«Me dijeron que estuviera tranquila, que no era la única a la que le pasaba»

Las víctimas de acoso sexual cuentan su historia desde 2011. El SAT, que promovió manifestaciones y pidió desde el inicio medidas más contundentes contra el acosador, lamenta que la US no actuara de otra forma.

11 ene 2017 / 19:16 h - Actualizado: 11 ene 2017 / 19:20 h.
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  • Una manifestación de 2011 en la puerta del Rectorado en contra del acoso laboral. / El Correo
    Una manifestación de 2011 en la puerta del Rectorado en contra del acoso laboral. / El Correo

Las tres víctimas de acoso sexual dieron un paso adelante con su denuncia hace más de seis años. En el lejano 2011, con el apoyo de la sección sindical del SAT de la Universidad de Sevilla, se decidieron a contar entonces su lamentable situación, que comienza describiendo un acoso laboral que acaba por derivar en acoso sexual. «La bienvenida al centro por parte del decano fue un: ¿Tú no serás una de las gilipollas de la Facultad de Granada, no?, ¿no vendrás a traer problemas», relata una de ellas. A pesar de situaciones difíciles, que llegaron después de que ganara su plaza de Profesora Asociada –cuenta–, solicitó una cita «para expresarle mis inquietudes respecto a mis proyectos de investigación. Fue la primera vez que requerí su ayuda profesional y fue también la primera vez que sufrí el acoso sexual por parte de este señor, en su despacho del decanato, a puerta cerrada».

La segunda de sus compañeras explica que «desde las primera semanas empecé a vivir situaciones desagradables, nuevas para mí en un departamento». Y continúa: «En el mes de noviembre de aquel año comenzó el acoso sexual por parte del entonces decano de la Facultad, que en un principio ocurrió en su despacho al citarme en él reiteradamente como hacía con otras compañeras, incluso llegando a cerrar la puerta del mismo por dentro. Siempre lo aparté hasta que dejé de asistir al despacho y entonces comenzaron los encuentros por los pasillos y en el edificio donde impartí clase el curso 2007/2008 en el segundo cuatrimestre los jueves y viernes a últimas horas de la tarde. Paralelamente a esto, me aconsejaba e insistía que debía seguir sus recomendaciones ya que mi plaza era un favor personal y podía perderla...».

La tercera víctima recuerda experiencias muy similares: «Desde los primeros meses en que me incorporé como profesora fui víctima de acoso sexual por parte del catedrático (Santiago Romero), quien entonces era también decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y quien desde mi llegada al centro como profesora abusó de su supuesto poder y posición, jugando con mi inestabilidad laboral y mi ilusión profesional y vocacional: la de ser educadora». Ella incluye en su recuerdo aspectos del clima en el que se desarrollaba todo: «Aunque recurrí y comuniqué lo que me estaba pasando a alguna persona de peso dentro del departamento obtuve respuestas como: ‘que estuviera tranquila, que no era la única persona a la que le había pasado aquello, que no lo fuera contando por ahí».

El SAT, que desde el inicio apoyó a las denunciantes y convocó numerosas movilizaciones, lamenta ahora a través de su sección sindical que, «cuando abrieron un expediente y llegó un momento en el que lo llevaron a los juzgados, podrían haber actuado de otra manera». Apuestan además por una mayor transparencia y un expediente que culmine con la expulsión del condenado. El SAT pone especial cuidado también en destacar los avances que se han producido en la institución en este ámbito y en la importancia de evitar que este caso se emplee para atacar a la Universidad