La mejor terapia, la mejor sonrisa

Asociación. Aspacase, fundada en 1997, promueve el deporte como la rehabilitación perfecta para cicatrizar las ‘heridas’ del infarto. Su gimnasio es un centro diario de reunión

23 oct 2016 / 00:30 h - Actualizado: 21 oct 2016 / 22:19 h.
"Deportes","Salud","Las secuelas tras la enfermedad"
  • Panorámica general del gimnasio en el que los pacientes cardiacos completan la rehabilitación deportiva. / José Luis Montero
    Panorámica general del gimnasio en el que los pacientes cardiacos completan la rehabilitación deportiva. / José Luis Montero
  • Diego Díaz, con el tensiómetro. / José Luis Montero
    Diego Díaz, con el tensiómetro. / José Luis Montero
  • José Aguirre, presidente de Aspacase. / J. L. M.
    José Aguirre, presidente de Aspacase. / J. L. M.

En la calle Medina y Galnares, a apenas un palmo del genuino paisaje de la antigua carretera de La Rinconada, aparece discreta la fachada de la Asociación de Pacientes Cardíacos de Sevilla y Provincia (Aspacase). Es martes laborable y en el contiguo ambulatorio de San Jerónimo bulle el gentío. Aspacase, fundada en 1997 y con 300 afiliados de pago y más de 5.000 simpatizantes, mantiene en perfecto estado de revista un peculiar gimnasio. Los elementos del mobiliario son comunes a cualquier centro de culto al cuerpo de Sevilla: bicicletas estáticas, cintas para correr y algunas pesas, aunque su principal peculiaridad son sus usuarios. El denominador común de los deportistas es el ADN de infartados.

Son las 8:45 de la mañana y el trasiego de personas es continuo a causa del cambio de turno. Juan Mejías, de 66 años y que padeció un episodio cardíaco en 2005, ejerce de improvisado guía. «Aquí hacemos ejercicio físico los lunes, miércoles y viernes durante una hora», apunta mientras Diego Díaz, del segundo turno, charla con José Antonio Gil, el veterano del grupo. «El ejercicio físico te da vida. Si no lo haces tienes muchas más posibilidades de volver a sufrir un infarto», comenta. «Yo enfermé en 2005 y desde 2006 estoy aquí. No falto nunca», presume antes de que uno de sus compañeros matice. «La alimentación también es fundamental», aclara. En Aspacase, los usuarios, que pagan 20 euros al año para disfrutar del gimnasio y todas las instalaciones de las que dispone la asociación, se reúnen en dos turnos, uno de 8 a 9 de la mañana y otro de 9 a 10. Debido a la coyuntura económica actual y a las necesidades del grupo, el monitor es un paciente que ha sido formado específicamente a través de cursos de rehabilitación.

Ya es la hora del desayuno en los bares aledaños y el trajín de personas se multiplica. «Yo ando también todos los días una hora, algo que es fundamental», repite Juan bajo la atenta mirada de Diego. «Otra cosa importante es el ambiente que hay», asegura con cariño. A su lado, uno de sus compañeros se castiga en la cinta como cualquier runner de turno. «Aquí no sólo se mejora la salud física, sino también mental. Muchos llegan con episodios de depresión y mejoran muchísimo», presume José Aguirre, uno de los fundadores del colectivo en 1997 e infartado un año antes. La tropa de usuarios habituales se forma los martes y jueves para cumplir con el compromiso de divulgar las bondades de la actividad física entre los pacientes cardiacos de los hospitales Virgen Macarena y Virgen del Rocío.

Una de las diferencias de la época en la que Aguirre padeció su accidente cardiovascular con respecto a la actual es la información. «Si yo hubiera hecho rehabilitación jamás habría dejado de trabajar», comenta resignado mientras ojea unos papeles de actividades que organizarán para el Día Mundial del Corazón. «Estamos en pleno apogeo», se disculpa. «Un día en una conferencia en Girona, el doctor Josep Brugada Terradellas –uno de los mejores especialistas de corazón de Catalunya– dijo que en su día desconfiaba de la rehabilitación a través del deporte. Sin embargo, una tarde vino a un gimnasio de este tipo y fue un usuario más. Y entonces se dio cuenta de que tenía menos preparación que cualquiera de estos enfermos», recuerda. Unos enfermos más vivos que nunca gracias al deporte y a su forma saludable de entender la vida.