Mi bloque es una discoteca

El nuevo curso reaviva las fiestas en pisos alquilados del Plantinar. Los vecinos reclaman que se haga cumplir la normativa para acabar con los ruidos de madrugada

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
14 oct 2016 / 22:35 h - Actualizado: 14 oct 2016 / 22:42 h.
  • Una vecina posa en una de las calles afectadas. / Fotos: El Correo-Pepo Herrera
    Una vecina posa en una de las calles afectadas. / Fotos: El Correo-Pepo Herrera
  • Suciedad en las calles a consecuencia de las fiestas que se organizan en los pisos alquilados del Plantinar.
    Suciedad en las calles a consecuencia de las fiestas que se organizan en los pisos alquilados del Plantinar.

Música a todo volumen, vocerío de balcón a balcón, trasiego y gritos en los rellanos, bolsas de botellas y vasos tirados en la acera o en los alcorques de los árboles... Es la escena a la que se enfrentan impotentes los vecinos del Plantinar «un martes, un miércoles o un jueves», según relatan, «hasta las cinco o las seis de la madrugada». El nuevo curso ha empezado con fuerza en el barrio. Tanto que hay quien ha tenido que dejar su piso, cansado de la «desidia municipal».

El fenómeno no es nuevo en el barrio pero se ha agravado en las últimas semanas coincidiendo con el inicio del curso universitario. Los inquilinos más jóvenes –en su mayoría estudiantes que vienen a formarse a la capital y que están matriculados en el cercano campus de Ramón y Cajal– organizan «fiestas y celebraciones de cumpleaños» en los pisos arrendados. Las citas terminan rebasando la frontera de la medianoche, incumpliendo así con la normativa municipal que regula la emisión de ruidos en el entorno más cercano a los domicilios. «Empiezan haciendo una primera botellona en casa, con música discotequera que genera un ruido brutal. Hay quien entabla amistad con otros inquilinos a voz en grito desde las terrazas... ¿no sé para qué tienen Whatsapp?», describe indignado un vecino de la calle Naranco, que ha tenido que poner tierra por medio hastiado de no poder pegar ojo y para evitar enfrentamientos: «Me he tenido que ir del barrio porque no aguantaba más». Su caso, añade, no es el único. Asegura que «al menos dos familias más» se han visto obligadas a cambiar recientemente de vivienda para poder conciliar el sueño por la noche.

Y es que las molestias de estos polémicos inquilinos se prolongan durante toda la madrugada, como ha ocurrido esta semana en la víspera de la festividad del Día de la Hispanidad. «Cuando vuelven de marcha, vuelven los ruidos y los gritos a las cinco o las seis de la madrugada. Dejan un rastro de suciedad y de restos de los lotes de la botellona allá donde pille: en la calle, en los árboles o en el ojo de patio, por donde además llegan a tirar colillas y hasta condones».

Es entonces cuando los vecinos elevan sus quejas, aunque, como critican, hasta el momento no han tenido respuesta: «Llamamos a la Policía pero a la Policía no le interesa el tema de los ruidos y encima tienen la desfachatez de no aparecer. Vamos a comisaría y nos dicen que para poner la denuncia, tienen que ir los agentes a nuestras casas para comprobar el nivel de ruido, pero no se por qué no aparecen... Y tenemos a dos personas que están al límite», lamenta el presidente de la asociación de vecinos Mulhacén, Fernando Rivas, que exige al Ayuntamiento que vele por el cumplimiento de la normativa municipal contra la contaminación acústica, ruidos y vibraciones. Así, recuerda que dos de sus artículos (el 27 y el 28) recogen el deber del ciudadano de «evitar ruidos molestos, gritos...», al tiempo que se especifica que las celebraciones privadas en domicilios particulares deben ser «entre las 12 y las 23 horas», con riesgo de multas de entre 600 y 12.000 euros dependiendo del tipo de infracción. Algo que, como subrayan los vecinos del Plantinar, no se está cumpliendo. A este respecto y a instancias del grupo municipal de IU, en la junta municipal del distrito de septiembre se abordó este problema que «altera considerablemente» la convivencia. Entre los dos acuerdos aprobados por unanimidad estaban «el impulso de una reunión entre la Universidad de Sevilla, la Policía Local, el área de Igualdad, Juventud y Relaciones con la comunidad universitaria del Ayuntamiento para buscar soluciones», así como la puesta en marcha de «una campaña de concienciación ciudadana para garantizar el derecho al descanso». Medidas que, como critican desde la asociación vecinal, «están en el limbo», puesto que no se convoca dicho encuentro y continúan los problemas. «Es el delegado el que ha de convocar. La Universidad está dispuesta a asistir a las reuniones pero lamentablemente se trata de un problema político colectivo», aclara el representante del Plantinar, que, no obstante, matiza que el planteamiento vecinal no pasa por una mera reprimenda: «No queremos una persecución policial en sí, sino que se trabaje entre todos, Ayuntamiento, Universidad, Policía Local, entes sociales y propietarios de los pisos alquilados, para hacer una pedagogía de convivencia en el Plantinar y en otras barriadas sevillanas, que cada año sirven de residencia a jóvenes estudiantes, y que nos consta que tienen este mismo problema». Por este motivo, Rivas defiende la urgencia de «crear un órgano empático con la situación, los ciudadanos afectados y los jóvenes» con el objetivo de encontrar «fórmulas educativas» que permitan controlar o zanjar este problema de convivencia y de civismo que sufre El Plantinar.

«O empezamos a educar y a tratar el tema en serio o esto se nos va de las manos», advierte el portavoz vecinal, quien no descarta el extremo de, si no hay movimiento por parte del gobierno local, convocar una asamblea «para que el barrio decida qué hacer ante la desidia y la dejadez municipal».

Mientras tanto, los vecinos se ven abocados a llamar insistentemente a la Policía y a presentar quejas formales ante el distrito para evitar que sus bloques de pisos se conviertan cada noche en «una discoteca encubierta». Algo que se da en toda la barriada, aunque tiene sus focos principales en las calles Naranco y Peñalara. Esta última se ha erigido como la «calle de moda» del curso.

‘BUZONEO’ CON LAS NORMAS DE CONVIVENCIA

La asociación de vecinos Mulhacén cada año reparte en los bloques de pisos de la barriada un escrito en el que resume las normas básicas de convivencia. Así, en cuanto a la ordenanza municipal que hay al respecto de los ruidos, destaca que según el artículo 47 los comportamientos impropios que perturben la convivencia tienen sanción de 600 euros si es infracción leve o de hasta 12.000 si es grave. También recuerdan la obligatoriedad de «cumplir con las normas de comportamiento cívico y de respeto mutuo», así como de los horarios permitidos (de 12 a 23 horas) para organizar celebraciones en viviendas privadas. De igual manera, la entidad vecinal especifica también el punto concerniente a este problema de convivencia en la Ley de Propiedad Horizontal, en concreto, en el artículo 7.2 relativo a las actividades molestas en pisos conflictivos. Es el llamado «procedimiento de cesación», que impediría alquilar hasta tres años o una posible indemnización de daños y perjuicios.