Desde la Plaza Nueva hasta las calles y plazas de barrios como la Macarena, San Julián, San Luis, San Bernardo, Triana o Ciudad Jardín, Sevilla está jalonada de hitos, huellas y escenarios vinculados a la represión franquista y a la resistencia republicana que suelen pasar inadvertidos al viandante. «Lugares por los que pasamos 20 veces y que sin embargo no referenciamos con lo que allí sucedió», explicaba este pasado miércoles Rafael López, coordinador de la obra Lugares de la memoria (editada por Aconcagua Libros) durante su presentación en la Casa de la Provincia.
Un trabajo impulsado por la ya disuelta Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia (AMHyJA) que propone «itinerarios» relacionados con el «golpe militar, represión y resistencia en Sevilla», como reza su subtítulo. No se trata de hacer un «inventario», señala el prólogo, pero sí de «traer al presente aquellos lugares que fueron decisivos en el golpe de Estado y en el desarrollo posterior de la Guerra Civil y el franquismo, y que han pasado desapercibidos para la mayoría de los que hoy paseamos por las calles de Sevilla».
Y el libro va, en este sentido, más allá de los Lugares de Memoria Histórica fijados e inscritos en un catálogo por el Gobierno andaluz en 2011, que en el caso de la provincia sevillana serían seis: la Casa de Blas Infante en Coria del Río, el lugar de su fusilamiento en el kilómetro 4 de la antigua carretera de Carmona, la Prisión Provincial de Ranilla, la comisaría de Jesús del Gran Poder, La Pañoleta y el Canal de los Presos.
De la Gavidia a la Alameda
Dos de los lugares más emblemáticos tienen que ver con el golpe militar y la batalla desarrollada en la Plaza Nueva –relatada en el despiece de la página derecha–: la plaza de la Gavidia y la Alameda de Hércules.
La sede de la Capitanía General de la II División Orgánica en la Gavidia, donde hoy se emplaza la Consejería de Justicia de la Junta, fue el lugar donde el general Queipo de Llano junto a un grupo de militares consumó el plan para hacerse con la ciudad sin apenas resistencia por parte de los republicanos; y, además, desde allí pronunció sus arengas a través de Unión Radio Sevilla y grabó el bando de guerra incitando a acabar con el enemigo. No en vano, la céntrica plaza ha sido estos años el lugar elegido por los colectivos memorialistas de la ciudad para reunirse los últimos sábados de cada mes para compartir sus inquietudes y reivindicar verdad, justicia y reparación para las víctimas de la guerra y de la represión franquista.
El extremo norte de la Alameda de Hércules, cerca de las columnas de los leones y de la Pila del Pato, era el lugar donde se ubicaba el cuartel de la Guardia de Asalto, donde unos 500 hombres constituyeron el único cuerpo armado que opuso resistencia a Queipo de Llano, pagando con su vida todos ellos la defensa de la República. Allí ya no queda rastro ni de la popular fuente –hoy en la plaza de San Leandro– ni del cuartel sede del Grupo 5º de la Guardia de Asalto.
Volviendo al entorno de la Plaza Nueva, en la vecina de San Francisco se hallaba la sede de la Audiencia Provincial (hoy de la Obra Social de Cajasol), donde los franquistas condenaron a muerte cientos de personas en los consejos de guerra sumarísimos por el procedimiento de urgencia, empezando por los casi 70 mineros onubenses capturados en La Pañoleta que venían a defender la legalidad republicana.
Desde la Audiencia partieron detenidas un sinfín de personas rumbo a la Prisión Provincial de Ranilla, inaugurada en 1934 y donde, cinco días después del golpe, se hacinaban 1.438 presos. De allí salieron muchos directamente para su ejecución, pero es que también en sus celdas fallecieron casi 500 entre 1936 y 1954 dadas las penosas condiciones de alimentación e higiene en que malvivían los encarcelados.
Más siniestra, sin duda, es la llamada comisaría de la calle Jesús del Gran Poder, antaño y también hoy residencia jesuita. Allí se ubicó la Delegación de Orden Público, donde se organizó la Brigadilla de Ejecuciones que acabó con la vida de muchos detenidos, también en las tapias del cementerio.
En la Macarena, las murallas fueron testigos del fusilamiento de unas 30 personas –varios mineros onubenses, los hermanos Burguete, el general Campins...–; en la plaza del Pumarejo se produjo el horrible asesinato de Isabel Atienza, madre del líder sindical Saturnino Barneto; y junto al Arco de la Macarena, el bombardeo de Casa Cornelio, símbolo anarquista y donde se alzó la Basílica en la posguerra. San Luis, San Julián, Triana... son otros barrios de la Sevilla resistente que esconden las huellas de la represión.