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La libertad era cualquier cosa, menos peligrosa

Sevilla celebra los 40 años de la derogación de la Ley de Peligrosidad Social por la que muchos homosexuales fueron a prisión

23 jun 2018 / 22:37 h - Actualizado: 24 jun 2018 / 08:10 h.
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  • Celebración del Día del Orgullo en Sevilla. / Reportaje gráfico: Jesús Barrera
    Celebración del Día del Orgullo en Sevilla. / Reportaje gráfico: Jesús Barrera
  • La libertad era cualquier cosa, menos peligrosa
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  • La libertad era cualquier cosa, menos peligrosa

«Si los maricones de entonces vieran, 40 años después, las avenidas sevillanas llenas de gente joven reivindicando sus derechos, creerían que es ciencia-ficción». Lo dice un veterano homosexual que conoció aquellos tiempos difíciles para todos, pero especialmente para quienes eran «diferentes». Este sábado, dos manifestaciones recordaron la efeméride en una tórrida tarde tan festiva como rica en consignas por la libertad y la igualdad.

Una transexual también veterana que prefiere mantenerse en el anonimato recordó su primera detención, a los 15 años. «Estuve cuatro meses en prisión, ¡sin juicio!, aquí y en Huelva», evoca, todavía conmovida con aquella experiencia. «A mi madre, la pobre, aquello le costó incluso estar ingresada. Ahora nos parece muy lejano, pero lo pasamos muy malamente», agrega.

Manolo Cortés, otro airoso superviviente de aquel aparato represor, no llegó a pisar la cárcel, pero no se olvida de las 72 horas que permaneció arrestado en la comisaría de la Gavidia. «Me negué a firmar la declaración de que era maricón, Mis amigos sí estuvieron en la cárcel de Huelva, y a mí me tenían vigilado», rememora. «Imagínate la alegría que me da ahora ver todo esto. ¿Pero sabes? Yo intuía que las cosas cambiarían a la muerte del dictador». ¿Ha sido largo el camino? «No me lo parece tanto: en 20 años nos casábamos si queríamos».

Este año la cabecera de la manifestación (aunque también desfile o cabalgata, pues no se ha perdido del todo el espíritu desenfadado y desinhibido que siempre ha caracterizado esta cita) que parte a las ocho de la tarde del Puente de los Bomberos es para ellos, para algunos resistentes memoriosos de los años duros. Los jóvenes los saludan con entusiasmo, se hacen fotos con ellos.

«Estamos aquí para conmemorar los 40 años de lucha y avances desde que se nos retiró la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación social», interviene Inmaculada García, presidenta de la Federación Plataforma Orgullo LGTBI-J Andalucía, mientras despliega una pancarta con el lema 40 años de igualdad LGTBI. «Por eso este año la manifestación va encabezada por personalidades históricas, que fueron encarcelados y perseguidos por su condición sexual».

Echando la vista atrás, cree que aquellos que discriminaban o reprimían a los homosexuales, bisexuales o transexuales hace cuatro décadas no darían crédito hoy a la forma en que el movimiento ha crecido. «Se preguntarían qué hacen aquí todos estos pervertidos. Siempre se nos consideró enfermos», apunta.

El éxito es incontestable, pero no lo son menos los retos que todavía quedan por delante. «En Andalucía la verdad es que ahora estamos bastante bien, tenemos leyes autonómicas bastante avanzadas, pero ahora tenemos que llevar nuestras reivindicaciones a nivel estatal. Falta una ley contra la LGTBIfobia, una ley trans, y plasmar todo lo que hemos conseguido aquí en Madrid, porque todas las propuestas de ley que presentamos son tumbadas siempre por los mismos grupos políticos», lamenta García, quejándose especialmente del Partido Popular.

«Por eso no nos gusta llevar partidos en la manifestación, porque consideramos que algunos solo quieren hacerse la foto, y por ahí no pasamos. Todo el mundo es bienvenido, pero para la foto no», concluye la presidenta de la federación.

Un nuevo modelo

Docenas, cientos de manifestantes, muchos de ellos jovencísimos, desafiaron este sábado las altas temperaturas un año más para defender la causa. El vendedor de abanicos hacía su agosto, aunque muchos eran arrojados como regalo desde las bateas en las que los participantes bailaban y coreaban consignas.

«La homofobia en la escuela/ no la entiende ni mi abuela», cantaban unos, mientras que otros animaban entre risas a los curiosos que se encontraban al paso. «Detrás de las ventanas/ hay muchas lesbianas./ Detrás de los balcones/ hay muchos maricones. ¡Compañero únete».

Grandes banderas arcoiris se desplegaban por doquier. Un activista llevaba una de ellas adornada con un cartel en el que se podía leer «Orgullo libre de maderos y sotanas», en contraste con el eslogan del grupo de Cristianos LGTBI, «Dios nos hizo de todos los colores». El Partido Animalista llevaba su pancarta por un lado, Comisiones Obreras por otro. Los estribillos de habituales como Alaska o Tino Casal se alternaban con éxitos recientes como la procaz Cómeme el donut.

La activista transexual Mar Cambrollé salía a la misma hora, las ocho de la tarde, del Parlamento Andaluz con los defensores de lo que se ha dado en llamar el Orgullo Crítico. Le avala el hecho de haber estado en primera línea de fuego aquel 25 de junio de 1978, en la primera manifestación de homosexuales de la historia de Andalucía. «No nos reconocen a los sujetos que vivimos aquellos hechos, que no dudamos en calificar de heroicos», lamenta Cambrollé. «Salimos a la calle con unas leyes represivas aún vigentes: la de Peligrosidad Social, la de Escándalo Público, y aquella del código del Ejército que castigaba los delitos contra el Honor. Por esas leyes podías ir a la cárcel hasta seis años, y podías ser llevado incluso al destierro», recuerda la activista.

«Hubo movimientos en Valencia, Galicia, País Vasco, Madrid, Andalucía... Por primera vez salimos organizados y coordinados el mismo día, para golpear y presionar al gobierno de Adolfo Suárez para que derogara esa legislación», evoca.

Cambrollé acusa a algunos movimientos Lgtbi sevillanos de «intentar usurpar» esa memoria, «cuando es gente que jamás estuvo en aquella manifestación». Sea como fuere, se resiste a celebrar «la fecha en que se produce el acto de la firma de un jefe de Estado de un gobierno de derechas. Lo que hay que conmemorar es la fecha de finales de enero de 1979, cuando cerca de 4.000 presos homosexuales pudieron salir de las cárceles españolas», asevera.

Lo cierto es que la división en la comunidad LGTBI andaluza fue claramente escenificada este sábado en las calles de Sevilla. Cambrollé y los suyos apuestan por «un nuevo modelo de Orgullo no institucionalizado, donde el Ayuntamiento no diseñe el cartel, el merchandising o el espectáculo. Nosotros, como sujetos políticos, queremos ser partícipes activos, y rechazamos un Orgullo mercantilista y patriarcalizado. Debemos volver a las raíces de Stonewall».