Los físicos te necesitan

La Universidad de Sevilla participa en un experimento mundial de física cuántica para el que es necesario que al menos 30.000 personas participen a través de la web ‘www.thebigbelltest.org’

14 oct 2016 / 08:33 h - Actualizado: 14 oct 2016 / 22:45 h.
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  • Adán Cabello y varios compañeros de departamento realizan un juego cuántico que adelanta, a muy pequeña escala, el experimento del 30 de noviembre. / José Luis Montero
    Adán Cabello y varios compañeros de departamento realizan un juego cuántico que adelanta, a muy pequeña escala, el experimento del 30 de noviembre. / José Luis Montero
  • Adán Cabello explica el funcionamiento de una simulación. / José Luis Montero
    Adán Cabello explica el funcionamiento de una simulación. / José Luis Montero

Lo primero es un físico que reconoce lagunas en la física. «Tenemos una teoría que predice muy bien lo que vemos en los laboratorios. ¿Pero entendemos por qué? Honestamente, la respuesta es no. No del todo». Lo siguiente es la petición de ayuda de ese mismo físico.

Porque Adán Cabello, profesor de Física de la Universidad de Sevilla, pone cara a la institución hispalense en su participación en el Big Bell Test, «un proyecto mundial que pretende llevar a cabo una serie de experimentos de física cuántica de forma simultánea el 30 de noviembre en diferentes laboratorios de todo el mundo», tal y como lo explica la Universidad. Para que el experimento tenga éxito es necesaria la participación de, al menos, 30.000 personas, que deberán entrar en la web www.thebigbelltest.org y dedicar un tiempo a un juego creado para la ocasión. Sin más.

Por partes.

De vuelta al principio, quizá conviene aclarar algunas cuestiones sobre física cuántica, habitual «sinónimo de qué raro», concede Cabello. «Es un prejuicio que se basa en el desconocimiento. Todo el mundo sabe que existen átomos y que estamos hechos de moléculas. ¿Cuál es la teoría que realmente describe esos átomos y esas moléculas?», pregunta Cabello, y él solo se contesta: la física cuántica. La teoría no es nueva, roza el siglo de vida, y lucha todavía contra un prejuicio: «Al físico por excelencia, Albert Einstein, no le gustaba». ¿Qué se pierde la sociedad? A estas alturas está claro que mucho.

Adán Cabello tira del ejemplo de la electricidad para explicarse: «La primera que ve el hombre son los rayos, y eso para qué le sirve, para nada. Y ahora todo es electricidad», y sigue, lanzado: «Aquí, el mensaje importante que hay que hacer calar en la sociedad es que nuestro futuro, como especie, pasa irrevocablemente por lo que seamos capaces de hacer con estas tecnologías cuánticas. Y esto es sólo el principio. Como científicos, estamos intentando llamar la atención de la sociedad. El mensaje es: no te preocupes, cuántico no es tan raro. En realidad, la teoría es muy simple, pero no se puede visualizar». Y acaba de apuntar, probablemente, el gran inconveniente para que quienes no son especialistas, un ingente porcentaje de la población mundial, pongan caras raras al oír hablar de física cuántica: que no hay manera de verla de forma sencilla. Pero, y esto es importante, «a la sociedad le debe interesar saber que realmente tiene que invertir aquí: poner a gente a trabajar en controlar átomos, en diseñar superconductores... Eso nos va a cambiar la vida. A estas alturas, está absolutamente claro que es nuestro futuro». La Unión Europea, por ejemplo, no tiene dudas. «Va a destinar un millón de millones de euros para tecnologías cuánticas en los próximos años», destaca Cabello, que explica que por ese camino transitan ya China –que lanzó en agosto un satélite para hacer comunicaciones cuánticas y emplea una línea de criptografía segura entre Pekín y Shangai basada en tecnología cuántica–, el Reino Unido, Canadá... Y un último dato: «Un tercio del Producto Nacional Bruto de cualquier país desarrollado tiene que ver con la física cuántica». Desde internet a una resonancia magnética, desde un teléfono móvil al láser, todos funcionan gracias a la física cuántica.

De manera que es interesante, y valioso, ayudar en este Gran Test de Bell.

Y es necesario. Porque la actuación aleatoria y simultánea de esos miles de personas sustituirán a los mecanismos físicos «superrápidos y supuestamente impredecibles» con los que se han realizado experimentos hasta ahora, y que planteaban la duda a los científicos de si esas partículas cuánticas no podrían, de algún modo, anticipar o influir en esas decisiones. En el experimento del 30 de noviembre esas dudas no existirán, gracias a la participación humana, que hará que una persona en Chile o Canadá decida qué experimento se hace en Suiza o Australia. La posibilidad de que sean los propios sistemas cuánticos los que anticipen o influyan en estas decisiones estará descartada, «y para eso necesitamos que mucha gente nos ayude», reitera Adán Cabello. Tampoco es pedir demasiado.