La leyenda de los hombres de negro

Uno de los principales fraudes, no dar de alta a los trabajadores durante estos días, se ha reducido en los últimos años; las multas cumplen su misión

20 abr 2018 / 17:28 h - Actualizado: 20 abr 2018 / 23:56 h.
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  • Unos trabajadores transportan por el Real diferentes bebidas para abastecer a las casetas. / Jesús Barrera
    Unos trabajadores transportan por el Real diferentes bebidas para abastecer a las casetas. / Jesús Barrera

Dos camareros se toman un respiro a las puertas de una caseta de Joselito El Gallo. Aprovechan que aún no hay mucha bulla en el interior para fumarse un cigarrillo y de paso tomar algo de fresco, que escasea en las horas centrales de la jornada sobre el albero. Interrumpimos la charla para saber si les ha tocado alguna inspección de Hacienda en la Feria o si conocen a alguien que la haya sufrido. «A todas las casetas les piden los papeles», afirman. De hecho, en la edición del año pasado pillaron al jefe, que lleva una docena de casetas y cuenta con 92 trabajadores a su cargo, y justo fueron a dar con el único trabajador que no tenía asegurado, relatan. No saben qué multa le cayó al patrón por no haber dado de alta a aquel portero al que pillaron in fraganti pero sí saben que este año al jefe no se le ha olvidado arreglar los papeles de ninguno de sus empleados. Lección más que aprendida.

¿Y cuándo se hizo la inspección? Porque desde la Agencia Tributaria aseguran que, cuando se realizan este tipo de visitas, éstas se llevan a cabo evitando, en la medida de lo posible, la presencia de los agentes tributarios en las horas centrales de gran afluencia de público para no entorpecer ni incidir en el normal desarrollo de la Feria. No se trata de molestar, señalan las fuentes consultadas. Los dos camareros explican que la inspección tuvo lugar de noche. «Están pidiendo un plato de jamón». Ahora la interrupción llega de otra trabajadora de la caseta, que reclama la vuelta al tajo de sus compañeros.

«Se trata de ir en un momento en el que puedes contrastar la información que pides en el momento con lo que visualmente puedes apreciar, de ahí que sean visitas presenciales», aunque también es posible luego requerir información complementaria.

No es que les haga mucha gracia, pero los funcionarios de la Agencia Tributaria tienen asumido el sobrenombre de los hombres de negro cuando les toca acercarse hasta el Real. Es parte de la liturgia y de ese sentimiento de recelo que Hacienda suscita entre algunos, sobre todo, entre los que no cumplen con el conocido eslogan de Hacienda somos todos.

Tan tradicional como los farolillos o la friturilla de pescado, es la alargada sombra de la Agencia Tributaria, que nunca –por motivos obvios- aclara si en esta edición de la Feria toca o no toca hacer inspecciones ni en qué aspectos centrará sus preguntas. Este tipo de comprobaciones pueden afectar tanto a personas físicas como a personas jurídicas que sean beneficiarias de la concesión de actividad de restauración en las casetas, así como a otro tipo de actividades relacionadas con los titulares de estas casas efímeras (ya sea la instalación y montaje, el alquiler de equipos e instalaciones y otros servicios varios), explican fuentes de la Agencia Tributaria.

En términos generales, los datos solicitados en estas visitas se corresponden con facturas recibidas y emitidas, justificantes de cobros y pagos y la identificación de trabajadores al objeto de verificar la correcta declaración tributaria y censal de los contribuyentes que desarrollan su actividad económica en la Feria de Abril, una información que luego pasan a la Inspección de Trabajo para comprobar las altas laborales. Además, en el marco de las visitas se recuerda también la limitación legal de pagos en efectivo (2.500 euros) y el régimen sancionador asociado a su incumplimiento.

La lupa –aseguran– puede cambiar de una Feria a otra. Por ejemplo, explican las fuentes consultadas, «un año en las Fallas nos centramos más en la actividad de los artistas falleros y otro año en las actividades auxiliares» que se generan en torno a los monumentos. En definitiva, se trata de ir cubriendo las distintas vertientes que supone concentrar en un recinto muy pequeño y en tan corto espacio de tiempo una generación de actividad económica tan importante.

Desde Hacienda recuerdan que estas actuaciones tienen, por un lado, un carácter preventivo, y por otro, de control y detección de bolsas de economía sumergida, facilitando así que quienes están en situación regular eviten la competencia desleal de aquellos empresarios y profesionales que facturan en B sus servicios.

Apenas es mediodía y las lonas de muchas casetas están aún echadas. Son momentos de preparativos, de recepción de mercancía y firma de facturas y de descanso para tomar el cafelito. Pepe se lo toma desde la trasera de la barra mientras afirma rotundo que los inspectores tributarios en el Real son como los Reyes Magos. «Yo llevo más de veinte años haciendo la Feria, he estado en 30 casetas diferentes y nunca los he visto». Sí se ha encontrado con inspectores de Trabajo y de Sanidad, y sobre todo con los Bomberos, que inspeccionan todas las casetas para comprobar que todo está en su sitio y bien puesto, desde los toldos hasta los enchufes de la cocina, los extintores... «Es más. He llegado a hacer 17 o 18 ferias por Andalucía y nunca los he visto». Ahí queda. De todas formas, lo que sí constata echando unas cuentas rápidas es que «en Sevilla más del 95 por ciento de los trabajadores están dados de alta». En su caso, está asegurado desde el pasado jueves, cuando comenzó a traer a la caseta de Ignacio Sánchez Mejías en la que trabaja todos los cacharros de la cocina. «La gente ha aprendido después de unos años en los que había muchos trabajadores en negro. Eso ya no es así». Las multas han cumplido su misión disuasoria.

¿Y qué pasa por ejemplo con las cocinas de las casetas? No hay cajas registradoras, no se emiten facturas, los apuntes se hacen en un cuaderno... ¿cómo saber cuánto negocio se ha generado o si se paga el IVA? Controlar esta actividad «no es más fácil o difícil que el resto. Existe complejidad como existen en otro tipo de tareas», precisan las fuentes consultadas. Digamos que el funcionamiento de la actividad sobre el albero es de sobra conocido, resumen.

Ya hay casetas en las que se puede pagar con tarjeta –a partir de 20 euros, ¿pero quién se gasta menos de eso en una ronda?–. El TPV podría estar generalizado en todas las casetas, pero Pepe, que precisa que solo un 10 por ciento de las ventas se han realizado con dinero de plástico, cree que no está extendido por el «engorro» que supone. Es más por el tiempo que se pierde y que no puedes tener a la gente esperando que porque sea un chivato de las ventas que se realizan.