«La obsolescencia no es tecnológica, sino de conocimiento»

Pérez Fresquet, adjunto al rector, analiza los retos del mercado laboral

23 jun 2015 / 21:02 h - Actualizado: 23 jun 2015 / 21:19 h.
"Universidad"
  • Francisco J. Pérez Fresquet, en un momento de su intervención. / José Luis Montero
    Francisco J. Pérez Fresquet, en un momento de su intervención. / José Luis Montero

{La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) constataba en un informe del pasado mes de enero que a mayor nivel de estudios, mayor salario. La diferencia entre los que poseen o no una carrera universitaria es de hasta un 65%, según las estimaciones del organismo internacional. Pero ¿es suficiente con la formación que recibimos en el grado? ¿Se puede desarrollar toda una vida laboral con los conocimientos adquiridos durante los años del grado? Para el adjunto al rector de la Universidad Loyola Andalucía, Francisco J. Pérez Fresquet, a todas luces no. Su intervención ayer en el desayuno organizado por dicha institución y El Correo de Andalucía, editado por el grupo empresarial Morera & Vallejo, Formación como estrategia para la empleabilidad, pivotó en torno a dos ideas: la formación debe extenderse a lo largo de toda la vida y ésta no supone sólo conocimientos, idiomas y manejo tecnológico. Muy al contrario. «Debemos formar a la gente para que transforme el mundo», reflexionó Pérez Fresquet ante un auditorio formado por responsable del área de los recursos humanos.

El adjunto al rector de la Loyola Andalucía sacó a relucir un informe de Stanford en el que se apunta que en un plazo medio de tiempo pasaremos dos veces por la universidad. «La obsolescencia no es de tecnología sino de conocimiento», sentenció, apuntalando la idea de que con lo aprendido en una carrera «es imposible» mantenerse en el mercado laboral. De hecho, en esta línea, Pérez Fresquet insistió en la obligación de «estudiar, estudiar y estudiar desde los 17 a los 150 años». Pero la teoría, el manejo de idiomas (nótese el plural) y las habilidades tecnológicas tampoco son suficientes para hacerse un hueco en el mercado laboral mundial.

«Lo que determina son las ganas, la capacidad de superación. Contamos con altas cualificaciones sobre el papel que en el mercado después se quedan en nada. Seamos honestos y tomemos medidas. Hay que dar un cambio drástico. Nuestro sistema educativo no lo copian ni en Timor», ironizó Pérez Fresquet. ¿Y ese cambio cómo y cuándo debe producirse? El adjunto al rector de la Loyola Andalucía fue tajante: es urgente e inevitable. Así como lo es abandonar el pensamiento local (Europa) para pensar en global y enterrar el término compartir para sustituirlo por colaboración.

Una oferta puntera

Tras el marco dibujado por Pérez Fresquet, Esteban Almirón, director del Servicio de Emprendimiento y Empleabilidad, desgranó la estrategia de la Loyola Andalucía en su oferta de máster. La empleabilidad de la misma se sitúa en un 92%. La universidad trabaja con los alumnos caso a caso: cuáles son sus ambiciones, sus aspiraciones, dónde se ven trabajando en un futuro... Todo con el objetivo de mandar a las empresas a los candidatos más idóneos. Pero si hay un elemento diferenciador de la oferta de máster de la Loyola con otras instituciones de enseñanza superior es que se trabaja la actitud: «Se busca provocar al alumno para que explote lo mejor que tiene dentro de sí», explicó Almirón. «La formación técnica y teórica es de máxima calidad, excelente, pero también fomentamos una actitud proactiva en espacios específicos donde poder desarrollarla».

Pérez Fresquet apostilló que la oferta de máster depende de un centro propio donde se funciona con un principio: conseguir la especialización para liderar una transformación del mundo.

¿Que cómo saber si estás eligiendo el mejor máster? «Pregúntale a un antiguo alumno. No hay termómetro mejor», apostilló Pérez Fresquet.