La pelea inagotable del ‘sur del sur’

Asociación de Vecinos La Unidad de Bellavista. Un barrio levantado con la reivindicación

28 nov 2016 / 14:59 h - Actualizado: 29 nov 2016 / 08:00 h.
"Bellavista - La Palmera","El auge del movimiento vecinal"
  • Los vecinos de Bellavista cortan el tráfico de la N-IV en 2004 para reclamar un bulevar. / Carlos Hernández
    Los vecinos de Bellavista cortan el tráfico de la N-IV en 2004 para reclamar un bulevar. / Carlos Hernández

Los 18.000 habitantes de Bellavista lo saben: si en este barrio de Sevilla las calles son de asfalto, es porque hace 50 años un grupo de vecinos se saltaron las leyes franquistas para reclamar dignidad. Si este siglo XXI tienen un bulevar en lugar de una autovía en mitad del barrio, es porque la movilización de la Asociación de Vecinos La Unidad nunca ha parado.

Su presidente, Antonio Andrade, explica: «Históricamente nos ha costado conseguir las cosas que tenemos, y sigue siendo así. Estamos al sur del sur. Somos conscientes de que el Ayuntamiento tiene presupuestos, prioridades... y a veces no somos prioritarios, gobierne quien gobierne. Tenemos que sacrificarnos y movilizarnos, porque sabemos que para otras zonas el Ayuntamiento cumple más y nos sentimos discriminados».

En 1968 grupos de vecinos se citaban en la Plaza de las Cadenas para pedir agua corriente, calles asfaltadas, alcantarillado y luz eléctrica. Entonces era ilegal reunirse sin el permiso del gobernador civil. El 13 de junio 1970 el ayuntamiento franquista de Félix Moreno de la Cova tuvo que tolerar con un viso de legalidad, recuerda Andrade, a la Junta Colaboradora de Ciudadanos de Bellavista, que presidía Alfonso Balosa, nueve años después candidato comunista.

En 1971 y 1972 la Junta Colaboradora reclamaba ya no solo agua y luz: Bellavista tenía que tener un ambulatorio, pasos elevados sobre la carretera nacional Madrid-Cádiz (N-IV) y semáforos, el aplazamiento durante cinco años de las cuotas por el asfalto y las alcantarillas (es decir, que nadie se las regaló a los vecinos), un centro cultural, un mercado, servicio de taxi, un instituto, una guardería, una piscina infantil, instalaciones deportivas, un hogar de pensionistas –que los vecinos levantaron en suelo cedido por el Arzobispado–... Infraestructuras que fueron llegando, efectivamente, a base de movilizaciones y negociaciones.

En 1977, en la predemocracia, la Junta Colaboradora se transforma en la primera asociación de vecinos registrada en Andalucía. El barrio comienza a ver avances, pero en 1993 estos están tan parados que algunos vecinos plantean la segregación de Bellavista (en Sevilla solo desde 1938, y por un decreto en plena guerra civil) dada la carencia de servicios y el contraste con las carísimas infraestructuras con que sí cuenta el núcleo hispalense tras la Expo 92. «[El alcalde socialista] Manuel del Valle perdió las elecciones de 1991 por olvidarse de las microinversiones en los barrios y centrarse en los fastos», sentencia Andrade. Comienzan nuevas movilizaciones: para que se desvíe el tráfico de camiones de la N-IV por una variante, para que su trazado se convierta en bulevar, para la construcción de un centro cívico, de las primeras zonas deportivas...

Hoy casi todas estas reclamaciones están satisfechas o casi satisfechas, reconoce el presidente vecinal. Pero quedan cuestiones pendientes tan importantes como la falta de parques (es de las pocas zonas de Sevilla sin uno), la falta de espacio del ambulatorio y la falta de consulta de especialistas médicos en el barrio –el nuevo centro de salud está aprobado desde la era Monteseirín (1999-2011), pero no construido–, una comisaría (la delincuencia es una preocupación en alza.

«Ahora estamos más relajados, pero cuando [el alcalde del PP Juan Ignacio] Zoido intentó recortar la Cabalgata de Reyes Magos del barrio salimos a la calle y logramos mantenerla», remacha Andrade. Las últimas movilizaciones vecinales de entidad las protagonizó el desempleo.

DE LAS CHOZAS DE LOS PRESOS AL BARRIO DE TRABAJADORES

Bellavista tuvo un origen infame: era donde se hacían las chozas los represaliados políticos que construyeron en régimen de esclavitud el Canal de los Presos al acabar sus condenas en el campo de concentración de Los Merinales. «Y esas familias fueron sembrando», expone el presidente de la Asociación de Vecinos La Unidad. Al llegar la democracia el barrio era el granero de votos del PSOE y el PCE, el cinturón rojo de Sevilla. También la cantera de dirigentes de esos partidos políticos y de los sindicatos UGT y CCOO. Por supuesto, la primitiva asociación de vecinos «bebió», recuerda Antonio Andrade, del movimiento sindical y político que devolvió la democracia a España en los años 70.

Pero en el movimiento vecinal tuvieron claro desde el primer minuto que iban a convivir todos los talantes, explica el líder de La Unidad. Desde los obreros –el barrio era abrumadoramente trabajador entonces, y solo en los últimos años hay bloques pensados para la clase media– al médico que se comprometía con los vecinos del barrio y el director de la oficina de la caja de ahorros.

«Las directivas de la junta vecinal y de la asociación siempre fueron plurales, siempre pusieron los intereses de los vecinos por encima de los de los partidos y siempre han reivindicado que cuando los vecinos tienen un problema hay que arreglarlo gobierne quien gobierne», insiste Andrade.

«Las grandes necesidades, todo lo que no había hace 50 años, se ha conseguido, pero sigue habiendo necesidades en Bellavista, quizá no tan llamativas», cierra el resumen de la historia del barrio el presidente de sus vecinos.