Las mejores casetas están en Joselito el Gallo

‘El Machacante’ y ‘Salero y sal’ reciben los galardones al mejor exorno de casetas

05 may 2017 / 19:17 h - Actualizado: 06 may 2017 / 11:40 h.
"Feria de Abril","Feria de Abril 2017"
  • ‘El Machacante’, la caseta más antigua de Sevilla, ganó el primer premio por el exorno feriante clásico que concede el Ayuntamiento. / Reportaje fotográfico: Teresa Roca
    ‘El Machacante’, la caseta más antigua de Sevilla, ganó el primer premio por el exorno feriante clásico que concede el Ayuntamiento. / Reportaje fotográfico: Teresa Roca
  • ‘El Machacante’, la caseta más antigua de Sevilla, ganó el primer premio por el exorno feriante clásico que concede el Ayuntamiento.
    ‘El Machacante’, la caseta más antigua de Sevilla, ganó el primer premio por el exorno feriante clásico que concede el Ayuntamiento.
  • ‘Salero y sal’, en Joselito el Gallo, número 97, ganó el primer premio por su exorno de caseta en la categoría de un módulo.
    ‘Salero y sal’, en Joselito el Gallo, número 97, ganó el primer premio por su exorno de caseta en la categoría de un módulo.
  • ‘Salero y sal’, en Joselito el Gallo, número 97, ganó el primer premio por su exorno de caseta en la categoría de un módulo.
    ‘Salero y sal’, en Joselito el Gallo, número 97, ganó el primer premio por su exorno de caseta en la categoría de un módulo.

Si quiere ver las casetas mejor decoradas –según el jurado del Ayuntamiento– sólo tiene que dar un breve paseo por Joselito el Gallo. La primera parada está en los números 26-28, porque El Machacante, la caseta privada más antigua de Sevilla, ha ganado el primer premio en la modalidad de dos o más módulos. La segunda, en el número 97, porque el galardón a la caseta con mejor exorno de un módulo ha recaído en Salero y sal. Dos casetas que no sólo tienen en común estar en la misma calle.

No es la primera vez que reciben un premio. Si El Machacante es la reina del palmarés porque lleva alrededor de diez años recibiendo el galardón a la caseta mejor vestida, como así se constata en sus paredes, Salero y Sal también se llevó el título en 1966, 1967, 1970 y 1973. Entonces llegó una sequía que se ha roto este año y, por primera vez, con el primer puesto. «Es una bonita recompensa al trabajo y la dedicación», explica Manuel Martín, uno de los casi 30 socios de esta caseta familiar.

¿Cuál es el secreto? «Cariño, mucho cariño y trabajo», desvela Martín tras recordar la labor de Miguel y Chema, los montadores. La decoración la deciden entre todos y no les falta un detalle. Hasta tienen una regadera para calmar el polvo que levanta al bailar esta familia macarena.

Y con la insignia al frente, El Machacante –una moneda de un duro con la cara de Alfonso XIII infante y la leyenda Por la gracia de Dios, 1927, los 43 socios de esta caseta vuelven a lucir orgullosos su premio al mejor exorno. Un año más, gracias «a la continuidad y a tener socios que se preocupan por todo». Y ¿qué es todo? Fundamentalmente, se encargan de la conservación del patrimonio de esta caseta. Lo que cuesta tiempo y dinero. «Nuestra pretensión, año tras año, es tener una caseta tradicional y hospitalaria», asegura Francisco Durán, uno de sus 43 socios.

Durán explica a cualquiera que le pregunte la historia con solera de esta morada feriante, pero se le escapa un detalle. Uno. En uno de los rincones de El Machacante hay un organillo que, «podría ser el único con su edad que todavía funciona». ¿Y de cuándo es? Fue donado por un industrial catalán en 1927, así reza en una placa colocada sobre él en 1997. Pero... «fue donado en 1927 o 1928, no lo sabemos con exactitud».

Son detalles de la historia de un patrimonio que adorna una caseta con lámparas de vela, espejos con marcos dorados y muchas, muchas fotos antiguas que atesoran sus 90 años.

Sus socios primitivos pagaban como cuota anual un machacante o cinco pesetas (hoy pagan unos 600 euros), y de ahí le viene el nombre y la insignia de su entrada que aún conserva por detrás la tizne del incendio que la destruyó en 1964. Algunas fotos lo recuerdan: en una se aprecian varias casetas en el esqueleto tras la pira; en otra, de años posteriores, carteles con «esto fue un altavoz», «esto fue un lavabo» o «¿esto qué puñetas sería?». Y es que El Machacante renació con humor y con mucha fuerza.