Monarcas de barrio obrero

Los Príncipes fue una de esas barriadas que nació con la generación de la democracia. Una nueva vida que sus vecinos se ganaron a pulso

09 feb 2018 / 16:23 h - Actualizado: 09 feb 2018 / 23:27 h.
"Distrito Macarena","'¡Mira qué barrio!'"
  • Las primeras viviendas de la barriada de Los Príncipes se entregaron en el año 1981. / El Correo TV
    Las primeras viviendas de la barriada de Los Príncipes se entregaron en el año 1981. / El Correo TV
  • La Virgen del Desconsuelo de la asociación cofrade del barrio.
    La Virgen del Desconsuelo de la asociación cofrade del barrio.
  • Juan, miembro de la Asociación de Barmans de Sevilla.
    Juan, miembro de la Asociación de Barmans de Sevilla.
  • Clases de gimnasia de mantenimiento en el Hogar Virgen de los Reyes.
    Clases de gimnasia de mantenimiento en el Hogar Virgen de los Reyes.
  • José Luis y Vicente, líderes vecinales.
    José Luis y Vicente, líderes vecinales.
  • Café de la Bodeguita Palmera.
    Café de la Bodeguita Palmera.

A mediados de los años 70 España despertaba a una democracia dormida demasiados años. Su llegada no solo supuso un avance en las libertades sino que permitió también un crecimiento político, social y urbanístico en todo el país. Sevilla, como no podía ser de otra forma, no fue una ciudad ajena a esta realidad. Con la llegada de estos nuevos modos de vida fueron surgiendo barriadas de altos bloques de pisos, zonas ajardinadas, grandes espacio peatonales y unas condiciones de vida diferentes a las hasta entonces conocidas que modularon un nuevo concepto de vecindario.

En torno a la antigua Casa Cuna, hoy sede de la Fundación San Telmo, existían por aquellos viejos huertos sobre lo que se construyeron estas modernas viviendas. Nacieron así barrios como Los Arcos, San Diego o Los Príncipes, donde ¡Mira qué barrio! ha hecho su parada de esta semana. Ubicada en el distrito Macarena, entre la SE-30 y las avenidas Alcalde Manuel del Valle y de Pino Montano. Sus primeros habitantes llegaron a sus pisos en 1981, año en el que la constructora hizo entrega de las primeras llaves a sus nuevos vecinos. Eran, en su mayoría, parejas jóvenes, algunas ya con hijos, que veían en la expansión de Sevilla una oportunidad para acceder a pisos más amplios y unas zonas comunes con las que ganaban en calidad de vida. Eran como las urbanizaciones de nuestros días pero adaptadas a la época de entonces.

El ímpetu de esos jóvenes matrimonios permitió que en sus primeros años el barrio de Los Príncipes se llenara de vida y actividad. Había velá, cruz de mayo, clubes deportivos, actividades culturales y una convivencia familiar digna de los barrios de siempre. Pero el paso de los años, de la edad y la llegada de nuevos vecinos han ido apagando ese ambiente que caracterizó antaño a estas barriadas. En los ojos de José Luis y Vicente, líderes vecinales de nuestros días, se lee que fueron muy felices en aquellos años. Que su juventud y la de sus nuevos vecinos les llevó a meterse en mil y un charcos para bien de su barrio, de esa casa de todas las casas que era su barriada. Todo lo que hiciera falta para que sus hijos fueran felices y tuvieran un lugar hermoso en el que vivir.

De aquellos años queda el recuerdo y algunos negocios como la Bodeguita Palmera o la Mercería de Gemma, dos tiendas de barrio que ahora regentan los hijos de quienes la fundaron, como metáfora de lo que hoy es el barrio de Los Príncipes. Lo descubrimos con su delegada, Clara Macías, y con los jóvenes de la asociación cofrade que no solo le han dado vida al barrio sino que también han entendido que la mejor forma de llegar a Dios y de que Dios llegue a la gente es a través de la Caridad.

Felices, fuimos muy felices. Por eso lo pasamos de lujo haciendo cócteles con Juan en la Asociación de Barmans del barrio. Probamos dos cócteles, Los Príncipes y Los Príncipes Love, que de buenas intenciones van sobrados. Brindamos, comimos la cocina del Parcela 7, y entendimos que en la vida no son necesarios grandes lujos para ser tan felices. Y aunque cualquier tiempo pasado fue mejor, Los Príncipes tienen por delante toda una vida que será lo que sus vecinos quieran. Ellos, más que príncipes, son los reyes de un barrio que por palacio tiene sus parcelas y por corona la humildad de su gente.