Alumnos suyos como Sergio Pozo han creado premiadas empresas de tecnología puntera, como Intelliment Security, de ciberseguridad. Otros docentes también han ejercido de modo notable su magisterio para alumbrar brillantes carreras profesionales dentro y fuera de España. José Luis Sevillano Ramos, 51 años, casado y con dos hijos, con domicilio cerca de la estación de Santa Justa, dirige desde hace tres años la Escuela Superior de Ingeniería Informática. Tiene en la actualidad 2.400 alumnos, sumando a los que están en grados, en másters y en programas de doctorado, incluyendo a los de nacionalidad española, a los europeos vía Erasmus y a los marroquíes. Seguro que ustedes, queridos lectores, saben que en las glorietas de Sevilla hay termómetros a pleno sol cuya temperatura rebasa los 50 grados. En cambio, no están a la vista los focos del pleno empleo de calidad, del estatus laboral con marchamo internacional. Lo que más anhelan las familias para sus hijos. Este centro universitario lo es, y con creces.

¿Cuáles son sus raíces?

–Nací en Morón de la Frontera. Mi padre trabajaba en una tienda de electrodomésticos en Morón y después fundó su propio negocio. Mi madre estaba centrada en criar a los hijos, soy el mayor de los cinco. Estudié en mi pueblo, en el colegio de los Salesianos y en el Instituto Bartolomé de las Casas. Tenía más querencia por lo científico que por lo técnico, hice en Sevilla la carrera de Física. De sus dos especialidades, la Física fundamental era más teórica y la Física electrónica era la que ofrecía más salidas laborales. Muchos de los que optamos por la segunda nos reconvertimos hacia la Informática cuando en los años ochenta empieza el ‘boom’ de los ordenadores. Mi vocación siempre fue la investigación y la docencia. Con una beca en 1989 comencé a dedicarme a la tesis doctoral. En 1996 ya conseguí la plaza de profesor titular en este centro.

¿Qué caracteriza la gestión de esta Escuela Superior?

–Las relaciones entre los diversos departamentos son buenas, los estudiantes son muy participativos, el personal de administración y servicios trabaja muy bien. No es un centro dificil de dirigir, hay buen ambiente, y me siento bien respaldado, por eso di el paso para presentarme, muchos docentes aportan su granito de arena a la gestión.

¿En qué lugar están situados en las clasificaciones mundiales de excelencia?

–Estamos en el puesto 172, que es un lugar relevante, en el ‘ranking’ que elabora la Universidad Nacional de Taiwan (NTU). Evalúa a miles de universidades y puntúa a a las 500 mejores. Estamos bien situados en esa comparativa.

¿Cómo dar un mayor salto de calidad?

–Estoy orgulloso de que la Universidad de Sevilla ya ha aprobado y enviado al Gobierno andaluz la propuesta de crear el Instituto Universitario de Investigación en Ingeniería Informática. Tenemos una importante masa crítica de investigadores. Por esa vía, podemos aglutinar mejor a todos los talentos, y crear muchas sinergias de colaboración y captación de recursos dentro y fuera de España.

¿Es difícil encontrar en el paro a un joven licenciado de esta facultad?

–Totalmente cierto. Las empresas que ofrecen prácticas no remuneradas se quedan con plazas sin cubrir, porque los jóvenes estudiantes tienen mucha oferta de incorporación a empresas mediante contratos o becas. Numerosos alumnos empiezan a trabajar incluso antes de terminar sus estudios. Es un sector laboral con mucho dinamismo, abundan las empresas que buscan captar talentos y que no se los lleve la competencia. Y hay egresados nuestros trabajando en el extranjero en sedes de grandes centros empresariales y científicos de investigación e innovación.

¿Cuál es el promedio salarial de un ingeniero informático en Sevilla?

–Por lo que me dicen, se puede calcular que la mayoría gana entre 20.000 y 30.000 euros al año. Lógicamente, depende de la estrategia de cada empresa y del nivel de responsabilidad profesional que se asuma. Es una cifra inferior a lo que se paga en Madrid, Barcelona y los grandes países, por eso hay jóvenes que, pudiendo elegir, dan el salto.

Amplios sectores de la población sevillana, con empleos que no les sacan de la pobreza, se darían con un canto en los dientes si cobraran al año un salario cercano a los 30.000 euros. ¿Hay una avalancha de solicitudes para matricularse en Ingeniería Informática?

–No, y me sorprende. Porque estamos viviendo como sociedad una revolución digital del conocimiento, y los profesionales de la informática gozan de un protagonismo que beneficia laboralmente. Para cada curso, llenamos los grados (225 en Ingeniería de Software, 120 en Ingeniería de Computadores, etc.), nunca tenemos plazas libres en junio, pero lo que me parecería normal es que la demanda de plazas fuera enorme, que el 90% de los jóvenes sevillanos quisiera estudiar aquí, porque la proyección profesional es evidente. Los que se van al extranjero a trabajar no es por resignación sino porque les ofrecen el triple de salario y participar en proyectos importantes.

¿Se está normalizando la demanda de estos estudios por parte de las jóvenes?

–Me preocupa que persiste la masculinización de las ingenierías, y especialmente las informáticas. Solo el 16% de nuestros estudiantes son chicas. Son mayoría en el grado que hemos creado de Ingeniería de la Salud, es el de ingeniería con más porcentaje femenino de toda Sevilla. Pero en otros grados nuestros el promedio es muy bajo. Hace pocos meses, celebramos el XXV aniversario de la primera promoción, y me di cuenta de que el porcentaje de mujeres era mayor que hoy.

¿Cómo remediarlo?

–Es muy fuerte el estereotipo del hombre informático, hay que divulgar mucho más los casos de mujeres en puestos de relevancia en el ámbito de la Informática. Y otro factor curioso para la reflexión: la palabra ingeniería echa para atrás a muchas mujeres cuando eligen a qué estudios matricularse. Es una pena, porque las mejores calificaciones en Secundaria y Bachillerato las logran ellas. Cuando pueden aplicar esos conocimientos para propiciar los cambios que mejoran el mundo, sin secundar el modelo ‘friki’ masculino.

Los informáticos que hoy en día tienen entre 30 y 40 años son los profesionales que más foros y eventos organizan en Sevilla, compartiendo conocimientos, experiencias y novedades. ¿Los veinteañeros que ahora estudian tienen lazos con esos ambientes?

–No es casual que haya tanto dinamismo. La creación de sistemas digitales es algo muy colaborativo. En esta Escuela Superior, hay media docena de asociaciones de estudiantes. Y es intensísimo el calendario de eventos y concursos, entre los que organizamos y los que acogemos. Todos aportan mucho a los estudiantes, que quieren estar a la última. La variedad es grande: desde la First Lego League, donde también participan niños y adolescentes; el Code Fest que organiza Everis; el Hack for Good que respalda la Cátedra de Telefónica; o el certamen Sec Admin, que el año pasado trajo a una figura mundial como Richard Stallman. Del 28 al 30 de junio, acogemos el Congreso Español de Informática Gráfica. Son solo algunos ejemplos. No sería posible sin el enorme esfuerzo de profesores y personal de administración y servicios, haciendo horas extras.

Hacen falta decenas de miles de profesionales en ciencia de datos, el ‘data science’. ¿Cómo lo pueden paliar ustedes? ¿Cómo actualizan sus programas, sus asignaturas, teniendo que depender del ritmo institucional de un ministerio, de una consejería, de un rectorado?

–Nuestra oferta formativa está en constante cambio. Empezamos siendo diplomatura universitaria. Después se creó el segundo ciclo como licenciatura. Pasamos a ser ingeniería técnica superior. Y, además de los cambios en los planes de estudios, es brutal la evolución de los contenidos de las asignaturas. Aunque no se les cambie el nombre. Hay materias que hace diez años eran muy importantes y ya no se imparten. Nuestro reto es formar a los estudiantes para que sean capaces, dentro de diez años, de enfrentarse a cualquier innovación, cuando lo que hoy estudian haya cambiado totalmente.

¿Cómo lo organizan?

–Nuestro centro es relativamente joven, el profesorado no es demasiado mayor, y eso favorece mantener más espíritu de innovación y de cambio. Y, por otro lado, mantenemos un contacto muy directo con el mundo empresarial y profesional. Disponemos de la Fundación Fidetia, lo que nos permite firmar convenios con muchas empresas, que nos trasladan sus necesidades. Eso nos permite estar al día, a la vez que mantenemos la visión académica para determinar qué conocimientos son esenciales en los planes de estudio, aunque no los demanden las empresas.

¿Qué les demandan desde las empresas a ustedes, como cantera formativa?

–La mayoría, ya sean multinacionales o locales, nos piden estudiantes con conocimientos técnicos y fundamentos del ámbito profesional. Pero también piden otro tipo de intangibles: que sea gente emprendedora, innovadora, con capacidad de comunicación, con dominio de idiomas, que sepan trabajar en equipo, que no tengan miedo a salir al extranjero... Se nota que las grandes empresas cada vez están interiorizando más los conceptos de trabajo de las ‘startups’ para desarrollar proyectos, y un mínimo producto viable, y técnicas ‘lean’ de productividad, etc.

De todo lo que se hace en Sevilla para articular Universidad y Empresa, dígame una iniciativa que le guste especialmente.

–El programa de becas que impulsa Telefónica para que estudiantes de nuestra escuela trabajen en ‘startups’ seleccionadas para desarrollarse en la incubadora de empresas El Cubo, en Cartuja. A un coste muy bajo, se ayuda a jóvenes emprendedores a desarrollar mejor sus proyectos, y además nuestros estudiantes mejoran su formación porque se empapan de esa dinámica de trabajo en las ‘startups’.

¿Se empieza a identificar a Sevilla con la informática, gracias a empresas como Bitnami, Emergya, Sdos, Wellness Telecom, entre otras?

–Son la punta de lanza de la nueva mentalidad empresarial en Sevilla: organizarse para buscar el negocio fuera de Sevilla, en un mercado mundial. Y están influyendo también en ese sentido a empresas sevillanas de otros sectores, porque la informática es transversal y aporta soluciones, productividad, etc.

Algunos de los fundadores de estas empresas me han contado que, en sus viajes, cuando negocian con directivos de grandes compañías, éstos no se fían de que en Sevilla se trabaje mucho y bien, y tienen que invitarlos a Sevilla para que lo vean con sus propios ojos.

–Conozco más casos. De hecho, yo he estado en alguna reunión de ese tipo, cuando una empresa sevillana va a recibir a un gran cliente, van a negociar, y desean que mi presencia y mi testimonio refuercen su credibilidad. Para hacer ver que en Sevilla hay muchos profesionales bien formados, fiables y resolutivos.

¿Quiénes tienen más prejuicios, los españoles o los extranjeros?

–Tienen más prejuicios los directivos de empresas españolas que los extranjeros. En España sigue pesando la mentalidad de que en el Norte hay más profesionalidad, capacitación y rendimiento que en el Sur. Todavía se mantienen los estereotipos negativos, esto va cambiando pero lentamente.

Como investigador, ¿cuáles son sus principales inquietudes?

–Empecé en sistemas de comunicaciones en tiempo real aplicados a la robótica. Después me centré en las ayudas técnicas para discapacitados y rehabilitación. Y ahora estamos aplicando todo eso al ámbito de la salud y la sanidad digital para mejorar la asistencia al paciente. Ingeniería de la Salud es un campo de enorme desarrollo. Tanto para hacer avanzar la medicina con apoyo de la robótica y la informática, como por la necesidad de reducir los costes. En una sociedad cada vez más envejecida, con la prevalencia de enfermedades crónicas, las nuevas tecnologías pueden hacer viable el sistema desde el punto de vista presupuestario.

Ponga algún ejemplo.

–En mi grupo de investigación tenemos un proyecto europeo, Smoke Free Brain, para ayudar a la gente a dejar de fumar. Mediante el uso de aplicaciones, con enlaces, contenidos, consejos... Las recomendaciones las elaboran sanitarios, y la forma de hacérsela llegar al usuario es nuestra tarea. Ya se está testando con pacientes. Hace poco terminamos otro proyecto europeo, Game Up, colaborando con una clínica suiza y con un centro de investigación noruego, para fomentar la actividad física en personas mayores mediante gamificación que estimulara su movilidad y su autonomía personal, a la vez que redujera el riesgo de caídas. El reto es que el anciano esté a gusto usando las nuevas tecnologías para algo tan ligado a su calidad de vida.

Las innovaciones tecnológicas están mucho más orientadas a los jóvenes que a los ancianos.

–Es evidente. Y adaptarlas a los mayores supone un coste excesivo para un mercado que aún no es grande. Percibo un creciente interés por parte de los ancianos para incorporar tecnología a su vida cotidiana. Pueden ser cosas tan sencillas como recordatorios para tomarse su medicación.

¿Hay cabida para los jóvenes que quieren hacer carrera dentro de la universidad, o están taponados?

–Es enorme el parón en el sector universitario público. Ha frustrado a muchos estudiantes a los que se ofrecían becas de investigación y hacer el doctorado. Alumnos que han hecho la tesis conmigo tuvieron que irse al extranjero de modo obligatorio por falta de promoción en nuestras universidades. Se ha reorientado y quienes ahora inician un doctorado saben que su salida profesional es sobre todo incorporarse a empresas que demandan doctorandos porque quieren participar en programas de I+D.

¿La endogamia ha perdido fuelle en nuestras universidades?

–Sin necesidad de tener que emular el modelo anglosajón, los requisitos para aspirar a una plaza en nuestras universidades son muchísimos más exigentes que hace 10 años. Sí hay que estar abierto a la captación de talentos foráneos para tener una universidad más potente.

Usted participa en los grupos de trabajo para planificar el futuro de la Universidad de Sevilla. ¿No corre el riesgo de ser solo una universidad de actividad presencial, cuando ya es inmensa y globalizada la oferta formativa en cualquier materia?

–Lo presencial es una fortaleza. La relación personal a diario, hacer prácticas en un laboratorio, manejar equipos, etc. Es muy interesante que la Universidad apueste estratégicamente por producir contenidos digitales de cursos on line. Pero eso requiere dedicar presupuestos a esa tarea. Y llevamos muchos años con recortes en cuestiones básicas como el mantenimiento de los edificios y sus instalaciones. No se puede resolver induciendo a los profesores a dedicar su tiempo libre a montar esos cursos. Algunos graban en video sus clases y después lo editan y las difunden a través de Youtube, y tienen muchos seguidores desde lugares remotos de todo el planeta. Hay que incentivar mucho más tanto al profesor que investiga y aporta nuevos conocimientos a través de publicaciones, como a los que crean recursos didácticos de calidad.

La presidenta de la Junta de Andalucía ha propuesto matrícula gratis para los estudiantes universitarios que aprueben cursos completos. ¿Qué opina?

–Lo importante es facilitar a los buenos estudiantes que prosigan sus estudios universitarios, independientemente de cuál sea su origen socioeconómico, y, por otro lado, garantizar la financiación de las universidades. Si esa propuesta supone una inversión extra desde la Junta, bienvenida sea. Pero si no se aporta más dinero, entonces no.

Como ciudadano de Sevilla, ¿qué propone para mejorar la ciudad?

–Consolidar la movilidad en bicicleta, de la que soy usuario. Con una inversión barata mejora el tráfico, reduce la contaminación, favorece la actividad física y la salud de quienes pedalean. Y sugiero al Ayuntamiento ser más creativo en la transformación de la ciudad hacia el modelo de ‘smart city’ (ciudad inteligente) aplicando las nuevas tecnologías.