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Macarena Hinojosa, paciente a la que debieron extirpar un pecho, posa valiente en posición de yoga en una fotografía de la exposición. / El Correo
El cáncer de mama, del que este miércoles se celebra el Día Mundial, sigue siendo con mucho el tumor maligno más frecuente en las mujeres de los países occidentales, hasta el punto de que representa el 25 por ciento del cáncer total en femenino. Y el riesgo de padecer esta enfermedad antes de cumplir los 75 años es del ocho por ciento en Europa.
Una realidad dura y de ardua asimilación, sin duda. Pero precisamente por eso no cabe la rendición sino la fe y el optimismo; en otras palabras, «la esperanza activa», como le gusta decir a Ana Casas, miembro del Servicio de Oncología Médica del hospital Virgen del Rocío y auténtica impulsora de la pelea contra esta terrible patología. No se trata de la esperanza en este caso como ‘lo último que se pierde’ sino fundada: «Estamos en un momento de esperanza, optimista. Cada vez se impone el diagnóstico precoz y los tratamientos dan mejores resultados y tienen menos efectos secundarios», explica la doctora, que eso sí traspasa la responsabilidad también a la paciente: «Aunque los avances de la ciencia y la medicina están ahí, la esperanza hay que buscarla activamente con todos los medios a tu alcance, y el más importante es estar bien formado e informado para gestionar bien la enfermedad».
Como cada año por estas fechas desde 2009, Ana Casas ha liderado con el grupo Creamos Lazos, la Fundación Actitud frente al Cáncer y la unidad multidisciplinar de cáncer de mama del Virgen del Rocío el Foro Anual de Cáncer de Mama, celebrado la pasada semana y en el que pacientes y profesionales entran en contacto para compartir información y vivencias: «Consideramos que debe existir una buena comunicación para que la paciente esté informada en mayor grado y no se sienta desprotegida cuando llega al hospital y recibe un shock y durante todo el proceso de la enfermedad», avisa la doctora.
ÚLTIMOS AVANCES
En esta séptima edición del foro se han expuesto avances en diagnóstico (las plataformas genómicas que miden el riesgo de recaída y, en función de ello, se prescribe o no quimioterapia) y en tratamientos (las llamadas terapias diana-específicas, que atacan sólo las vías dañadas y no producen toxicidad).
Algo cada vez más fundamental dada la heterogeneidad de la enfermedad: «Son muchos tipos de cáncer diferentes y también los abordajes. No hay dos iguales», recalca Ana Casas antes de recomendar «que nadie se sienta mal ni tampoco tenga falsas esperanzas cuando parece que va bien».