«Los jóvenes mejor preparados son penalizados por un pecado muy español: la envidia»
Emilio Ramírez Juidías, investigador de la Universidad de Sevilla experto en ingeniería gráfica. Inventor nato, con patentes de teledetección, su mente formula también en los paseos de agosto cómo aportar soluciones a la agricultura, la arqueología, el tráfico portuario y las ciudades
“Recuerdo mi infancia como un periodo en el que siempre intentaba crear cosas. En EGB le decía a mi profesor más habitual: “Don Mariano, he descubierto un método nuevo para hacer lo que vimos ayer en clase”. Y mi padre siempre ha tenido muchas ideas buenas que no llevaba a la práctica porque se centraba en su trabajo en El Corte Inglés. Por ejemplo, cinco años antes de que empezara a instalarse en las gasolineras el dispositivo para inflar automáticamente las ruedas de los coches, mi padre ya lo había ideado. Pero no daba el paso a materializarlo y patentarlo”.
Emilio Ramírez Juidías no se queda a medias. A sus 43 años, encarna el espíritu renacentista de aunar saberes técnicos, científicos y humanistas para aplicarlos en todo tipo de cuestiones. Eso que ahora se denomina ‘transversalidad’. Profesor universitario vinculado a la Escuela Superior de Ingenieros Industriales y a la de Ingeniería Agronómica, con un alto grado de curiosidad que soslaya cualquier compartimento estanco y cualquier gremialismo.
De niño estudió EGB en el Colegio Anejo, BUP en las Carmelitas y COU en el Portaceli, todos centros educativos de Nervión, el barrio donde residía. Ahora es vecino de Santa Clara junto a su esposa, oncóloga pediatra.
-En Barranquilla (Colombia) vuelven a contar en septiembre con usted como ponente en el Congreso Internacional Interdisciplinariedad y Desarrollo. ¿Cómo se inició su relación profesional con Colombia?
-Estuve en 2015 en Perú, en la Universidad Señor de Sipán, en Chiclayo, región de Lambayeque, y ahí me conoció René Ramírez, uno de los principales directivos de la Corporación Universitaria Americana, con sede en varias ciudades colombianas. Se interesó por mis investigaciones y patentes relacionados con la teledetección, y al año siguiente me invitaron, pagándome todos los gastos, para participar en dicho congreso y para articular proyectos de colaboración. Con Astelio Silvera, vicerrector de Investigación, y con Keilis Arteaga, directora de Internacionalización, me comunico muchas veces por videoconferencia desde Sevilla.
-¿Cuál es el primer proyecto que acomete en Colombia?
-Aportar conocimiento para resolver la excesiva sedimentación que padece el puerto internacional de Cartagena de Indias, importantísimo para Colombia. La rectificación del cauce de un río cerca de Barranquilla, cuya desembocadura está a cientos de kilómetros de dicho puerto, ha causado, al eliminar meandros, que dicho río arrastre al mar mayor cantidad de sólidos. Nadie previó que las corrientes marinas de este a oeste trasladan y depositan esa materia justo en la boca de ese puerto. La consecuencia es acometer a diario un continuo dragado para evitar que los enormes barcos mercantes no puedan entrar en la bahía.
-¿Qué puede aportar usted?
-El procedimiento que tengo patentado para teledetección a través de imágenes a color tomadas mediante fotografía, sea desde un satélite, desde un dron o desde un avión. Con técnicas de big data se pueden conseguir imágenes y estudiar en ellas no solo los electrones sino también lo que no se percibe tan fácil: la radiación ultravioleta o la radiación infrarroja. De una imagen en RGB podemos obtener una imagen multiespectral, con mayor cantidad de bandas. Y, en el caso de ríos y bahías, captar toda la información de esas aguas y de esos terrenos hasta 30 metros de profundidad, para precisar al máximo cómo es la orografía subacuática, mediante un tratamiento píxel a píxel. La Armada colombiana me va a suministrar datos de velocidad de flujos y cantidad de sedimentación, y vamos a modelar cómo paliar el problema en dicho puerto.
-¿Ese modelo patentado es fruto de alguna investigación previa en otro lugar?
-Profundicé en este tema tras un trabajo que hice para evaluar cuál es la máxima área inundable en Doñana. Utilicé imágenes de satélite y modelos digitales del terreno en baja resolución, y manejando bibliografía rusa que desarrolla muy bien las bases matemáticas y físicas, empecé a incorporar algoritmos para mejorar el tratamiento y estudio de imágenes. Hasta llegar a un punto en el que fui capaz de incorporar modificaciones a esos algoritmos y obtener dos algoritmos genéticos automodificables, que son la base de la patente. Trabajan en paralelo y se modifican mutuamente en función del factor de forma que tiene el terreno, para dar la solución que se está buscando.
-¿Se ha aplicado al estudio del estuario del Guadalquivir, donde tanto se ha debatido sobre el dragado para el Puerto de Sevilla?
-Se ha aplicado principalmente en marismas: las de Doñana, las del Tinto, las del Odiel, las de Isla Cristina. Ahora estamos estudiando las marismas del Río Piedras y Flecha del Rompido.
-¿Qué más ha necesitado aprender para desarrollar su método?
-El año pasado acabé un máster en astrofísica impartido por la Universidad de Valencia. En el trabajo fin de master, utilicé mi patente con ciertas modificaciones porque estaba aplicada, en ese caso, a la atmósfera solar, la cromosfera, para obtener un diagrama que midiera las ondas solares que no vemos, la presión del sol que distorsiona el espacio de su alrededor. Y me funcionó la modificación que hice. A raíz de eso, estoy ahora acabando de perfilar esas modificaciones para obtener un nuevo modelo de utilidad sobre las ondas de presión solar. Me ha servido mucho estudiar astrofísica porque es muy importante saber la cantidad de luz que hay fuera de la Tierra. Desde que la luz sale del Sol hasta que llega a la Tierra se pierde mucha cantidad. Y me ha servido para darme cuenta de los distintos efectos que dan lugar a una distorsión de la luz.
-¿En qué consisten sus otras patentes?
-Son muy variadas. Un sistema de domótica para bloquear puertas, aún no se ha explotado. Otra es un modelo de tricicleta, con sensor de movimiento y acumulación eléctrica, y desde la Universidad de Sevilla estamos en conversaciones con una empresa que quiere incorporarle dispositivo GPS y fabricarla en España. También tengo patentada con el ingeniero Jesús Yáñez Figueroa una cosechadora del caracol manzana, una especie invasora que procede de América y es muy perjudicial para las plantaciones de arroz.
-¿Cómo lo pueden recolectar?
-Es una máquina que se incorpora al tractor por delante o por detrás,y ‘peina’ los arrozales sin hacerle daño al cultivo, llevándose a los caracoles a una tolva donde recogerlos para comercializarlos, porque son comestibles. Es un caracol mucho más grande que el usual en España y a un industrial se le ocurrió introducirlo para promocionar su consumo. Pero en el transporte hasta su finca se cometieron errores, se perdieron caracoles, y se han adaptado fácilmente a nuestro clima, colonizando arrozales en el norte del país, expulsando a otras especies, y destrozando los cultivos.
-¿Ya han validado su cosechadora?
-Hemos superado ya la prueba del modelo en simulación, replicando las condiciones medioambientales y el tipo de maquinaria. Y funciona. Se lo hemos ofrecido a la Confederación Hidrográfica del Ebro y estamos esperando respuesta.
-¿Ha compartido algún proyecto europeo de investigación?
-He estado participando con integrantes de la Universidad de Londres en un estudio sobre los inconvenientes del cambio climático cuando se le suma el parón en la Corriente del Golfo de México, lo que sucede cada varios años y causa más frío en invierno y más calor en verano. Lo que tiene consecuencias en los cultivos, en las plagas, en la alimentación, en las enfermedades, etc.
-¿Alguna derivación que pueda aplicar en Andalucía?
-Sí, a partir de ahí he puesto en marcha con el Ayuntamiento de Cantillana un proyecto para obtener una variedad de naranjo que resista el ataque de una plaga procedente de África que ya está afectando al Algarve portugués. Es un virus, el HLB, que lo transmite el sílido, un insecto vector. Cuando infecta al árbol cítrico, trasloca el virus hacia sus raíces. Y si el árbol está infectado en el suelo por el hongo fitóftora, el virus desplaza al hongo de las raíces principales, las machaca, y el hongo se va hacia las raíces jóvenes que están saliendo y se las carga. El árbol se queda sin raíces, muere enteramente. Y puede perecer el 100% de árboles de una plantación.
-¿Qué están experimentando para prevenir?
-Hay una sola variedad en el mundo de naranjo, el poncirus trifoliata, que tolera esa enfermedad y no sucumbe al 100%, su producción puede disminuir un 40 o 50%. Estamos ensayando en los cuatro tipos de suelos más abundantes en Cantillana para ver el rendimiento en todos esos suelos y cómo esa variedad puede ser más productiva en el caso de que llegue el sílido, y el agricultor no se quede a cero en el rendimiento de su finca. Hay que compartir el conocimiento científico con la sociedad, es información fundamental para orientar su porvenir. Ya hemos realizado jornadas de difusión en dicho municipio. Y en 2018 organizaremos un congreso científico destinado a especialistas.
-¿Tiene algún hábito para despertar la creatividad en su fuero interno?
-Suelo dar paseos largos. Sobre todo lo hago por las tardes, después de comer, cuando hace más calor, porque no hay nadie por la calle. Por las mañanas, cuando me levanto, también paseo. Y a la Escuela Superior de Ingenieros también voy los sábados y domingos por la mañana, estoy dos o tres horas dándole vueltas a una idea que me ha surgido.
-Para usted, el calor no es un freno. ¿No le parece que buena parte de la población ha perdido la capacidad de desarrollar sin aire acondicionado su vida cotidiana y sus capacidades?
-La verdad es que sí. A mí no me gusta el aire acondicionado, prefiero el aire natural. Mis compañeros lo saben. Me reseca la garganta, y como se suele poner a una temperatura mucho más fría de lo correcto... Resisto mejor el calor seco que la mayoría de la gente. Sin embargo, no soporto bien el calor húmedo, el ambiente en ciudades como Palermo, Barcelona o Barranquilla.
-Predomina la superespecialización, ¿es frecuente que otros investigadores universitarios incrementen su formación en temas tan alejados de su principal área de actividad?
-Sí descubro a otras personas que lo hacen. Yo también tengo una licenciatura en estudios sobre Asia Oriental. La cursé por mejorar mi cultura general. Hay veces en las que, de tanto estar centrado en un ámbito tan matemático, llega un momento en el que prefiero cambiar, dedicarme a otra cosa y luego volver. Eso me aclara mucho las ideas, me da otra visión. Con esa licenciatura me colegié en la sección de Arqueología, y suelo participar en algunas actividades junto a arqueólogos. Ahora estoy dirigiendo una tesis doctoral de arqueología mediante teledetección a un doctorando de la Universidad de Granada.
-Divulgue ejemplos de cómo aplica esos saberes a la arqueología.
-Para descubrir minería industrial de antaño, sabemos que hay un tipo de amapola que crece exclusivamente en zonas mineras. Mediante la teledetección, aplicando al programa informático la firma espectral, que es el ADN de la amapola, podemos descubrir dónde hay. Otro ejemplo es el análisis de cerámicas para su datación histórica. La polaridad es la orientación que tienen las moléculas, y la polaridad terrestre no es la misma ahora que la de la arcilla utilizada en esa cerámica hace muchos siglos. Si acercas un teléfono móvil a una vasija muy antigua, reorienta sus moléculas de hierro a la polaridad actual y se pierde esa información para poder datarla. Pero con la teledetección no ocurre eso y aporta ventajas en la investigación arqueológica.
-¿En qué consistió su estudio sobre la ecosostenibilidad de la ciudad de Sevilla?
-Fue una idea mía, lo hicimos en el año 2013, y aportando la novedad de la teledetección, porque en estudios así solo se suelen utilizar sistemas de información geográfica. Tuvimos en cuenta no solo el plano urbanístico, sino también el volumen de los edificios, las temperaturas en cada distrito, la anchura de las calles, la velocidad del aire a su paso por esas vías, la superficie de área verde por habitante, etc. Con la gran cantidad de datos recabados, utilizamos un algoritmo que nos permitía averiguar en qué está por encima de los parámetros de sostenibilidad y en qué por debajo. Por ejemplo, descubrimos que en el este de Sevilla hay exceso de construcción en comparación con el promedio idóneo para la calidad de vida.
-¿Alguien ha utilizado ese estudio?
-Que yo sepa, se interesaron por él desde la Junta de Andalucía y desde la ciudad de Valencia, para aplicarlo. Es sencillo de hacer. Me parece interesante para las decisiones importantes que han de tomarse en una ciudad. Y tengo pendiente de publicar otro estudio sobre las zonas verdes en Sevilla, en el que he descubierto que, aunque hay más, está disminuyendo su dimensión en términos comparativos desde el periodo 1991-94.
-Si nos definimos como ‘sociedad del conocimiento’, ¿la gobernanza política no debe basarse sí o sí en el conocimiento que aportan estudios como éstos?
-Por desgracia, en España los políticos toman decisiones escuchando poco. No es un problema solo de los políticos sino de toda la organización social. La mayoría de las personas funciona de modo mimético. Primero decide. No busca el conocimiento ni es receptivo al conocimiento como primer paso previo para decidir qué hacer y cómo hacer.
-¿Deben hacer autocrítica los investigadores y científicos, para comunicar más y mejor los resultados de sus averiguaciones, y para marcar tendencia en el debate público?
-Eso lo piensa mucha gente en la comunidad científica, pero lo decimos en público muy pocos. Hay que transferir el conocimiento a toda la población mediante formatos divulgativos. Por ejemplo, divulga muy bien los temas de Física Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, en el programa ‘Salud al Día’ de Canal Sur TV. Porque nos damos cuenta de que no llega el conocimiento de lo que se patenta, o de lo que se publica en un congreso. Y se ignora a pie de calle lo que es de dominio común entre los investigadores desde hace muchos años porque se publicó en revistas de primer nivel mundial como ‘Nature’. Muchos tienden a olvidar que esas revistas que leemos no son consultadas por casi nadie fuera de la profesión científica.
-¿Cómo propone reestablecer los vasos comunicantes entre la sociedad y el conocimiento?
-Creando una vía para difundir con un lenguaje sencillo lo que publicamos con parámetros científicos cuando logramos realizar una investigación importante. Si el hallazgo es bueno para la sociedad, pero no hay conexión adecuada con la sociedad para transferirle el conocimiento porque no lo entiende a causa de la forma en la que lo comunicamos, se trunca el proceso y se desaprovecha el esfuerzo.
-¿Los jóvenes con los que se relaciona tienen esa mentalidad tan interdisciplinar, ese afán de combinar saberes tan diversos?
-Sí, empujan fuerte jóvenes muy preparados y muy inquietos. Los hay con una capacidad inmensa. Han de superar un inconveniente: en el mundo académico hay reglas del juego donde se penaliza a quien posee una gran capacidad de conocimientos transversales. Si no tiene una persona al lado que le abra camino y le dé libertad, quien contrata tiene miedo de que esa persona tan potente le deje en evidencia.
-¿La envidia mantiene su fuerza para dar y quitar en nuestra sociedad?
-Claro. Aún no se ha erradicado de modo conveniente. Yo la sufrí en mis inicios, hemos de evitar que los jóvenes muy preparados la sufran hoy en día. Han de aprender a aplicar toda su capacidad de conocimiento transversal en el momento justo para que no les suponga un problema a ojos de quienes tienen mejor posición y se dan cuenta de que están por debajo de ellos en cuanto a capacidades.
-¿Cuál es su punto de vista, como ciudadano, sobre la evolución de Sevilla?
-Me gusta que es más abierta y agradable, con avenidas más amplias y calles en las que se puede pasear tranquilamente. También mejora ambientalmente con parques como los Jardines del Guadaíra. No me gusta el excesivo gasto por mala planificación. Por ejemplo, en el tranvía, donde se estuvo quitando y poniendo su sistema de electrificación, y ese exceso de gasto se hace con dinero del contribuyente. También debe mejorar el aprovechamiento de instalaciones y su mantenimiento. Por ejemplo, el Estadio de la Cartuja. Suelo correr el Maratón de Sevilla, allí es la salida y la meta, da pena cómo está la pista, todos los corredores nos dedicamos a mirar al suelo para no tropezarnos porque hay muchos trozos levantados o rotos.