“Me gusta situar en tensión al espectador para que imagine cómo usar mis creaciones”

José Miguel Pereñiguez Rodríguez / Es uno de los creadores más sólidos de la nueva generación sevillana, sobre todo como dibujante y escultor. Una vez más va a estar en ARCO y presenta sus instrumentos musicales inspirados en la geometría de la Alhambra y en la matemática de Pitágoras

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
05 feb 2017 / 07:09 h - Actualizado: 04 feb 2017 / 14:17 h.
"Son y están"
  • José Miguel Pereñíguez, en su estudio, donde idea y elabora sus obras de arte de modo muy minucioso. / Jesús Barrera.
    José Miguel Pereñíguez, en su estudio, donde idea y elabora sus obras de arte de modo muy minucioso. / Jesús Barrera.

No lo busquen en Facebook. No tiene perfil en ninguna red social... de los digitales. No hay ordenador ni internet en su estudio. Sí lo encontrarán en los anales del arte contemporáneo español del siglo XXI. En los bajos de un bloque de viviendas cercano a Torneo, aprovechando antiguos almacenes, en la funcional arquitectura que era el ambiente del barrio de los Humeros cuando la proximidad del tráfico ferroviario marcaba la pauta de su devenir, José Miguel Pereñíguez tiene su taller. Junto a otros cinco artistas (Rubén Guerrero, Fernando Clemente, Alejandro Ginés, José García-Vallés y Rodrigo Vargas) alquiló un espacio muy diáfano en el que cada cual tiene delimitada su zona. En el centro de Sevilla hay profusión de enclaves con similar cohabitación, ya sean pintores, escultores, fotógrafos, ceramistas,... Muchos son los llamados y pocos los elegidos para sobresalir a nivel nacional en museos, ferias de arte, galerías punteras, entregas de premios. José Miguel Pereñíguez lo ha conseguido desde hace más de 10 años.

Nació en Sevilla hace 39 años. Sus padres, ya jubilados, eran realizador de televisión y maestra de Primaria. Es el mayor de sus tres hijos. Los Remedios es el barrio de sus raíces, estudió en el colegio de los Padres Blancos, y se decantó desde su adolescencia por estudiar la carrera de Bellas Artes y alcanzar su objetivo de dedicarse al arte como profesional.

Imagino que en su juventud le dirían muchas veces la habitual frase: “¡Estás loco, quieres vivir del arte!

Eso también me lo planteaba yo. Intentar vivir del arte es hacerlo a partir de algo que no se sabe cómo va a funcionar. Es casi una cuestión de inconsciencia. Simplemente, empiezas a hacer, te vas metiendo en esto, experimentas, vas conociendo a las primeras gentes que tienen que ver con la escena real, a los que tienen cierta predisposición hacia el trabajo de los jóvenes. Si no tienes la oportunidad, te la fabricas. Con otros artistas de mi generación en Sevilla viví iniciativas muy interesantes, como la Richard Channin Foundation, o como Sala de Estar. Es más complicado ser tenido en cuenta como artista profesional cuando eres ya un poco mayor.

Tras licenciarse en Bellas Artes, hizo una tesina sobre su barrio, Los Remedios. ¿Con qué motivo?

Quería reivindicar algunos elementos de modernidad artística en su arquitectura y urbanismo. Me centré en la calle Asunción, en la Plaza de Cuba y en la Parroquia del barrio. Con afán de paseante, e influenciado por lecturas de teóricos de la arquitectura como Robert Venturi, quería reclamar una relectura pop de los espacios públicos, una asimilación más desacomplejada de valores que muchas veces quedan restringidos a las ortodoxias de la vanguardia y del buen gusto. Por ejemplo, los espacios comunes que crean los bloques en forma de equis en la calle Virgen de la Antigua, diseñador por el arquitecto Ricardo Espiau. O el proyecto original en 1931 para diseñar la Plaza de Cuba, de Fernando García Mercadal, uno de los primeros arquitectos racionalistas españoles (tuvo relación con Le Corbusier), que, desgraciadamente no se llevó a cabo. O unos balcones en la calle Asunción con elementos de color, formas de media elipse y viseras llamativas. Quería contribuir a cualificar esos detalles y hacer ver que no todo es neutro, anodino, indiferente. Que todo eso podía conferir identidad al cabo del tiempo.

¿No considera más que necesario incorporar intervenciones artisticas en todos los barrios para cualificar mejor su identidad y sus espacios públicos?

Sin duda, y aconsejo el libro que acaba de editar Rafael Ortiz sobre las aportaciones del artista Santiago del Campo en diversos barrios de Sevilla. Lo ha escrito el arquitecto Antonio Barrionuevo. Es muy interesante todo lo que hizo en Sevilla Santiago del Campo con un concepto de arte aplicado. Un ejemplo de que no es incompatible el desarrollo del arte en espacios neutros y cualificados para exposición, como los museos y las galerías, con aportar creatividad a fachadas, explanadas, zonas de paso, etc.

Los críticos valoran mucho su creatividad en el dibujo.

En mi ser, me siento sobre todo dibujante. Pero un dibujante muy particular, porque hay habilidades que no domino y que se le presuponen a quien se ha formado en el dibujo. Tras unos años más volcado hacia la pintura, que es el medio predilecto de la sociedad, volví al dibujo no como elemento auxiliar, o como práctica de taller, sino para producir desde el dibujo obra más sólida y de mayor escala y ambición. Y después he evolucionado más porque, tras empezar a construir modelos de objetos para hacer mis dibujos, ahora pienso más en tres dimensiones y me dedico más a esculturas y objetos, sin dejar de dibujar.

En sus exposiciones, ¿lo más interesante es descubrir las relaciones entre esos objetos y los dibujos?

Nunca me gusta que sean explícitas. A la hora de situar cada pieza, he de tener claro cómo quiero que funcione su interrelación, cuánta información quiero dar del proceso creativo y cuánta dejar fuera. Que haya cierta perplejidad, una suspensión de la certeza respecto a cuál es el origen de lo que se está viendo representado. Si son o no objetos reales, espacios de verdad o pequeñas maquetas. Ese diálogo estaba siempre, muy silenciado, muy cuidadosamente editado. Y ahora que se han emancipado un poco más las obras escultóricas, sí ha habido dibujo expuesto pero ya rara vez tienen la relación tan directa entre el dibujo y otras piezas.

¿Qué está preparando para su participación en Arco 2017, que se celebra del 22 al 26 de este mes de febrero?

Una propuesta seleccionada por la empresa Cervezas Alhambra, que ha creado un premio de arte y tendrá en Arco un expositor para mostrar las creaciones de cinco artistas españoles inspiradas en la Alhambra. Se lo ofrecieron a unos veinte para que presentaran proyectos, de los que elegir cinco y asumir su producción. Han optado como finalistas por los de Jacobo Castellano, Miren Doiz, el dúo Alegría y Piñero, Teresa Solar y el mío. [El primer premio es de 15.000 euros, y los otros cuatro ascienden a 4.500 euros].

¿Qué Alhambra tiene entre manos?

En la convocatoria quieren vincular el arte de hoy con el trabajo artesanal, algo que me coge muy cercano porque yo, en los últimos tiempos, estoy asimilando ese tipo de técnica del arte aplicado para utilizarla en mi obra. He incorporado a este proyecto al luthier Pablo Fernández Romero y al escultor y carpintero Alexis Amador, que saben mucho más que yo sobre cómo trabajar la madera. Con ellos estoy haciendo unos instrumentos musicales: dos de cuerda y uno de percusión. Son monocordios, instrumentos más bien teóricos, los desarrolló Pitágoras para explicar que la frecuencia de sonido es inversamente proporcional a la longitud de cuerda. Así explica los intervalos, y la relación entre los números y la música, entre las fracciones y las sonoridades. He establecido un juego creativo a partir de tres espacios de la Alhambra: El Patio de los Leones, la Sala de los Reyes y la Sala de los Abencerrajes.

¿En qué consiste?

Los he seleccionado por los elementos numéricos en los que pueden ser contabilizados, por las proporciones de sus espacios, por la ornamentación utilizada en ellos, por detalles de su intrahistoria que pueden ser reducidos a pautas numéricas. Y también he tenido en cuenta la Alhambra a pequeña escala que se construyó en Londres en 1851 cuando se realizó la primera Exposición Universal y se edificó el Crystal Palace. Lo impulsó Owen Jones, uno de los primeros estudiosos de la ornamentación arquitectónica de la Alhambra desde una visión científica y no pintoresquista. Jones publicó un libro clave para entender la gramática del ornamento. Su estudio pretendía encontrar una especie de sintaxis de lenguaje universal basado en una visión geometrizante. Me interesa esa visión más científica y objetivista de una cultura foránea, en la época inicial de las exposiciones universales.

¿Se va a hacer música con esos instrumentos monocordios?

No. Me gusta construir elementos de uso que no se usan, se exhiben como esculturas y están dotados de alguna posibilidad de manejo o funcionalidad. Me interesa porque eso hace pensar al espectador, lo sitúa en una actitud de atención y de tensión. La mente propende a interpretar el objeto, busca un resquicio para imaginarlo en movimiento o en uso. El desarrollo espacial de la pieza mediante la acción o el movimiento que se le pueda imprimir, a mí me interesa como un elemento de sentido, y ver cómo se puede jugar con eso. Siempre hay personas que no se reprimen y los cogen. Por suerte, nunca han sufrido ningún deterioro de consideración.

Desde hace muchos años, tiene uno de sus principales valedores en el galerista sevillano Rafael Ortiz. ¿Qué puertas le ha abierto?

Muchas. Cualquier artista al que él selecciona para representarlo es alguien que a él le entusiasma. Cuando un galerista trabaja con esa convicción, te va a ir mucho mejor. Yo no tendría futuro sin su labor, sin sus contactos, sin su cartera de clientes nacionales e internacionales. Porque yo no soy bueno difundiendo mi trabajo, estoy totalmente enfrascado en su elaboración.

¿Quién adquiere sus creaciones?

Colecciones privadas como la de DKV Seguros; museos como Patio Herreriano, de Valladolid, y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo; coleccionistas particulares,... A veces te llevas la sorpresa de que compra un cuadro tuyo alguien como la cantante Luz Casal. O en ARCO unos señores de Perú que te ven por vez primera.

¿Cómo impacta en usted, desde el punto de vista creativo, cuando está varios días en un certamen donde coincide con centenares de artistas de todo tipo?

Es aplastante. Imagine que entra en una librería y, en vez de estar todos los libros cerrados, estuvieran todos abiertos, como si fueran libros parlantes, y todos hablando al mismo tiempo. Unos le susurran y otros le chillan. Así me siento ante tanta concentración de arte que te está hablando a diversos niveles de intensidad, según lo que sugiere, según el tipo de lenguaje visual, el tipo de materiales... Me siento como alguien que, con todo cuidado, en su lugar de trabajo ha creado una especie de universo autosuficiente, y de pronto estás en un espacio donde todo entra en competencia, en colisión, y hay cosas que están desmintiendo completamente lo que tú entiendes por arte, ponen del revés lo que yo planteo. Y no lo digo como un rechazo, muchas de esas cosas me pueden interesar y gustar.

¿Tiene la misma sensación cuando sale de su estudio, deja atrás ese universo autosuficiente y, en las calles, se sumerge en la vida cotidiana de ir a comprar, coger el autobús, acudir a una ventanilla, entrar en un bar, indignarse con una noticia sobre corrupción,...?

Cuando soy ciudadano de a pie, como hace la mayoría, muestras el perfil bajo de ti mismo. Haces lo que todo el mundo y te comportas con las reglas básicas de educación que cualquiera persona espera de otra. Para mí la creación es lo más importante que hago a lo largo del día. No hay nada que me llene con tanta intensidad, no hay nada que me demande más atención.

¿Una persona con pocas referencias intelectuales puede disfrutar de sus obras? ¿O es imprescindible que tenga un bagaje amplio para que, inconscientemente, su imaginario cultural conecte con el suyo?

Intento que mis obras tengan una dignidad estética que permita a cualquier persona interesarse por lo que está viendo. Como eso es un valor subjetivo, puede interesar o parecer anodino. En mi esfuerzo de comunicación con cualquier tipo de espectador es difícil de predecir qué respuesta va a lograr. El espectador que sí pueda aportar otro tipo de lecturas gracias a su formación intelectual, puede que conecte con el aspecto estético o puede que la obra le llame la atención por otros factores. Ahí está la clave. Yo no sería honesto conmigo mismo si no intentara que en mi obra estuviera toda la intensidad intelectual de la que yo soy capaz. Todo lo que pueda meter ahí, en la medida de lo posible, lo intentaré hacer.

¿Cuál es el bagaje cultural que tiene más peso en sus creaciones?

Desde pequeño me han interesado siempre las mitologías y las religiones antiguas. He leído mucho sobre la idea del mundo que tenían culturas muy distintas a la nuestra. Ese tipo de referencias, que es un pensamiento primitivo, pero también muy sofisticado, esa forma de relacionarse con la realidad aporta conceptos y estructuras mentales que son muy útiles en el campo de la creación. Y sigo leyendo mucho sobre mitologías y sobre culturas antiguas. He estado más centrado durante un tiempo en las clásicas de Grecia y Roma, ahora estoy más dedicado a conocer la religión y la filosofía en la India.

Igual que está trabajando con artesanos, ¿no se ha planteado forjar algún proyecto creativo formando equipo con un filósofo, un científico, un matemático,...?

Es cierto que se puede establecer con fluidez una experiencia para compartir pensamientos. En generaciones anteriores, era frecuente que se relacionaran artistas, músicos, arquitectos, científicos... Y compartían un fondo cultural y generacional común. Ahora está todo más sectorializado, los artistas se relacionan solo en círculos de artistas, los arquitectos con arquitectos,... Hay dinámicas de relación más superficial, en ocasiones obligados por iniciativa institucional. Admito que, en las relaciones sociales, yo estoy muy desconectado. Soy pudoroso y me da reparo marear a la gente y llamar su atención para que me dediquen tiempo a la hora de implicarles en proyectos.

¿Por qué no crece de modo masivo la curiosidad hacia las artes plásticas, si hoy es muy fácil e inmediato, a través de internet en el móvil acceder a cualquier conocimiento y asomarse a lo desconocido?

Influye un mecanismo humano de autodefensa. En mi caso, tengo una curiosidad infinita por algunas cosas y otras a las que me resisto mucho en cuanto hay cualquier variación, y no quiero salir de lo que ya me sé. Por ejemplo, hay mucha gente que parece necesitar tener de inmediato la última gama de un teléfono móvil. En cambio, yo estoy rezando para que no se me estropee ni se quede obsoleta la batería, lo tengo desde hace diez años. Ya sé cómo funciona, ya le tengo apego. Ahí me cuesta afrontar las novedades, es por pura pereza. Cómo cualquier persona determina su ámbito de intereses, para volcarse en unos y mantener en otros solo un conocimiento básico de subsistencia, va marcando que el conjunto de la sociedad se decante por poner el foco en unos aspectos de la vida o en otros.

Como ciudadano de Sevilla, ¿qué opina sobre la evolución de la ciudad?

Creo que hay menos estímulos respecto a los que iba descubriendo cuando yo era un joven de veinte años. Seguramente, quienes hoy tienen 20 años no lo perciban así. Es de lamentar el cierre de muchas librerías y tiendas de discos. Es verdad que son artículos de los que es posible proveerse de otra manera hoy en día. Pero quienes estamos apegados a unas formas de relacionarnos a partir de esas actividades, lo lamentamos. No soy una persona nostálgica. Considero que Sevilla se está especializando demasiado en lo que funciona básicamente: la oferta de hostelería y la imagen trascendente de nuestras tradiciones.

¿Acaso es una tendencia a refugiarse respecto a la incertidumbre de la sociedad global?

No le quito importancia a hacer de las tradiciones y de las fiestas algo que trascienda de lo puramente lúdico, social y artístico. Pero, como ciudad, estamos olvidando que hay vida mucho más allá de esa inercia donde algunos sienten confort en el ensimismamiento de la rutina y de un ciclo vital repetitivo. Hay también otras actividades interesantes, otras facetas trascendentes, otros pensamientos sobre los que puede pivotar la ciudad.

Trump en la Casa Blanca, millones de emigrantes jugándose la vida para huir del hambre y entrar en Europa, la ciberguerra de los ‘hackers’, los intocables paraísos fiscales, Bárcenas, los ERE, las pensiones en peligro... ¿Qué papel ha de jugar del arte en este mundo donde a las mentiras las rebautizan como posverdad?

Si lo simplificamos mucho, hay dos caminos. Hay quien atiende a todo eso, e incluso lo resuelve bien, plantea un arte muy legible, donde todo esté muy claro, como de batalla. Mi talante es bien distinto: me gusta la formalización sofisticada de las cosas. A mi juicio, ese arte que parece dar respuesta a cuestiones que preocupan a la gente de modo muy inmediato, en realidad se basa en una plantilla de referencias que está en la mente de muchas personas, es también una ficción o simbolización. Por mi parte, yo no aspiro a a ese tipo de relevancia. Admito que mi trabajo pueda parecer más hermético y que sea más complicado acomodarse en él a primera vista.

¿Cómo llega a final de mes un artista como usted?

He tenido suerte y he de agradecer apoyos que he ido recibiendo. Como el de Luis Gordillo, quien, cuando fue galardonado en 2007 con el Premio Velázquez de Artes Plásticas, que da derecho al artista consagrado a elegir a un joven para que reciba una beca del Ministerio de Cultura muy bien dotada económicamente [30.000 euros], me seleccionó a mí. Hoy en día, parece que hay más movimiento e interés para la adquisición de arte contemporáneo, no sé si puede afirmarse que este ligero aumento de la demanda es salir de la crisis. Yo opté por producir objetos que tenían una aceptación muy difícil, y ahora hay algo más de receptividad. Mi vida personal es austera, gasto muy poco.

¿Se puede plantear un joven artista tener hijos y revertir la paupérrima natalidad española?

Algunos tienen hijos. Porque se ganan la vida con otras actividades. La enseñanza es la salida más inmediata. Yo no me dedico a eso, si tuviera que prepararme clases me quitaría mucho tiempo de creación.

Después de ARCO, ¿cuáles son sus próximas citas expositivas?

En mayo será en Córdoba, probablemente dentro de la Fundación Rafael Botí, y formando parte de una exposición colectiva de cuatro artistas con trabajos vinculados a la geometría. Y en junio, en Huelva, una muestra personal que es el resultado de la beca Daniel Vázquez Díaz que me concedió la Diputación onubense en el año 2015.

¿Y fuera de España?

No tengo nada previsto. Cuesta mucho asentarse. Porque, incluso si consigues una beca, vives en una pequeña burbuja: te dan un lugar de trabajo y una dotación económica para producir las piezas, vives en un ambiente de excepcionalidad. Pero, cuando eso acaba y sales a la realidad del lugar donde estás desarrollándote, hay una ley que se cumple: donde hay más apoyo a los artistas, es donde se concentra mayor número de artistas, y es mucha la competencia para hacerse un hueco entre creadores que son tan buenos o mejores que tú.