La población sigue sin levantar cabeza

Sevilla volvió a perder habitantes en 2016 y se sitúa en niveles anteriores a la Expo 92. Es la capital andaluza con un descenso más acusado

02 ene 2017 / 21:42 h - Actualizado: 02 ene 2017 / 23:14 h.
"Solidaridad","Éxodo de sevillanos"
  • El Instituto Nacional de Estadística señala que la cifra de empadronados en Sevilla capital a 1 de enero de 2016 era de 690.566 habitantes, unos 3.000 menos que en el mismo periodo del año anterior. / J.M. Espino
    El Instituto Nacional de Estadística señala que la cifra de empadronados en Sevilla capital a 1 de enero de 2016 era de 690.566 habitantes, unos 3.000 menos que en el mismo periodo del año anterior. / J.M. Espino

La cifra del padrón sevillano sigue cayendo empicada. Los últimos datos confirman que cada vez hay menos población censada en Sevilla capital y eso se debe en gran medida al masivo éxodo de habitantes a las localidades más cercanas del área metropolitana, que en estos años están viviendo su particular época dorada en cuanto al crecimiento del número de vecinos empadronados. La tendencia de estos últimos años es francamente demoledora: desde el pasado 2011 la ciudad ha perdido algo más de 13.000 habitantes. Una caída que ha dejado los registros oficiales por debajo de la barrera de los 700.000 empadronados –una cifra que antaño era el límite para considerar una urbe como gran ciudad– y que, además, tiene consecuencias negativas como la bajada del número de concejales de los 33 a los 31 y la pérdida de algunas de las transferencias que se reciben desde el Estado.

¿Y qué es lo que ha ocurrido en este último año? Pues que los datos de la reciente actualización publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) –referentes al escenario real del pasado 1 de enero de 2016– han dado al traste con las previsiones municipales que vaticinaban un cambio en la tendencia y, por tanto, un aumento de la cifra total de empadronados en la capital hispalense. Pero nada más lejos de la realidad, pues nada de eso ha ocurrido. La realidad muestra que no solo no se ha frenado esta importante sangría si no que además el número de empadronados ha seguido descendiendo de forma importante hasta llegar a los 690.566 habitantes, una cifra muy similar a la que se registró en los años anteriores a la celebración de la Expo 92.

Para encontrar una cifra tan baja habría que remontarse a hace un cuarto de siglo. En enero del año 1992, justo antes de que se inaugurara esta muestra universal, el padrón municipal sevillano contaba con 683.028 empadronados. A partir de entonces, y gracias al boom que supuso que la capital hispalense estuviera en el escaparate internacional, la cifra no paró de crecer, situándose a principios del siglo XXI por encima de los 700.000 habitantes. El pico más alto se registró en el año 2003, cuando los efectos de la crisis económica aún no se habían dejado notar entre la ciudadanía, con un total de 709.975 inscritos, lo que suponía casi un 40 por ciento del total de población de la provincia. Pero a partir de ahí, la cifra global experimentó una tendencia de descenso que en los años 2007 y 2008 se materializó por debajo de los anhelados 700.000 empadronados. Solo en dos años, en 2010, volvió a crecer hasta 704.198. Pero aquello fue solo un espejismo pues, desde entonces, la ciudad no ha hecho más que perder habitantes.

Pero, ¿cuáles son las causas que han motivado este éxodo poblacional? Más allá del crecimiento de los municipios más cercanos a la capital ¬–con el Aljarafe, la Rinconada o Coria del Río como referentes– también hay que tener en cuenta otra serie de factores como son el cambio de tendencia de la población extranjera y, especialmente, el brusco descenso de la tasa de natalidad. Las variaciones registradas en el saldo migratorio confirman esta evolución. O más bien, involución. El número de emigrantes es actualmente superior al de inmigrantes. Es decir, se marchan más extranjeros de los que llegan a Sevilla o, al menos, de los que acaban empadronándose en la capital hispalense. Una situación que no es nueva y que se ha venido manteniendo durante la última década con la única salvedad de lo ocurrido en el año 2010 cuando llegaron más de los que se fueron, aunque esta tendencia no fue capaz de mantenerse en el tiempo.

LOS CONTRASTES

Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística también confirman que este importante descenso de población no afecta solo a Sevilla y que más bien responde a una tendencia a nivel nacional que, eso sí, tiene una serie de matices que deben tenerse en cuenta. Si se compara la diferencia entre la cifra de empadronados sevillanos en 2015 y 2016 con la del resto de capitales de provincia andaluzas se observa que Sevilla es la que más población pierde. Lógico si se tiene en cuenta que es también la que tenía una mayor cantidad de inscritos. Es decir, pocos habitantes puede perder aquella ciudad que ya de por sí no contaba con registros muy elevados. Pero sí la comparación es con lo que ha ocurrido en Málaga una ciudad que se mueve en cifras muy similares a las sevillanas, sí se observa una importante diferencia. En este último año, la capital de la Costa del Sol perdió 121 empadronados mientras que en el caso de Sevilla el padrón bajó en 3.312 personas.

¿Y qué ocurre en el resto del país? En España la tendencia es idéntica a la de Sevilla pero con una salvedad. Las tres capitales que la superan en población –Madrid, Barcelona y Valencia– no solo han sido capaces de sobreponerse a los datos negativos de los últimos años si no que además han logrado aumentar la cifra total de empadronados. Y eso que en el caso concreto de Valencia, la tercera en este trío de cabeza, la situación de hace unos años no era especialmente alentadora. Pero las política poblaciones del gobierno local lograron sacar a la capital del Turia de la crisis demográfica en la que estaba sumida hasta situarse a 1 de enero de 2016 en 790.201 habitantes.

Muy lejos queda esta cifra de la registrada en Sevilla, que ya ve como una utopía la posibilidad de arrebatar a Valencia esta tercera posición, antaño algo más cercana. Pero lo cierto es que tampoco se percibe peligro alguno en cuanto a la posibilidad de perder el cuarto puesto que ocupa actualmente. Zaragoza, que es la capital de provincia que le sigue en este ranking, perdió entre 2015 y 2016 la cantidad de 3.845 habitantes –alrededor de 500 vecinos más que Sevilla– y se quedó con un padrón en el que hay 661.108 inscritos. Cierto es que, a partir de ahí, el resto de ciudades lograron aumentar la cifra –Murcia, la séptima, ganó 1.114 y Palma de Mallorca, la octava, 2.371– o frenar la tendencia de caída de los últimos años –Las Palmas de Gran Canaria, la novena, perdió 768, y Bilbao, la décima, solo 19– como mal menor. Cifras que más allá de los análisis solo deja a las claras que Sevilla necesita un revulsivo que frene una sangría poblacional que ya empieza a ser preocupante, si es que hasta ahora no lo era.

LAS PROMESAS DE ESPADAS Y LA AUSENCIA DE POLÍTICAS DE EMPADRONAMIENTO

Cuando Juan Espadas accedió a la Alcaldía de Sevilla en junio del pasado año 2015 se encontró con este grave problema demográfico al que de momento no ha sido capaz de darle una solución. Cierto es que no es algo que pueda achacársele a la gestión de su gobierno –el descenso empezó hace poco más de un lustro– pero sí a la falta de medidas concretas que se han venido aplicando durante este año y medio de mandato socialista. Hasta ahora, lo único que ha hecho el alcalde es manifestar una serie de intenciones que no han llegado a concretarse.

En diciembre de 2015, pocos meses después de aterrizar en Plaza Nueva, Espadas se encontró con unos datos del padrón nada halagüeños. Entonces se marcó el mes de enero de 2017 como objetivo para que sus políticas demográficas comenzaran a surtir efecto. Entre ellas, la creación de una tarjeta única para los empadronados, que ya funciona en ciudades como Zaragoza, y en la que se integrarían todos los servicios existentes, desde el pago en Tussam hasta la entrada a un teatro o museo. Una iniciativa que ya anunció en la oposición y cuyo funcionamiento sería bastante similar al de la tarjeta universitaria. También se planteó como reto la realización de un análisis de los datos de la ciudadanía para valorar cuáles eran las bolsas de población específica sobre la que se podía actuar, que en un principio se centraba en inmigrantes y estudiantes. La idea que se manejaba entonces consistía en hacer una campaña puerta a puerta en las zonas detectadas que fuera más efectiva que las generales.

Llegado 2017 este paquete de medidas del gobierno local no parece haber surtido efecto. Sevilla sigue perdiendo habitantes aunque, según la valoración del alcalde, el descenso no ha sido en realidad tan brusco como indican los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). «La caída es algo menor que la que aflora», señaló hace tan solo unos días. Las cifras que se manejan desde el Ayuntamiento de Sevilla, más «actualizadas» que las del INE según advirtió Espadas, concretan que la pérdida de vecinos empadronados en la capital hispalense sería inferior en unas «800 o 900 personas», aunque si bien el regidor hispalense prefirió remitirse a lo recogido en la revisión del padrón al tratarse de la estadística oficial.

Sobre este brusco descenso en la cifra de habitantes dijo que se encuadraba «en la tendencia de los últimos años» y que, en gran medida, se debe a la pérdida de «población extranjera no comunitaria». Igualmente, encuadró esta evolución negativa en lo que vino a denominar como «la evidente diseminación de la población en el área metropolitana», con localidades como Dos Hermanas, Alcalá de Guadaira, Camas o Mairena del Aljarafe en las que el crecimiento del número de empadronados ha sido más que evidente.

Más allá de excusas o posibles causas de lo ocurrido, Espadas volvió a anunciar la puesta en marcha de un paquete de medidas de empadronamientos que deben ver la luz durante los próximos días y que están encaminadas a «recordar las ventajas» de inscribirse como vecino de Sevilla. «Es una campaña que no se ha hecho desde hace bastante», señaló. Actuaciones de momento por concretar que, entre otros, deben recuperar las políticas de vivienda que antaño atraían a nuevos habitantes y que desde hace años han caído en el olvido de la administración local.