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Los misterios de la Feria

Corrupción, rebujito y daltonismo, arrancan seis días en los que no faltará tema de charla

20 abr 2015 / 23:31 h - Actualizado: 21 abr 2015 / 17:07 h.
"Feria de Abril","Feria de Abril 2015"
  • Las 25.000 bombillas de una portada muy fotografiada se encendieron a medianoche dando el pistoletazo de salida a la Feria de Abril 2015. / Reportaje gráfico: Pepo Herrera
    Las 25.000 bombillas de una portada muy fotografiada se encendieron a medianoche dando el pistoletazo de salida a la Feria de Abril 2015. / Reportaje gráfico: Pepo Herrera
  • El ‘pescaíto’ fue el protagonista de la cena.
    El ‘pescaíto’ fue el protagonista de la cena.
  • Un tamborilero ameniza la cena en una caseta.
    Un tamborilero ameniza la cena en una caseta.
  • El público abarrotó las calles del Real.
    El público abarrotó las calles del Real.
  • La fiesta se prolongó desde la cena del pescaíto hasta altas horas de la noche.
    La fiesta se prolongó desde la cena del pescaíto hasta altas horas de la noche.

Encendida la portada y alumbrado el Real, sin incidentes destacables por suerte, los adictos a esta incombustible fiesta tienen por delante seis días para beber, comer, reír, bailar y castigar el albero, ya sea a pie o a caballo. Pero como 144 horas dan para mucho, incluso quitándole las pocas que se vayan a reservar al sueño, habrá que plantearse sobre qué departir en los ratos muertos. La faena taurina de la jornada o el fútbol no son temas que todos controlen, ni tampoco son infinitos. Y seamos sinceros. ¿De qué habla uno con ese desconocido tan callado –por lo general, pariente foráneo de algún amigo/familiar– que se te sienta a la vera cuando te quedas guardando la mesa mientras el resto de la cuadrilla sale a bailar o va a pedir a la barra? Uno no puede estar consultando el móvil a cada minuto, a la vista de las dificultades que hay para cargar la batería en las casetas. Tocar las palmas tampoco es la solución. Pero no se alarme. No va a necesitar recurrir a treta alguna. Este año no van a faltarle temas de conversación, sobre todo teniendo en cuenta que esta Feria presenta varios misterios y dilemas sobre los que discutir, más allá de cómo es posible que el cuerpo y el bolsillo aguanten.

Para empezar, tenemos la socorrida disyuntiva cromática. ¿Se ha planteado alguna vez de qué color son los farolillos que decoran el cielo del Real? Ayer el debate se abría entre varios expertos en la materia, es decir, feriantes de libro. «Son naranja, y si alguien cree que son rojos, tiene que ir al oculista», comentaba un joven con una convicción casi talibana. Una chica le contestaba que nunca se lo había planteado, pero que defendía la rojez de la cuestión. Mientras, otro aportaba una explicación técnica. «Es un tono rojizo, pero al contraluz se ve anaranjado». Lo cierto es que este asunto no tiene demasiado misterio, aunque dé para un rato de charla. Oficialmente son «anaranjados». Y por cierto, cada uno sale a 20 céntimos. Hay 50.000 anaranjados y 50.000 blancos.

Hasta aquí las cifras están claras, salvo que quiera dudar de la oficialidad. Por ejemplo, ¿realmente la portada tiene 25.000 bombillas? Año tras año, el Ayuntamiento repite este dato, con independencia del tamaño que tenga la estructura, que varía cada edición. Y no habría por qué cuestionarlo, si no fuera porque ayer la Fiscalía abría diligencias después de que el consistorio le trasladara un informe de la Intervención General, que ha detectado presuntas irregularidades y desviaciones presupuestarias por 439.874 euros en el montaje de la Feria de 2014. La corrupción, presunta por supuesto, también sabe bailar sevillanas.

A los pies de la portada, esperando el alumbrao, se encontraba ayer un afónico Arturo, vendedor ambulante de la ONCE, que ha reservado ya esquina. Pese a tenerla tan cerca, no se ha parado a contar el número de luminarias del pórtico. Tiene otra tarea por delante: «Esta semana se vende más que el resto del año, porque la gente está más contenta, quizá por el rebujito. Para mí es una oportunidad de trabajo. Y que me busquen, que ya he repartido cuatro gordos».

Ya en las entrañas del Real, horas antes de que el alcalde le diera al botón del encendido, los caseteros preparaban el género y sacaban brillo a la vajilla para la noche grande del pescaíto. En Juan Belmonte 37, Eduardo García mostraba orgulloso las bandejas de gambas a El Correo. «Aquí, menú clásico: entrantes de chacina, langostinos, gambas y cigalas, variado de pescaíto frito, pastelitos de postre y para beber, manzanilla y cerveza». En este punto le planteamos si en esta caseta, que atesora numerosos premios por su cuidada decoración, han oído hablar de los nuevos rebujitos de cerveza (ranlerito), ron (remojito) o ginebra (rebugín). «Eso no son rebujitos. Aquí nunca lo hemos escuchado. Ponemos el tradicional, con fino o manzanilla». No es, en cualquier caso, su principal preocupación. En esta semana ganará casi el equivalente a un mes en la hostelería, «una oportunidad laboral» para este madrileño, que no mirará el reloj hasta el domingo.

Pero volviendo a la bebida, su respuesta abre la siguiente controversia o misterio feriante del año. ¿Puede considerarse rebujito a estos innovadores combinados?. En El Arranque (Joselito el Gallo, 177), su camarero utrerano Francisco Jiménez tampoco ha escuchado hablar de estos brebajes. «Yo pongo el clásico, y poco, porque aquí lo que se tira más es cerveza», sentencia mientras viste con mantelería tipo noche del pescaíto las mesas junto a sus cinco compañeros. «Nosotros vamos a disfrutarla poco, porque hay mucho curro, pero el ambiente con los socios es estupendo», comenta despidiéndose.

A la espera de encontrar dónde se sirven semejantes variedades, esta crónica regresa a la portada. Con la medianoche llega la comitiva municipal, bien nutrida, como de costumbre, con miembros de todos los partidos. Entre sevillanas de Los Cantores e himnos de la banda municipal, el alcalde, Juan Ignacio Zoido, que ostenta el honor de darle al botoncito, lo hizo con maestría. De un golpe certero el Real se prendió, para alegría de Sevilla, de los turistas y de Endesa. No en vano, la demanda diaria de energía en los 400.000 metros cuadrados del recinto equivale a la de una ciudad de 50.000 habitantes.

Tras el aplaudido alumbrao, la fiesta se disparó mientras el regidor, de recogida, se quedó mirando por un instante a los farolillos, ahora ya –con la luz– anaranjados sin lugar a dudas. Pareció quedarse pensativo. Quizá el esférico y cítrico farol le recordó a Naranjito, tan en boga últimamente. Quizá incluso alguno se planteó que va siendo hora de cambiar de color y pasarse al rojo, como mal menor, por aquello de no hacer apología ciutadana. En cualquier caso, eso ya lo verá el próximo alcalde, sea cual sea su color, que ese sí que es un misterio. Feliz Feria electoral.