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Adrián Manuel, en la Alameda de Hércules, en uno de cuyos restaurantes trabaja. / Inma Flores
Revientan de clientes las terrazas de la Alameda en una tarde de sábado. En la cocina de uno de esos bares abarrotados se afana en su trabajo Adrián Manuel Moreno, como viene haciendo los últimos 21 meses. Para su desgracia, Adrián está de actualidad, porque el 16 de este mes de octubre debe ingresar en prisión. Su delito: robar una bicicleta de Sevici en junio de 2008.
«Aquí hay un ambientazo, pero yo sigo con lo mío, con mi lucha continua», resume su estado de ánimo. Su abogado, Ángel Bordás, ha solicitado el indulto al Ministerio de Justicia, aunque Adrián prefiere no hacerse demasiadas ilusiones. «No me fío, lo veo difícil. Yo me pongo en lo peor, y si luego llega algo bueno...».
Adrián, de 25 años, no pretende para su futuro nada diferente de lo que desean un buen número de jóvenes. «Yo lo que quiero es seguir trabajando y darle de comer a mis niños», resume. En casa, lógicamente, todos lo apoyan. Adrián vive en Montequinto, en casa de su madre y junto a su mujer, que no tiene ingresos, y sus dos hijos, de siete meses y de dos años y seis meses. «Yo intento tranquilizarlas», explica refiriéndose a su madre y su mujer. Sobre sus hijos, confía en el que menor no se entere de nada. «El mayor puede que se dé cuenta de algo. Me ha visto por la tele y a lo mejor algo nota», relata.
En el trabajo también cuenta con apoyo. «Mis compañeros me dicen que no me preocupe, que al final no voy a entrar», cuenta, y se lamenta de que justo ahora estaba cerca de convertirse en fijo.
No pretende Adrián escaparse de rositas. El delito está ahí, y la condena también. Pero cree que existen más opciones. «Yo estoy dispuesto a pagar por lo que hice, pero esto lo veo abusivo. Que me pongan a barrer o a hacer cualquier otra cosa, que me pongan una multa, yo pago el tiempo que haga falta».