Otra mañana más en la plaza de El Pumarejo

A pesar de la actuación de la Policía del pasado miércoles los sin techo vuelven y piden a los vecinos que se diga la verdad

24 ago 2017 / 23:36 h - Actualizado: 25 ago 2017 / 10:09 h.
"Barrios"
  • Los sin techo ocupan la plaza de El Pumarejo un día después de ser desalojados. / El Correo
    Los sin techo ocupan la plaza de El Pumarejo un día después de ser desalojados. / El Correo

Como una mañana cualquiera, la plaza de El Pumarejo en la Macarena ha amanecido con la presencia de los indigentes que rondan la zona. Este jueves y tras la operación conjunta entre la Policía Nacional y Local de Sevilla del pasado miércoles en la que expulsaron a los sin techo de los aledaños, los indigentes han vuelto a su plaza con total normalidad.

A la sombra, cerveza en mano y con conversaciones diversas esperando la apertura del comedor social de El Pumarejo donde prueban los manjares de las Hijas de la Caridad. «La plaza está muy cerca del comedor y aquí nos concentramos esperando a que abran», explica Juan Antonio Cárdenas, vecino del barrio y amigo de muchos de los sin techo que residen en la plaza. Él toma la palabra ante la atenta mirada de sus compañeros de banco, reacios a los medios de comunicación que frecuentan estos días la zona por las quejas de los vecinos de la Macarena.

«Aquí confluyen unas 300 personas diariamente. Empiezan a venir a primera hora para asearse y tomar un poco de café y ya alargan hasta que comen algo en el comedor», afirma Cárdenas, que lejos de esconder la verdad habla claro y reclama que no siempre salgan las cosas malas sobre los indigentes de la plaza: «Aquí siempre estamos los mismos. La Policía nos conoce y sabe que los que crean problemas son los que vienen de fuera. Efectivamente hay problemas, pero como en todos lados. Si los vecinos dicen que aquí se vende droga que la Policía investigue».

Las declaraciones –valientes y seguras– de este vecino ante la mirada de sus amigos de El Pumarejo animan a otros a tomar la palabra ante la cámara de El Correo Televisión y no se amilanan ante ninguna pregunta del redactor. ¿Aquí se vende droga? «No se vende droga, se vende alguna pastilla pero nada más», aclara Miguel Larinto, otro vecino de la Macarena y amigo de los indigentes. No están de acuerdo con las denuncias de los vecinos, pues según ellos «no dicen toda la verdad».

Es un toma y daca por parte de dos grupos que no consiguen convivir en armonía. No es el caso de Carmen León –residente en la Macarena– que manifiesta que los sin techo no dan muchos problemas. Cuenta sobre los indigentes que «están bebiendo todo el día», pero que «respetan a los vecinos». Argumenta que efectivamente algunos dan problemas pero no por ello «podemos generalizar».

Con respecto a la venta de droga, esta vecina explica que «fuman porros» pero que no ve ningún tipo de venta. No dice lo mismo con las peleas que, según ella, «hay casi todos los días. Pero qué vamos a esperar si están todo el día en la calle. No quieren ir al albergue, prefieren la libertad que les da la calle».

Pocos comercios siguen abiertos en agosto. Los vecinos dicen que es el peor mes del año y cuando más indigentes se reúnen en la plaza de El Pumarejo y producen más problemas. Estas quejas son las que trajeron el pasado miércoles a la Policía Nacional y Local a la zona para desalojar a los sin techo, que este jueves volvieron sin ningún reparo a ocupar los bancos de la céntrica plaza.

Se trata de operativos conjuntos que se hacen habitualmente, explicó el Ayuntamiento de Sevilla a este periódico, aunque los indigentes lo desmienten con rotundidad: «Aquí pasan dos o tres veces al día, pero lo del otro día hacía mucho tiempo que no pasaba. Nos echaron a todos».

Es el día a día de El Pumarejo. Indigentes y algunos vecinos se enfrentan por la conquista de una plaza que lleva años reclamando seguridad y compromiso social. Mientras tanto, en medio de la disputa, una presencia celestial encargada de alimentar a las personas que sonrojan a un barrio histórico de Sevilla, las Hijas de la Caridad. Su cara visible, la superiora sor Isabel, explica que el mismo día del desalojo se reunieron en el comedor social de El Pumarejo para comer 298 personas y unas 400 familias más a las que suministran alimentos y enseres a diario. Un gesto que se produce desde hace más de cien años y que algunos vecinos de la Macarena no comparten.

«Más de cien años» llevamos aquí ayudando a las personas», recuerda sor Isabel, que lamenta que algunas personas del barrio no comprendan lo que hacen allí con las personas sin recursos. Y es que, como dice esta mujer de piel blanca y de corazón transparente, «algunas personas no quieren ver la realidad de los pobres».