¿La carrera militar tiene tirón en Sevilla? A juzgar por los datos, sí. El pasado año se presentaron 3.385 personas a las pruebas para ser soldado del Ejército español (se registraron 4.115 citas, pero 730 aspirantes no se presentaron finalmente al examen). La capital andaluza sigue siendo, tras Madrid y Cádiz, la tercera ciudad con más demanda, a pesar de que son pocos los que logran ingresar en el Ejército para cumplir su sueño: el de tener un sueldo, obtener una formación, disponer de alojamiento, manutención, acción y aventura. Hay quien lo busca todo y hay quien sólo una parte porque, con o sin vocación, la carrera militar se ha convertido en una salida laboral.

Ante el pésimo panorama laboral andaluz, con una tasa de paro juvenil del 57,8 por ciento, la carrera militar es una buena alternativa para muchos jóvenes. Eso sí, para ingresar en los centros de formación de tropa y marinería hay que sudar. Y en el caso de que un soldado no quiera desarrollar su carrera promocionando, se hacen contratos de tres años renovables hasta el quinto año que se le presenta el contrato de larga durabilidad que llega hasta los 45 años. Entonces empieza otro asalto que analizaremos en estas páginas.

El pasado año superaron las pruebas 261 personas en Sevilla (sólo un 6 por ciento de las que pidieron una cita para intentarlo), 41 más que en 2015, 84 por encima de 2014 y 161 más que en 2013.

Eso sí, el número de citas bajó en 2016 respecto al ejercicio anterior –660 aspirantes menos (-13,8 por ciento)–, dato que se justifica porque también se ofertaron menos plazas. De las 3.450 de 2015 se pasó a las 3.000 del pasado año, para las que se presentaron, en toda España, un total de 48.845 aspirantes.

De las 3.385 personas que se presentaron a los exámenes en Sevilla, 358 eran mujeres y 3.027, hombres. Es decir, que el porcentaje de féminas candidatas, el 10,6 por ciento en 2016, ha disminuido en los últimos años. En 2015 fueron 419, el 10,7 por ciento; en 2014, 562 (13 por ciento), y hace cuatro años, 302 (11,7 por ciento). Entre las razones, la vetusta imagen machista de la profesión militar o la dureza de las pruebas físicas.

De hecho, aunque la presencia de las mujeres se mantenía prácticamente igual desde 2007, en 2015 se incrementaron los requisitos en las pruebas físicas para el ejército de Tierra y se notó el bajón de candidatas.

En cuanto a otras ciudades andaluzas, destaca que Cádiz supera a Sevilla de media en unas 800 citas por convocatoria, circunstancia que se debe a la nefasta situación laboral de la tacita de plata que hace muy atractiva la llamada a filas y a la tradición y a la presencia militar en la ciudad.

Pero, ¿cómo es el perfil de estos aspirantes? ¿Ha cambiado en los últimos años? ¿Qué pruebas tienen que superar? Según los responsables de Reclutamiento de la Subdelegación de Defensa de Sevilla, el ejército ahora es mucho más profesional y sus miembros tienen un mayor nivel de formación.

De hecho, pretende funcionar como una empresa cualquiera que hace contratos para que, en cualquier momento, el recluta pueda volver al ámbito civil, eso sí, con una valiosa formación en la mayoría de los casos.

Según los datos del Área de Reclutamiento de Sevilla, el 56 por ciento de los opositores tiene entre 20 y 24 años. Un 26,5 por ciento cursó Educación Secundaria, frente al 13,5 por ciento que superó Bachillerato y el 14 por ciento con PAU/Selectividad. Los técnicos de grado superior sólo acaparan un 11 por ciento de los aspirantes a soldado, un 8,5 por ciento tiene un Grado y un 4,5 un Máster. Según sus responsables, los reclutas cada vez tienen más formación.

Nómina de 1.000 euros

El sueldo medio de un soldado oscila entre los 950 y 1.200 euros, dependiendo de la unidad, complementos o trienio. Una nómina que hace unos años se veía insuficiente pero que ahora, con la pésima situación laboral, muchos la consideran acorde con la cruda realidad.

Y con el sueldo va ligada la formación. Defensa oferta casi 50 especialidades diferentes a tropa y marinería. Y hay convenios con el Ministerio de Educación para convalidar esa formación. De los oficios más demandados: mantenimiento de aeronaves, conducción de maquinaria pesada (vinculado en la calle a altos sueldos y de ahí el interés de los jóvenes por formarse), informática, hostelería, monitor de equitación, electricidad o enfermería. El abanico es amplio.

Y, además, se puede estudiar una carrera universitaria. Defensa ya tiene una escuela universitaria para oficiales, por la adaptación al Plan de Bolonia. Dependiendo del ejército ofrecen una ingeniería diferente: en la Armada, el grado de Ingeniería Mecánica; en Tierra y Aire, de Organización.

Pero para éxito, el de la carrera de Medicina. Ya se cursa a través de Defensa, con profesores del ejército y con un periodo de prácticas en hospitales militares. A los seis años se puede obtener el título.

Eso sí, para entrar en la escala oficial se necesitan estudios universitarios o bien tener una buena nota en selectividad y bachillerato en asignaturas de ingeniería o biología y química para los que quieren hacer Medicina. Para soldado raso, el requisito mínimo es haber cursado cuarto de ESO.

Y para los ya licenciados en Psicología, Farmacia, Veterinaria o Ingeniería, por ejemplo, hay otra rama del ejército en la que se entra por oposición para ejercer la profesión dentro del ejército. Hay personas con vocación militar que inician una carrera civil y, después, se plantean y quieren trabajar en el ejército.

¿Y qué pasa a los 45 años? Entonces caben dos opciones. O el contrato con el Ejército se hace permanente previa oposición o se vuelve al estado civil con una remuneración del Estado prefijada. Después de 15 años entre uniformes, toca reciclarse para la vida civil.

Por ahora, estas personas tienen derecho a hasta dos años de paro y a una asignación anual de 7.200 euros hasta la jubilación compatible con un trabajo fuera de la administración.

Según fuentes del Ministerio de Defensa, a partir de 2025 estas asignaciones podrían suponer hasta 200 millones de euros para el Ministerio. Por eso la Asociación de Militares Tropa y Marinería (AMTM) y la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME) critican este coste y creen que sería «más rentable» para el Estado permitir que estas personas continúen desempeñando tareas en la administración.

Eso sería al final de la carrera militar, pero ¿cómo empieza? Con un concurso oposición. Primero se valoran méritos generales, académicos y militares (permiso de conducir, idiomas, licenciaturas...) y, después, se realiza un test de aptitudes que mide siete factores: verbal, numérico, espacial, atención, memoria, abstracto y mecánico. Pruebas psicotécnicas descartan patalogías como depresión, psicopatías o desviación psicopática, paranoidismo, extraversión-introversión, estabilidad social y sinceridad, psicosis...

En la segunda fase, a la que acceden un total de aspirantes igual que el número de plazas ofertadas por un determinado factor multiplicador (suele ser 4 para cubrir posibles bajas), se lleva a cabo un reconocimiento médico y pruebas de aptitud física que son eliminatorias, se es apto o no. Además, se incluye test de drogas y de embarazo. En el caso de que la aspirante esté embarazada se le reserva la plaza durante un año.

Salto de longitud sin carrera, abdominales, flexo-tensiones de brazos y carrera de ida y vuelta y prueba de resistencia cardiorrespiratoria. Estas son las pruebas físicas, con cuatro niveles según los ejércitos. Tierra suele pedir el D, el más alto, Armada y Aire, los siguientes. Mujeres y hombres tienen metas físicas distintas y no cambian desde hace años. Finalmente, se asignan las plazas y los aspirantes se incorporan a los centros de formación durante dos meses. Después le esperan sus destinos.

En la provincia de Sevilla hay varias unidades militares, entre ellas, la base aérea de Morón de la Frontera, el Cuartel General de Fuerza Terrestre (Plaza de España), la Comandancia Naval, la Agrupación de Apoyo Logístico número 21 (Torreblanca), la base del Ejército de Tierra El Copero (Dos Hermanas), el Escuadrón de Vigilancia Aérea número 3 (Constantina), el ACAR Tablada y el centro Militar de Cría Caballar de Écija.

Al depender de la nota final, no hay destinos preferentes que ocupen los sevillanos, si bien se observa una tendencia a optar por vacantes en unidades de la provincia de Sevilla u otras limítrofes (como Cádiz y Badajoz). Estar cerca de casa es el objetivo.