«La sociedad aún tilda de fracaso escolar al joven que decide estudiar un oficio»

José Luis García Ballesteros es profesor y presidente de la Fundación Colegio Aljarafe. Portavoz de un centro educativo que fue foco de libertad en la Transición, es gestionado como cooperativa desde 1985 y afronta un nuevo curso anhelando el pacto por la Educación que España nunca ha tenido

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
09 sep 2017 / 22:28 h - Actualizado: 10 sep 2017 / 09:02 h.
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  • José Luis García Ballesteros, en el interior del Colegio Aljarafe, fundado en 1971. / Jesús Barrera
    José Luis García Ballesteros, en el interior del Colegio Aljarafe, fundado en 1971. / Jesús Barrera

Es uno de los 47 cooperativistas que son trabajadores y propietarios del Colegio Aljarafe, con 1.100 alumnos y una plantilla que suma 70 profesionales entre docentes, administración y servicios. Compagina sus labores de gestión con sus clases de Biología y Ciencias de la Tierra en Cuarto de ESO y en Segundo de Bachillerato. José Luis García Ballesteros, de 60 años, trianero del Tardón y ahora vecino de Mairena del Aljarafe, padre de tres hijos (ingeniero, mecánico y psicóloga), es el portavoz de un centro educativo fundado en 1971 y en el que participa desde 1981. Un enclave muy representativo de la Sevilla contemporánea, desde el que asomarnos con perspectiva al comienzo de un nuevo curso en el que es ineludible examinar la actitud y la aptitud de gobernantes, familias, profesores y estudiantes.

¿Dedicarse a la Educación le viene de cuna?

Sí, mi padre era maestro. Sus tres hijos nos dedicamos a la enseñanza, de tres maneras distintas. Mi hermano fue profesor y ahora ejerce de inspector educativo, y mi hermana es de las Hijas de la Caridad y también tiene vinculación con los colegios.

¿Cuál fue su itinerario escolar?

Siempre estudié en centros públicos: Colegio San José de Calasanz, Instituto Bécquer y Facultad de Biología. Cuando acabé la carrera y buscaba trabajo, me dijeron que en el Colegio Aljarafe estaban seleccionando para dar clases de materias como Biología. Me eligieron, y a partir de ahí me sedujo lo que empecé a vivir como docente y como tutor, la relación con los alumnos y con las familias. Llevo 36 años y no me arrepiento de haber renunciado a buscar una plaza en la enseñanza pública como vía para ganar un sueldo mayor. ¿Dónde iba a encontrar un colegio que funcionara colectivamente como éste, y con esta vocación de innovación educativa?

¿Qué conocía de este colegio antes de incorporarse a él?

Cuando estudiaba en la Universidad de Sevilla, acudí a algunas de las que llamaron Semanas Pedagógicas del Aljarafe. Como escuelas de verano que se celebraban en este colegio y donde confluían muchas personas que en Sevilla participaban en el movimiento de renovación pedagógica y querían dejar atrás el modelo de tintes autoritarios o religiosos de la escuela tradicional.

¿Fue desde su fundación una cooperativa?

No. En su origen, y hasta 1985, fue una sociedad anónima, muy ‘sui generis’, de la Caja de Ahorros San Fernando, que promovía la creación de Ciudad Aljarafe y Simón Verde como urbanizaciones, y se necesitaba un colegio. Por eso durante muchos años la gestión era tutelada por la caja de ahorros.

¿Por qué es tan inusual su diseño arquitectónico?

Quienes impulsan la creación del colegio, cuando aún España estaba gobernada por Franco, fueron una confluencia de personas muy singulares. Heterodoxas, liberales, progresistas. Los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró estaban conectados con los movimientos de renovación pedagógica y tenían en mente el gran antecedente español de la Institución Libre de Enseñanza. Y todo el diseño del colegio, sus formas, sus espacios, sus tamaños, sus perspectivas, sus galerías, sus pórticos, sus pasillos, invitan a un planteamiento pedagógico aperturista.

¿Quiénes eran esas personas a las que alude?

Entre los fundadores estaba el catedrático Jaime García Añoveros, que años después fue ministro en los gobiernos de UCD. Uno de los primeros directores del colegio fue Santos Juliá, hoy en día un eminente historiador y por entonces recién salido del seminario, muy progresista. El primer gerente que puso la Caja de Ahorros fue Juan Garrido Mesa, uno de los canónigos cultos y liberales que marcó una época de apertura en la Iglesia de Sevilla. Aun siendo una sociedad anónima, la organización del colegio se planteó de un modo muy participativo y autogestionario con padres y maestros.

¿Esa confluencia era un reflejo de la España que quería liberarse del franquismo?

Sin duda. Muchos de los maestros militaban o simpatizaban con el PCE en la clandestinidad. Fue el colegio en el que matriculaban a sus hijos Paco Cuadrado, Paco Cortijo, Alfonso Grosso, Alejandro Rojas Marcos, Antonio Burgos, Alonso Balosa,... La suma de burguesía progre, profesionales liberales, pintores, escritores, políticos y sindicalistas que en la Sevilla de los años 70 encuentran en el Colegio Aljarafe un planteamiento de escuela moderna y sin autoritarismo.

¿Cómo evolucionó de sociedad anónima a cooperativa?

En 1985, la reforma de la ley de cajas ya no permitía que fueran propietarias de colegios. Negociamos con sus directivos y se constituyó una cooperativa de trabajo asociado, la fórmula más lógica a tenor de su funcionamiento colectivista. La constituimos más de 50 personas, sobre todo profesores, también personal de administración. Nos cedieron el edificio por 20 años, y en 2005, cuando expiraba la cesión, en esa encrucijada optamos por hipotecarnos para comprar el colegio. Nos asesoró Juan Garrido Mesa y todo se encarriló bien para lograr un buen precio. Además, para reafirmar nuestro interés en que siguiera siendo siempre una institución educativa, y nadie cayera en el futuro en la tentación de la especulación inmobiliaria con los terrenos, pusimos una cláusula para no facilitar esa posibilidad.

¿Qué cambió en el tránsito de colegio privado a concertado?

La vocación siempre ha sido socializadora, cada época ha tenido su concreción. Apostamos por la concertación, aun sabiendo que cambiaría totalmente la procedencia del alumnado. Cuando era privado, llegamos a tener 12 rutas en autobús con niños procedentes de toda Sevilla. Ahora no hay ninguna. Y el movimiento empezó a ser distinto: familias que se trasladan a vivir a Mairena del Aljarafe para que sus hijos estudien con nosotros. Este colegio es uno de los puntales de la Asociación Andaluza de Centros de Economía Social. Trabajadores dueños de los medios de producción y con espíritu de educación democrática. ¿No es eso un buen modelo de escuela pública? Nos gustaría tener concertado también el Bachillerato, pero llevamos muchos años pidiéndolo y la Junta no lo concede.

Otros rasgos que definen al Colegio Aljarafe.

El concepto de escuela abierta. La vida no se enseña solo en las aulas. Socializar el material que se usa en clase. Aquí no viene cada niño con material comprado por su cuenta. Lo compramos entre todos. Incluso los bolígrafos. Y lo tenemos en el almacén dentro de la escuela. Para todas las materias. Otro emblema del colegio: el método de aprendizaje de lectura y escritura: aprender la frase, de la frase a la palabra, y de la palabra a la sílaba. Al contrario del método que silabea. También forma parte de la identidad de colegio la apuesta por el teatro, la expresión corporal, la dramatización.

¿En qué se asemejan hoy en día a otros colegios y en qué se diferencian?

Afortunadamente, ya no somos tan distintos, porque en muchos colegios la educación ha evolucionado en calidad y en talante. Nuestro objetivo es anticiparnos siempre a las innovaciones. En el curso pasado, hicimos una fuerte apuesta por incorporar los iPad en clase para todos los alumnos de Secundaria y Bachillerato. Una de las señas de identidad del colegio es la metodología activa, y nunca ha habido un libro de texto como fuente única de conocimiento. Manejamos material de elaboración propia, además de una plataforma digital donde descargarse para la tableta varios libros distintos, gracias al acuerdo con diversas editoriales. Aunque la Junta de Andalucía sacraliza el libro de texto, a mí me parece un criterio atroz. Otro factor diferencial es la cantidad de actividades que hacen los alumnos fuera del colegio, desplazándose en autocares.

¿Alguna que le satisfaga especialmente?

Desde hace muchos años, está integrado dentro del currículo de los últimos cursos de Secundaria que los alumnos vivan experiencias como la convivencia en las dunas del desierto de Merzouga, en Marruecos; hacer durante varios días la parte final del Camino de Santiago, desde Cebreiro; y recorrer el interior de Andalucía.

¿En qué ha cambiado más el punto de vista de las familias sobre la educación que quieren para sus hijos?

Cada vez vamos más a un modelo norteamericano de considerar a los padres como clientes, desde las dos perspectivas. Desde los profesores se tiene en cuenta también el nivel de satisfacción de los padres, que se encuentren contentos con la escolarización que están recibiendo sus hijos. Pero desde la perspectiva de los padres, cada vez más te miran como el cliente que trata de condicionar mucho la acción educativa. Y ver qué fallo ha habido, para reclamártelo, incluso a través de abogado. Esa visión perjudica mucho. En la enseñanza es primordial la alianza entre familia y profesorado. Cara a cara. No llegar a la dinámica en la que el sitio donde peor se hable de los profesores sea la puerta de un colegio, y el sitio donde peor se hable de los padres sea la sala de los profesores.

Establezca una comparativa.

En los primeros veinte años de este colegio, la implicación de los padres fue muy especial. Cuando en todo el sistema educativo se normalizó la creación y funcionamiento de consejos escolares, nosotros lo teníamos ya muy desarrollado. Los padres estaban motivadísimos para participar en el colegio que querían configurar para sus hijos, empujaban en ese sentido sin necesidad de que les convocáramos. Ahora hace falta que les motivemos mucho, y a través de un modelo burocratizado. Sí me gusta que hoy en día numerosos padres de niños de Primaria hablan a diario con los maestros cuando traen a sus hijos, y entran en clase, y colaboran en esa dinámica de educar al alimón.

¿Los padres actuales son conscientes de que sus hijos han de sobrevivir en un mercado global y la mayoría va a competir por empleos y trabajos deslocalizados en internet?

Para afrontar bien los retos del siglo XXI, sería crucial que, de una vez por todas, se fijara una Ley de Educación para que dure al menos 20 años. Y, por favor, que nos dejen hacer, que nos dejen organizarnos. Partidos políticos: no utilicen más la Educación como campo de batalla partidista, no sacrifiquen a los alumnos. Y permitan la autonomía de gestión de los centros educativos proclamada en las leyes. No es real, no se nos deja trabajar con autonomía.

¿Qué sucede?

Por ejemplo, la innovación pedagógica más contrastada a nivel mundial encamina a educar en aulas más grandes y a enseñar conocimientos, competencias y habilidades con una dinámica más flexible, sin estar encorsetada por un rígido cuadrante de asignaturas y horarios donde importa más someterse a lo burocrático que enseñar y aprender bien. Pero los políticos españoles siguen considerando que cualquier necesidad se resuelve creando nuevas asignaturas, y eso es un error, es seguir compartimentando. Muchas celditas y el total no funciona. Necesitamos conformar una escuela para la vida, con ciudadanos educados en la libertad, en la responsabilidad, en el espíritu crítico. Confíen en nosotros y permitan que lo hagamos con autonomía. Por ejemplo, para afianzar los valores éticos, ¿no se pueden enseñar desde las asignaturas troncales como la Historia?

Dígame un ejemplo de iniciativa obstaculizada.

En mi etapa como director, que duró doce años, antes del inicio de un curso vimos que era importante reforzar la dedicación a Lengua Española y Matemáticas en Primero de ESO. Porque la normativa marcaba que los alumnos solo tuvieran tres horas de clase a la semana. Y el balance era flojo. Hablamos con los padres y planteamos dar una hora diaria de Lengua convirtiendo a una asignatura optativa en complementaria de Lengua. Y una hora diaria de Matemáticas, para garantizar que muchos alumnos no se quedaran atrás, y poder atender mejor a los que tenían dificultades para asimilar la materia. Lo acordamos profesores y padres. Pero el inspector educativo se negaba y no lo quería autorizar. Tuvimos que pelearlo arduamente, y no pudo consolidarse en cursos sucesivos. Años después, cuando el Informe PISA nos hizo ver desde Europa que en Andalucía los niveles en Lengua y Matemáticas eran muy bajos, a las autoridades les entró la prisa por reforzar el horario de esas materias esenciales.

El Gobierno andaluz ha ordenado que se impartan clases de ‘memoria histórica’. ¿Cómo lo llevaría usted a la práctica?.

Evitar que sea otro compartimento, otra ‘maría’ que los alumnos consideran un módulo en el que esforzarse menos porque no les van a suspender. No creen más asignaturas, así se atomiza la acción educativa y baja el rendimiento. Si en el curriculum de los alumnos han de estar temas de la ‘memoria histórica’ (que siempre hemos incorporado en este colegio), permitan que lo organicemos, y que puedan hablar de ello no solo los profesores de Historia sino también los de Filosofía, y que en las semanales asambleas de clase donde el tutor propicia que los alumnos tengan protagonismo, pues se pueda exponer y debatir sobre esa temática, e invitemos a padres para que hablen sobre lo vivido en nuestra historia reciente. Por favor, no intenten burocratizarnos también eso.

Muchos analistas del sistema educativo español consideran que uno de sus principales defectos es fomentar un talante pasivo en los alumnos.

Así ha sido. Nosotros siempre hemos trabajado mucho el espíritu crítico y el talante participativo. Los directores y profesores de otros centros a los que iban nuestros alumnos para proseguir sus estudios, nos decían: “Se nota que proceden del Colegio Aljarafe porque dentro y fuera del aula son más activos y más críticos”. Había profesores a los que molestaba que preguntaran más durante sus clases, sentían que les distorsionaba, acostumbrados a alumnos más pasivos. Cuando en realidad un alumno siempre callado puede parecer atento pero estar pensando en las musarañas. En cambio, si pregunta, si comenta en relación a lo que se está explicando, si propone cómo hacer algo, si debate, seguro que pone más interés en comprender, asimilar, pensar. Ya sea Física, Matemáticas, Historia,...

También se achaca un exceso de uniformización.

Hay que aprovechar cada vez más la diversidad que te encuentras en el aula. Pongo un ejemplo: la Universidad de Harvard se esfuerza en buscar alumnos distintos a los norteamericanos de raza blanca y familia numerosa, en captar también europeos, asiáticos, etc. Porque esa diversidad enriquece la calidad de la experiencia educativa. Tienen claro que un grupo de alumnos no es un grupo de clones.

¿No cree que en Sevilla hay muchas familias que buscan matricular a sus hijos en colegios donde ‘clonarlos’ mental y socialmente?

Sin duda. Los ven como espacio protegido donde van a estar más controlados y donde hay menos niños problemáticos. Esto último cada vez es más dudoso.

Los adolescentes españoles son los europeos con mayor promedio de utilización diaria de teléfonos móviles, mensajería e internet. ¿Es síntoma de que aprenden más o de que están enganchados perdiendo el tiempo?

Seguramente la mayoría no está aprovechando su potencial. Pero lo acabarán aprovechando. Un teléfono móvil es un bombazo. Con tantas opciones (videos, fotos, mensajes...) que crea adicción, tanto en el niño como en el abuelo. Tenemos que educar para gestionar mejor su uso. Y afrontarlo en clase. La solución no es darle la espalda en el colegio a la existencia de los móviles, sino enseñar a dialogar con una persona y prestarle atención sin estar mirando WhatsApp. Estar en un grupo y escucharse, que es el mínimo respeto que se merece quien te habla, y que te mereces cuando tú hablas. Todo esto enmarcado en la gestión del aula durante las clases y cómo mantener la disciplina. Ciertamente es difícil. Hemos de marcar límites y a la vez hemos de enseñar a autorregularse. Nosotros somos el muro sobre el que los adolescentes tienen que crecer como la yedra.

¿Las familias están marcando límites a sus hijos o están dejando que campen a sus anchas?

La cultura de nuevo rico que se extendió a partir del año 2000 está haciendo mucho daño. Primero impregnó a familias que tenían nivel socioeconómico y cultural bajo, después se extendió a familias aparentemente modernas que quieren hiperproteger a sus hijos. No están creando el muro para que crezca la yedra. Antes, un niño sin control era el que pasaba más tiempo en la plazoleta. Hoy es el que está más tiempo con tecnología de hipercomunicación en la mano. Como sociedad, nos hemos ganado a pulso estos problemas.

¿Qué propone?

Una de las estrategias ha de ser recobrar la vida en las calles como factor educativo y de desarrollo personal. En lugar de esta carrera entre las familias para comprarles cuanto antes el móvil y la videoconsola, propiciar que sean niños que juegan en las plazoletas. Hemos olvidado algo importante: en nuestra infancia de vida de barrio, cualquier niño iba avanzando en su crecimiento, año a año, siendo capaz de moverse solo, ampliando poco a poco su radio de acción de modo concéntrico. Y pronto era capaz de ir solo al colegio. Hoy en día, los padres llevan a los niños en coche hasta la puerta del colegio, aunque tengan 12, 13 o 14 años. No los dejan ni en una esquina cercana, tienen que llegar con el coche hasta la puerta, provocando en el tráfico una cola que me parece un espectáculo tristísimo.

Dado el altísimo paro juvenil, ¿está cambiando la mentalidad de los adolescentes para orientar su futuro más a la FP que a la Universidad?

Lo están aceptando como un imponderable. Mientras la percepción social siga identificando estudiar un oficio a tener fracaso escolar en Secundaria, mal nos va a ir. Es importante desde la orientación escolar hacer ver al estudiante que ha de conocerse mejor preguntándose: qué me gusta, qué se me da bien hacer, para qué tareas me veo con habilidades. Reconozco que hablo de este grave problema desde un entorno protegido, con alto índice de éxito escolar. Cuando veo las cifras generales de fracaso escolar en Secundaria, tanto en Andalucía como en el resto de España, me asusto.

¿Atisba si es posible en el panorama político español un Pacto por la Educación?

Tengo pocas esperanzas. Recuerden el último gran debate parlamentario, durante la moción de censura. Nadie habló de educación y de cultura. Ni un minuto. Y ha sucedido también en otros debates importantes.

Comienza un nuevo curso. ¿Qué se plantean para mantener vivo el espíritu de innovación?

Sistematizar de modo más técnico el aprendizaje cooperativo. Aplicar más los principios de escuela sostenible y ecológica. Desde contribuir menos a la contaminación en los desplazamientos de ida y vuelta al colegio, a los propios consumos del centro (hemos sustituido toda la iluminación del colegio para colocar lámparas led), y el reciclaje de todos los residuos. En Bachillerato tenemos en marcha el proyecto Green My School, que incluye intercambios con otros centros europeos, e intensifica las prácticas de los estudiantes en los temas de medio ambiente y sostenibilidad.

¿Hay concordancia con lo que viven en sus hogares?

Sí. Aquí nadie llega con bollería industrial ni con latas de refrescos. Y los bocadillos no vienen envueltos con material contaminante. Los maestros de Primaria hacen una gran labor, en esto y en todo son la base de la transformación social que un centro educativo puede lograr en su entorno.