de esperar semana a semana para seguir la trama de una determinada historia. Las plataformas de pago estadounidenses han puesto de moda este formato que, según cuentan, sirve, entre otras cosas, para reducir la piratería.

Ya sea de un tirón o con el formato habitual de capítulo por semana, es raro encontrar a alguien que no esté enganchado a alguna serie. Los medios de comunicación más influyentes incluyen blogs y foros sobre ellas y hasta se ha lanzado un concurso para calibrar el nivel de conocimiento de los más forofos.

«La eclosión de cierto tipo de programas ha hecho que una parte de los espectadores huyera de la televisión convencional. Se le llama la caja tonta, pero hay mucha gente que exige calidad y buenas historias. Es más fácil ver uno o dos episodios de una serie en casa que ir todos los días al cine», explica Lucía, colaboradora en varios blogs sobre series en internet. Su trabajo se ha disparado exponencialmente puesto que ya los usuarios requieren críticas de todos y cada uno de los episodios de su historia favorita.

Un estudio publicado en la revista científica Journal of Happiness Studies y elaborado por la Universidad Loyola Andalucía concluían que aquellos que se reconocían fans de una o más series presentaban un mayor nivel de felicidad eudaimónica, que es aquella relacionada con la sabiduría, curiosidad o creatividad.

Frente a esta teoría, la Universidad de Texas presentó un estudio en el que planteaba que los espectadores que ven varios capítulos de una vez posiblemente lo hagan para superar sus sentimientos de depresión y soledad. «Si consideramos que esta costumbre implica obsesión e intensidad, características de comportamientos que reflejan adicciones, se puede esperar que emociones negativas como la soledad y la depresión estén asociadas a esta forma de consumo».

«Hay que dar a la audiencia lo que quiera, cuando quiera. Si quieren ver un capítulo detrás de otro deberíamos dejar que lo hagan», dijo Kevin Spacey, protagonista y productor de la serie House of Cards, que lanza la plataforma Netflix.

En 2015 se produjeron 409 series solo en Estados Unidos, una cifra récord que prácticamente dobla las que había en 2009 (211). Netflix programó más de 600 horas de contenido original para 2016, el doble que dos años antes, y una inversión en compra de series de 5.000 millones de dólares. Europa también se ha apuntado a esta epidemia y hay países como Dinamarca o Suecia que han creado un estilo propio que se ha exportado al mundo con series como Borgen o Bron.

«Ahora mismo estoy viendo Billions, Homeland, una francesa que se llama Oficina de Infiltrados, acabo de terminar de The Young Pope y a la espera de que empiece la séptima temporada de Juego de Tronos», cuenta Antonio, profesor de Secundaria en Cádiz, que se reconoce un seriófilo reconocido. «Además del buen rato que pasas se ha abierto un nuevo tema de conversación entre la gente. No es raro que en las reuniones de amigos tarde o temprano salte el tema de cuál serie estás viendo y se comentan episodios justo después de verlos», asegura.

«Creo que todo empezó con Perdidos. Cada capítulo creaba más y más incógnitas que te hacían ansiar que llegara el siguiente capítulo. Era imposible dejar un episodio sin ver y dejarlo para el día siguiente. Algo parecido pasó también con las primeras temporadas de Homeland», dice Macarena, empleada de banca.

«¿A alguien se le ocurre una manera más divertida de aprender historia de España que con el Ministerio de El Tiempo o tener unas nociones básicas de política internacional que con las series que se centran en la Casa Blanca o en los presidentes de los Estados Unidos o los guiños científicos de Big Bang Theory? Hay una vertiente didáctica y de aprendizaje notable en las series de hoy en día. Las tramas ya son mucho más complejas que lo que eran antes», apunta Lucía.

Historias que hace unos años hubiesen sido consideradas demasiado complejas atraen ahora a millones de personas: «Que se joda el espectador medio», llegó a decir un día David Simon, creador de The Wire.

«Me resisto a ver series de forma compulsiva. Veo alguna de forma puntual, pero no me considero enganchado a ninguna. No quiero que me prive de otras cosas como escuchar música o leer. Creo que las series se pueden convertir en el nuevo opio del pueblo», opina Eduardo, abogado cordobés.

Sostienen los expertos que el formato cuenta con un gran potencial emocional puesto que se plantean como acontecimientos cercanos que se asemejan más a lo cotidiano. «En el cine, por ejemplo, un hecho que tiene lugar hoy es analizado en un producto cultural que aparece muchos años después. Las series, sin embargo, hablan de este momento. Muchos episodios hablan de acontecimientos que han tenido lugar semanas antes de que los podamos ver. Y eso la hace ser un buen reflejo de lo que está pasando en la calle», escribía Lev Manovich en su libro El lenguaje de los nuevos medios.

Otra variable importante que marca la diferencia es el desarrollo a largo plazo de la historia que permiten las series. Narrar de forma extensa permite deshilachar la trama, introducir nuevas líneas narrativas (spin-off) y hacer evolucionar a los personajes. Las historias se ramifican porque un acontecimiento único desencadena cambios en muchas vidas.