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El único camión para trabajar en altura que tienen a su disposición los Bomberos de Sevilla. / El Correo
Se acumulan las carencias en el servicio municipal de Bomberos de Sevilla. A día de hoy disponen de un solo vehículo de altura para atender a una población de alrededor de 700.000 personas. El servicio tiene otros cinco vehículos similares, pero están averiados. Las deficiencias, que son múltiples, llegan a situaciones extremas: ni el año pasado ni este 2015 han recibido pantalones ignífugos. Los trabajadores del Servicio de Prevención y Extinción de Incendios y Salvamento (SPEIS) utilizan los que deberían reservarse para «espacios confinados», que provocan una tremenda sudoración que puede acabar por deshidratar a quien los usa.
Los Bomberos sevillanos no quieren alarmar, pero la situación es peliaguda, porque su trabajo es peliagudo. «En un servicio de emergencia lo preocupante es casi todo», resume Antonio Santín, delegado del CSIF. La situación de los vehículos de altura tiene su historia, que puede estar acercándose a su final. Lo cuenta Santín: «El Gobierno municipal ha sacado un expediente de urgencia por 21.600 euros. En tres días estarán arreglados». El problema se ha alargado porque, en el anterior expediente que se licitó para reparar estos vehículos, una de las empresas concurrentes denunció a la ganadora. La consecuencia fue que el expediente quedó paralizado.
El parque móvil del SPEIS tiene más problemas. En la actualidad, cuentan con tres vehículos de salvamento, FSV en la terminología usual de los Bomberos. Por esos tres vehículos, hay cuatro parques. El que no cuenta con ninguno es el central, el de la Puerta de la Carne. El motivo es sencillo: esos FSV son muy grandes, no caben. Si son necesarios en el centro, tardan más en llegar que en otros puntos de la ciudad, sencillamente porque parten de más lejos. Este es otro asunto en vías de solución, pero con matices.
«Estamos esperando la llegada de dos vehículos nuevos que quepan en el parque de la Puerta de la Carne», confirma Santín. El concurso se adjudicó el 25 de marzo a una empresa que disponía de 210 días para entregarlos. En el pliego de condiciones, dicha empresa quedaba comprometida a recibir tres visitas de responsables municipales que ratificaran que los vehículos se ajustaban a las necesidades del servicio. Cuando quedan menos de 50 días para la entrega, no se ha producido ninguna. «Estamos acostumbrados a que los vehículos llegan como llegan, se recepcionan y listo», relata Santín sobre una gestión claramente mejorable. Ahora, los Bomberos han solicitado acudir a esas visitas de control comprometidas.
Una mejora, siquiera parcial pero a corto plazo, puede venir de aprovechar el importe de un expediente que quedó desierto y que, en un principio, se pensó para adquirir dos vehículos pequeños de agua. El cargo, explican en el sindicato, correspondía a los llamados fondos Unespa, y asciende a medio millón de euros que se perderá si no se gastan en 2015. «Como trabajadores, hemos solicitado a los gestores que lo gasten en lo que realmente necesitamos». Es decir: en instalar navegadores en los vehículos, en equipos de protección individual para trabajar con motosierra y, claro, en pantalones ignífugos.
Todo esta retahíla de problemas llega con una matización del CSIF. «Llevamos cuatro años de atasco, de recortes, en todo», resume. Y, sin quitar ni una coma en la enumeración de problemas que padecen, y que pueden repercutir en la calidad del servicio, insiste en destacar también que aprecian «un cambio respecto al anterior Gobierno». «Antes, todo lo que podían tapar, lo tapaban. Ahora ha habido un problema –la ambulancia del servicio no ha superado la Inspección Técnica Sanitaria– y nos han informado de primera mano».