La prioridad y otras leyendas urbanas

Ciclistas y peatones. El pez grande siempre se come al chico. Es una ley de la naturaleza... y de la circulación

15 mar 2017 / 10:44 h - Actualizado: 15 mar 2017 / 17:54 h.
"Aquí faltan mejores señales"
  • Miscelánea de estilos de desplazamiento en la Avenida de la Constitución, en una foto de archivo. / El Correo
    Miscelánea de estilos de desplazamiento en la Avenida de la Constitución, en una foto de archivo. / El Correo
  • La prioridad y otras leyendas urbanas

En Sevilla no hay chica de la curva porque la habría arrollado una furgoneta. Pero sí hay otra leyenda urbana igual de estremecedora: la que dice que existen calles donde el peatón tiene prioridad. Dos ejemplos ayudan a desmontar esta creencia falaz y conspiranoica: la calle Águilas y la Avenida de la Constitución. Hay más; de hecho, la falsedad de ese mito se puede demostrar en cualquier arteria hispalense donde el caminante tenga que vérselas con otros medios de locomoción que no sean sus propias piernas. Da igual lo que digan las señales. Entre otras cosas, porque este avasallamiento no se multa en Sevilla. Al menos, no es la intención. Pero ni al conductor que pasa por completo de las limitaciones de velocidad ni tampoco al ciclista que se considera con derecho a apartar a la gente de su camino por lugares donde el viandante tiene preferencia de paso. La negativa municipal a informar sobre sanciones impuestas por estas actitudes se acompaña con una indicación que tiene su origen en la Policía Local: «Prima la información y la concienciación a los ciclistas sobre la política sancionadora». Si esto no significa que no se ha puesto ni una sola multa hasta ahora, este periódico necesita un traductor.

Una cosa son las palabras y otra muy distinta son los hechos. De palabras, los sevillanos tienen un saco. De palabras y de gestos tan bienintencionados como estériles. En noviembre pasado comenzaron a instalar una nueva señalización por el casco antiguo para fomentar el uso de la bici y los desplazamientos a pie. La cosa tenía y tiene sentido: el trazado urbano de la ciudad antigua estaba muy bien cuando la gente iba en borrico, pero desde la invención del motor de explosión se ha mostrado propenso al caos. Nacía así la llamada Zona 30, una aplicación de lo establecido en el PGOU y en las ordenanzas municipales, además de un fruto del acuerdo con los colectivos ciclistas en aras de la sostenibilidad, el medio ambiente y demás principios saludables. Se hablaba entonces de «aislar algunas áreas» bajo el marchamo de Zona 20, con prioridad absoluta para el peatón. La calle Águilas, anteriormente citada, es uno de estos enclaves donde el transeúnte a pie está protegido. Pero solo en las señales que así lo indican. Caminar por esas aceras exiguas sin detenerse cada dos por tres, encogerse al paso de una furgoneta o arrimarse a la tapia como una salamanquesa al primer pitido de claxon equivaldría a accidente seguro. Solo una minoría respeta esa presunta prioridad absoluta del peatón, lo cual repercute también en la imagen de la ciudad ante los forasteros dada la cantidad de hostales, hoteles y alojamientos diversos del lugar y sus alrededores que tienen aquello lleno de turistas arrastrando su trolley y su estupor.

La intención municipal, que es la de subsanar por la vía de las buenas palabras este vicio que viene de largo, se estrella contra la dura realidad. El delegado de Movilidad, Juan Carlos Cabrera, explicaba con ocasión del Día Sin Coche que esas medidas de Zona 30 y Zona 20 otorgan una «especial presencia y protección al peatón y a la bicicleta», y forman parte de la estrategia de «calmado de tráfico» o reducción de velocidad que se pretende conseguir en toda Sevilla, y sobre todo en el centro.

Mientras tanto, en la Avenida de la Constitución-Puerta de Jerez-San Fernando-Prado de San Sebastián, ese sistema de tachuelas plateadas que marcan los llamados itinerarios ciclistas con prioridad de paso peatonal llama al equívoco: no es un carril bici, sino un carril por el que se permite ir a los ciclistas pero donde el caminante tiene preferencia. Una idea que no todos han acabado de comprender, como sabe cualquiera que circule habitualmente por allí. Una cosa es lo que dice la señal y otra lo que dice la realidad.

Sin embargo, el Ayuntamiento sigue intentando la conciliación, y ha implantado un nuevo tipo de señales para que los ciclistas se apeen de su vehículo y prosigan camino andando en determinados puntos de la ciudad donde las aglomeraciones de peatones u otras circunstancias así lo aconsejan por razones de seguridad. Lo que han hecho los técnicos de Movilidad ha sido adaptar la señalización que ya existía en los países nórdicos y que se sale del aspecto clásico de las placas de tráfico habituales. Cabrera dijo entonces que se ha dado respuesta a una petición del colectivo ciclista generando «una imagen positiva de la bicicleta» y no prohibiendo su circulación, sino «invitando a transitar por estas zonas a pie y con la bici». «Pretendemos impulsar todavía más el uso de la bicicleta y, a la vez, proteger a sus usuarios». El problema es que cuando no hay un control del cumplimiento de la norma, al final se acaba culpando a una de las partes de los abusos y generalizando en ella la atribución de las tropelías o intransigencias, mientras se siguen cometiendo. Solo para este año, el gasto previsto para señalización ciclista en los más de 170 kilómetros de carriles específicos asciende a 30.000 euros. Todo parece indicar que el dinero no lo van a sacar de las multas.