El que avisa no es traidor. Y Lipasam lo ha advertido machaconamente hasta en más de 12.000 ocasiones en el último año: si tiene un perro y lo saca a pasear por la calle, tiene la obligación de recoger sus deposiciones, con el riesgo que, de no hacerlo, reciba una multa. Tras un periodo de continuas advertencias, llega el momento de las sanciones. Solo en año y medio, la patrulla canina formada por inspectores de Lipasam y agentes de la Policía Local ha sancionado hasta el pasado junio a 255 sevillanos que dejaban las heces de sus canes en vía pública, sin usar la bolsa de plástico como demanda la ordenanza.

Las multas se pueden estimar escasas a tenor del volumen de canes que hay. Solo en la provincia hay censados 523.548 perros. Pero hay dos factores que influyen en ello. En primer lugar, hay que pillar in fraganti al dueño –y su mascota– y no es tan fácil. En segundo lugar, la ordenanza no tiene afán recaudador, sino disuasorio y de concienciación.

El programa piloto arrancó en diciembre de 2016, con una unidad policial que recorre de paisano las zonas más delicadas, como el entorno de parques infantiles, colegios o espacios en los que se ha comprobado que existe una concentración de excrementos caninos. En esta ruta van acompañados de inspectores de Lipasam que primero realizan lo que definen como «acciones informativas» y, en ocasiones futuras, si persisten en su actitud, imponer las sanciones de 150 euros que son tramitadas después a través de la Agencia Tributaria. Pero no queda ahí la cuestión, ya que esta unidad realiza posteriormente inspecciones y acciones de evaluación para comprobar si se ha producido algún cambio de conducta en los vecinos.

Lipasam, además del carácter sancionador, también ha emprendido varias iniciativas para frenar una cuestión que es de concienciación ciudadana: desde campañas conjuntas con el Colegio de Veterinarios a la colocación de carteles –algo más de mil, en el último año– en el que se recuerda que dejar los excrementos en la vía pública supone infringir la ley.

Con todo ello, los últimos controles de calidad externos de Lipasam muestran una «tendencia de mejoría». «Otra cosa es que la ciudadanía no lo perciba, porque todavía hay excrementos abandonados en la calle, pero hay menos deposiciones», pone de manifiesto la gerente de la empresa pública de la limpieza, Virginia Pividal.

En Lipasam están convencidos de que el único camino para conseguir una ciudad libre de cacas de perro es con la colaboración de los dueños. «Una ciudad nunca podrá tener un dispositivo tan grande no solo para retirar todos los excrementos, sino para emitir sanciones», indica. Por este motivo, se opta por recordar que la recogida de heces forma parte de las «obligaciones inherentes» del que decide tener una mascota. Así, el depositar los excrementos caninos en una bolsa se sitúa a la altura de otras deberes como «darles de comer, vacunarlos contra la rabia, llevarlos al veterinario o colocarles el microchip».

MÁS DE UN MILLÓN DE BOLSAS REPARTIDAS

La fórmula más rápida de concienciación llega a través de la campaña de reparto de bolsas de plástico. «Una promoción» con la que, recalcan desde Lipasam, no trata de «regalar» bolsas a tutiplén, sino servir de inicio del camino para que sean los dueños los que utilicen sus propias bolsas. «En todas las casas hay guardadas cientos de bolsas», manifiesta la gerente, Virginia Pividal. Otra cuestión es que la promoción, que la hacen por varios ámbitos, sea ambiciosa: sólo hasta mayo, se repartieron más de un millón de bolsas (1.011.750), casi el mismo volumen que en todo el año anterior. En los últimos años, la campaña ha oscilado entre los 1,1 y los 1,3 millones.

Estas bolsas, que también se integran dentro de la filosofía –más que campaña, que también– de #Retolipasam, se entregan de diversas manera. La más tradicional es por los propios integrantes de Lipasam, que las reparten en los lugares más conflictivos. Pero también se dispensan en las charlas de educación ambiental –a las que ya han asistido unas 50.000 personas– donde se conciencia sobre todo a los más pequeños de la casa. También se hace un reparto a través del Colegio de Veterinarios, con los que se ha llegado a un acuerdo para que sean estos profesionales los que asesoren directamente a los dueños cuando acuden a su consulta.

Por otra parte, Lipasam y los distritos, en contacto con asociaciones vecinales, trabajan de forma conjunta para transmitir la importancia de la recogida de los excrementos caninos y sus efectos. Dichas acciones se realizan en todos los barrios de la ciudad. ~