Pablo no dejó comer las uvas a sus padres, pero «es buenísimo, ni llora»

Como el año pasado, el primer bebé sevillano del año vino al mundo en el hospital Virgen Macarena, de parto natural. Es el primer hijo de María y Javier

01 ene 2018 / 18:35 h - Actualizado: 03 ene 2018 / 16:17 h.
"Sanidad","Hospital Virgen Macarena"
  • Javier y María, que sujeta en su regazo al recién nacido Pablo, posan sonrientes en su habitación del hospital Virgen Macarena. / Jesús Barrera
    Javier y María, que sujeta en su regazo al recién nacido Pablo, posan sonrientes en su habitación del hospital Virgen Macarena. / Jesús Barrera
  • María acaricia con suavidad a su retoño. / Jesús Barrera
    María acaricia con suavidad a su retoño. / Jesús Barrera

El año no ha podido comenzar mejor en el seno de la familia Espinosa Sillero. Javier, de 29 años, y María, de 27, vecinos de Pino Montano «de toda la vida», se convertían en padres primerizos a las 1.27 horas del día 1 de enero gracias al alumbramiento de Pablo, un bebé que ha venido al mundo con un peso de 3,055 kilogramos y con tremendas ganas de agradar a sus progenitores habida cuenta de que ha sido un parto rápido y sencillo y, además, el recién nacido «no ha llorado ni un segundo», según revelaba Javier en torno a las 14.00 horas.

Si lo ha hecho o lo hará después es algo que sólo ellos sabrán y gozarán o sufrirán, pero resulta sorprendente que todo haya salido tan bien: «Es buenísimo. Si me dicen que el próximo va a ser así, lo tendría ya», se lanza a afirmar su papá antes de narrar los pormenores de tan dichoso evento: «Estábamos en plena cena de Nochevieja cuando sobre las once y media María me dijo que le dolía mucho y que no sabía si podría aguantar».

Aunque llevaba con contracciones desde la madrugada del sábado, éstas eran irregulares y no hacían prever que Pablo vendría al mundo el primer día del año, ya que la fecha prevista de parto era el miércoles 3.

De manera que María y Javier se plantaron en el hospital Virgen Macarena (curiosamente, el primer sevillano de 2017 también nació allí, a las 1.22, cinco minutos antes que Pablo) al filo de la medianoche, en torno a las 23.40 horas. Y se quedaron sin uvas: ella estaba ya en la sala de exploración; él en la de espera. «Cuando la vieron me dijeron que ya había dilatado ocho centímetros y que ya no le podían poner la epidural porque no le haría efecto», explica Javier.

El papá vio las campanadas en el móvil junto a otros familiares. Seguro que le importó poco cuando cogió en brazos a Pablo, comprobando su enorme belleza y bondad: «Es increíble, parece que no fuéramos primerizos y que éste fuera el cuarto o el quinto», bromeaba Javier después de apuntar que «ha cogido la teta muy fácil». Ha sido todo tan ideal que «incluso pensamos que nos darían el alta el mismo día, pero nos han dicho que debe quedarse 48 horas para ver que todo esté en su sitio».

María y Javier ya tienen su cuarto preparado «desde hace meses» en su hogar de Pino Montano, donde reside esta pareja «desde hace dos años, aunque llevamos diez juntos», si bien no están casados... de momento: «En el día de mañana no te digo que no, cuando la economía esté mejor», reconoce Javier, que trabaja en mantenimiento frigorista para Ferrovial, en tanto que María, esteticista, no tiene trabajo porque la peluquería donde laboraba cerró hace unos meses. Todo eso importa relativamente poco: «Es el primer día del año más bonito de nuestra vida», afirma rotundo y seguro el papá de Pablo.