«Lo que respiramos mata»

Salud. Los neumólogos catalogan a Sevilla como una ciudad con picos pero no con riesgo elevado. Las urgencias se llenan con cada repunte

Iñaki Alonso @alonsopons /
16 mar 2017 / 22:36 h - Actualizado: 16 mar 2017 / 22:39 h.
"Salud","Salud pública","Hospital Virgen del Rocío","Respirando malos humos"
  • Un especialista comprueba en una radiografía las afecciones al pulmón que padece uno de sus pacientes. / El Correo
    Un especialista comprueba en una radiografía las afecciones al pulmón que padece uno de sus pacientes. / El Correo

Sevilla no es Madrid ni Barcelona. Ni mucho menos Pekín, la capital de un país en el que se estima que mueren en torno a 300.000 personas por contaminación al año y más de 20 millones más empeoran en sus patologías respiratorias. Pero el hecho de no liderar la lista negra de ciudades emponzoñadas por la polución no le hace estar libre de toda emisión contaminante. La capital hispalense se encuentra en un término intermedio: no sufre las graves complicaciones de las grandes ciudades europeas, algunas de las cuales han tenido que aplicar duras medidas de restricción del tráfico, pero sí registran picos que obliga a la población a estar alerta, en especial los pacientes que sufren enfermedades respiratorias y los niños, cuyos pulmones no están totalmente formados hasta llegar a los 14-16 años.

A este aviso a navegantes se apuntan los neumólogos, conscientes de que el aire sevillano no es la panacea. Y, aunque el tabaquismo es el que más preocupa, no eluden los efectos dañinos de una atmósfera sucia. «Lo que respiramos mata y nos afecta», lleva años insistiendo, a modo de alerta, José Antonio Rodríguez Portal, doctor del servicio de Neumología del hospital Virgen del Rocío, que tira de pragmatismo para ilustrar las afecciones de la contaminación ambiental, que daña silenciosamente al organismo. «Un pulmón extendido podría cubrir una pista de tenis, que se llena 16 veces por minutos de todo el aire que cogemos del exterior», afirma ¿Y si es aire que entra está sucio? Con ese prisma, preocupa más la calidad del aire.

De ahí que los picos de contaminación, aunque sean contados «preocupen», según relata el presidente de la Asociación de Neumología y Cirugía Torácica del Sur (Neumosur), Aurelio Arnedillo, sobre todo los más pequeños que «inhalan un volumen de aire superior al peso». Unos repuntes que no pasan desaparecibidos, sobre todo en los pacientes con EPOC, una enfermedad poco conocida pero que tiene una prevalencia del 10 por ciento en la población mayor de 40 años, y los que sufren asma. «Cuando hay un pico se nota en las urgencias, con empeoramientos bruscos el mismo día o jornadas posteriores», explica. Pero no sólo ahí: hay más ingresos e incluso más mortalidad vinculadas a esta contaminación atmosférica.

Algo contrastado «científicamente». En el caso del asma, un estudio realizado en diez ciudades europeas en 2013, entre las que se incluía Sevilla, concluía que la contaminación del tráfico puede estar implicada en el 14 por ciento de casos de asma infantil y el 15 por ciento de las exacerbaciones. El doctor Luis Manuel Entrenas, del Hospital Reina Sofía, señala al respecto que, aunque tiene un claro componente hereditario-genético, los componentes ambientales –caso de la contaminación o el tabaquismo– pueden activar esta enfermedad durmiente.

Ante este escenario, ¿cómo contrarrestar estos picos de polución? El ciudadano de a pie tiene pocas opciones: irse al campo –o dicho de otra forma, a lugares con menos emisiones contaminantes– o recurrir a mascarillas de filtración del aire, algo que, en el caso de Sevilla, no sería estrictamente necesario.

La prevención debe partir, por lo tanto, de las instituciones. Sevilla cuenta con dos ventajas. La primera es que el Gobierno local lleva tiempo buscando formas para reducir las emisiones contaminantes –el objetivo es reducir las emisiones de CO2 en un 50 por ciento antes de 2020– y cuyo alcalde, Juan Espadas, preside la Red de Ciudades por el Clima.

La segunda pieza la aportan los propios neumólogos. A diferencia de otras capitales del norte de España, Sevilla tiene una ventaja: no es una gran ciudad tomada por los atascos ni debe su polución al desarrollo industrial, sino casi exclusivamente al tráfico. Y eso, tener que modificar sólo una variable –la del transporte– se transforma en una oportunidad única a la que ya se están agarrando los gestores municipales, que han aplicado más de una medida de movilidad sostenible. «Se pueden aplicar medidas para facilitar el uso de la bicicleta y el transporte público y eso tendrá un efecto inmediato», expone su receta Rodríguez Portal, que pone el ejemplo la medida empleada en los Juegos Olímpicos celebrados en 2008 en Pekín, cuyas limitaciones al tráfico supusieron una reducción de la polución en un 50 por ciento en, posiblemente, la ciudad más contaminada del planeta.