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La rapidez de la Policía evitó otro crimen tras el del vicario

Un dispositivo policial en Triana impidió que el arrestado, que no tiene antecedentes, acabara también con la vida de su exmujer tras matar al tío de esta. Llevaba el arma homicida en el coche

17 jul 2015 / 22:14 h - Actualizado: 17 jul 2015 / 23:05 h.
"El crimen del vicario"
  • Los agentes retiran el cuerpo de Carlos Martínez del lugar de los hechos. / Jesús Martínez
    Los agentes retiran el cuerpo de Carlos Martínez del lugar de los hechos. / Jesús Martínez

Acabar con la vida de su exesposa. Este es el objetivo que se había marcado el detenido por la muerte a puñaladas del vicario de San Isidoro, Carlos Martínez Pérez. Afortunadamente, la rápida actuación de la Policía Nacional evitó un posible caso de violencia de género. Al supuesto autor del crimen, José Eugenio Alcarazo Fernández y de 52 años de edad, no le consta antecedentes previos ni denuncias. La Policía, que espera pasarlo en breve a disposición judicial le imputa los delitos de homicidio y amenazas, según confirmaron fuentes consultadas.

Se había escapado la mañana del jueves del hospital de San Juan de Dios de Bormujos, desde donde iba a ser derivado a la Unidad de Psiquiatría de Virgen del Rocío. Pero huyó y con su coche llegó hasta la vivienda del sacerdote, en el número 8 de la calle Francisco Carrión Mejías, donde lo esperó para asestarle varias puñaladas y acabar con su vida. Luego huyó del lugar con la intención de llegar hasta la vivienda de su exesposa, en la calle San Vicente de Paúl. Pero la rápida intervención policial evitó que llegara, pues fue detenido cuando aún estaba en su vehículo en la calle Santa Cecilia.

En este sentido, según informó Europa Press, el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, destacó que la Policía pudo «salvar de la sinrazón de una persona otro posible caso que hubiera agravado todavía más la situación», valorando la «fundamental» labor de los agentes «desde el punto de vista de su presencia constante en la calle y en agilizar los tiempos de respuesta».

Por su parte, el jefe superior de Policía de Andalucía Occidental, Francisco Perea, explicó que los agentes manejaron «una serie de informaciones» que les llevaron a pensar que el agresor no se iba a conforma «con lo que ha hecho». Por ello, se montó el operativo para evitar que pudiera dirigirse a casa de su pareja. «Ha sido un éxito dentro de que, lógicamente, hay un fallecido que no hemos podido evitar porque eso es así», pero «por lo menos el autor está detenido, el arma homicida recuperada [la llevaba en el coche] y será puesto a disposición judicial en breve», concluyó Perea. La Policía le imputa por ahora los delitos de homicidio y amenazas.

Entregado al culto

Carlos Martínez Pérez era un hombre entregado al culto y culto, pues además de ser doctor en Historia y licenciado en Ciencias Económicas y Geografía e Historia hablaba «cuatro o cinco idiomas». El sacerdote era un hombre muy querido en su barrio, donde era muy conocido, porque, entre otras cosas, había nacido allí, en la calle Imperial en el año 1939, un 28 de noviembre. Y allí, muy cerca, en la calle Francisco Carrión Mejías, perdía la vida tras ser asaltado y apuñalado brutalmente por la expareja de su sobrina. En la tarde del pasado jueves volvía a casa a cambiarse de ropa, como hacía habitualmente después de oficiar misa en el convento de San Leandro y antes de ir a la iglesia de San Isidoro, donde era vicario parroquial.

Al llegar al portal número 8 de la calle Francisco Carrión Mejías, el ex marido de su sobrina se abalanzó sobre él y acabó con su vida con un cuchillo de grandes dimensiones. Fue una vecina del mismo bloque la que escuchó los gritos y bajó al portal, donde se encontró al capellán tendido en el suelo del rellano.

Pese a ser una calle céntrica nadie oyó nada, muchos comercios ya habían cerrado y todo ocurrió en pocos instantes. «Iba a regar las macetas a casa de mis padres cuando me encontré a la policía acordonando la calle», explicó una vecina, visiblemente afectada. La Policía apareció rápido en el lugar de los hechos, dos motos llegaron circulando por la acera a gran velocidad, «un vecino tuvo que apartarse porque casi le atropellan», comentó un empleado de un comercio cercano. El presunto asesino, José Eugenio Alcarazo, escapó en su coche, pero los empleados de un taller próximo memorizaron la matrícula que después sirvió a la Policía para su detención.

Todas las hermandades con las que tenía vinculación, y el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla, le recordaron. Tal era su vínculo que día de su muerte dio la casualidad de que la Virgen del Carmen de Santa Catalina, que sale ahora desde la iglesia de San Román, procesionó en la tarde-noche del jueves por la calle Almirante Apodaca, a escasos metros del portal donde ocurrieron los trágicos hechos, cuando aún no se había levantado el cadáver del vicario.

El hermano mayor de la hermandad de la Virgen de los Reyes, patrona de los sastres, Miguel Andreu, fue uno de los que ayer lamentó su muerte que, «ha sido en acto de servicio, por defender al débil, que era su sobrina». «La virgen va a estar de luto y nos ponemos a disposición del arzobispado para oficiar una misa. Nos vamos a volcar por nuestro director espiritual», señaló. Martínez era vicario de San Isidoro desde 2013 y tenía una estrecha relación con la hermandad que lleva el mismo nombre. «Era una persona extraordinaria, siempre disponible y la relación con la hermandad era extraordinaria», aseguró el hermano mayor de San Isidoro, Javier González-Gaggero. «Siempre estaba disponible para los cultos de la hermandad», recordó.

Las hermanas del convento de San Leandro, tampoco daban crédito a lo ocurrido, más aún cuando acababa de marcharse del convento tras oficiar su misa diaria. Con ellas también tenía una estrecha relación, pues además de ser capellán desde hacía 14 años, les daba clases a las religiosas.

Sus vecinos también lo definieron como una persona «muy cercana» y ayer aún estaban en estado de shock intentando digerir la noticia. Todos sabían que tenía una sobrina, hija de una de sus dos hermanas (una de ellas fallecida hace muchos años y otra residente en Madrid), pero no conocían a la expareja de esta. Un hombre «humilde» y «muy entregado» con las personas que lo necesitaban, son algunos de los calificativos con los que ayer le recordaban en el número 8 de la calle Francisco Carrión Mejías. ~