«Pensaba que realmente estaba ayudando a una mujer maltratada»

La mujer acusada de denunciar falsos malos tratos sostiene que su exmarido la golpeó. El único testigo de los hechos se retracta y dice que no vio «nada»

03 nov 2015 / 21:13 h - Actualizado: 03 nov 2015 / 21:14 h.
"Tribunales","Violencia de género"
  • Raquel Valle y el otro acusado, ayer en el banquillo para ser juzgados por falso testimonio. / El Correo
    Raquel Valle y el otro acusado, ayer en el banquillo para ser juzgados por falso testimonio. / El Correo

«Pensaba que realmente estaba ayudando a una mujer maltratada, ahora me arrepiento». Estas fueron las palabras de uno de los acusados por falso testimonio que ayer fue juzgado junto con una mujer que acusó a su exmarido de golpearla –unos hechos que quedaron archivados después de que los forenses explicaran que ella no sufría lesiones compatibles con la agresión que describía–. El juicio contra ambos, la mujer y el único testigo con el que ella contaba, quedó visto para sentencia después de que la Fiscalía de Sevilla pidiera para ellos multas de 4.050 y 540 euros. La acusación eleva las penas a cuatro años de cárcel para ella y uno para el supuesto testigo.

No era la primera vez que Raquel Valle se sentaba en el banquillo acusada de falso testimonio y denuncia falsa. Sobre ella ya pesa una condena de 20 meses de prisión por hechos similares, por denunciar a su ex marido por unos malos tratos que nunca ocurrieron y por los que José Antonio Santos llegó a estar hasta once meses en prisión preventiva. Ayer, junto a ella había otro acusado que, en su declaración, se retractó, dejándola a ella sola con su versión. Según Raquel, su exmarido la agredió el 10 de mayo de 2011 sobre las 22 horas en la Plaza Azahín, asaltándola de forma sorpresiva con patadas y puñetazos y dejándola tendida en el suelo.

Nadie vio la agresión, únicamente había un testigo que al ver a la supuesta víctima tirada en el suelo se bajó del coche «para ayudarla». Manuel F. S. explicó ayer a la magistrada del Penal número 14 que esa noche no vio «nada» ni «a nadie junto a la mujer, que estaba sola». Pese a que en declaraciones anteriores dio una descripción de un hombre y la matrícula de un vehículo que coincidía con la del exmarido de Raquel, ayer admitió que «fue ella la que me dio la matrícula, yo vi pasar muchos coches pero no vi ninguna matrícula ni tampoco a nadie». Una acusación que ella, que se negó a contestar las preguntas del letrado de su expareja, negó ante la jueza.

«Creí que estaba ayudando a alguien por el tema del maltrato, ahora me arrepiento», dijo el acusado para justificar que diera la citada matrícula. «Me dijo que le había pegado su exmarido, pero yo no le vi que tuviera lesiones, pero la llevé al hospital», negando, como ella dijo, que fuera él quien la convenciera para denunciar. De hecho fue el único que hizo uso de su derecho a la última palabra, pidiendo «disculpas» por si su «testimonio ha podido perjudicar a alguien, pero creí que estaba ayudando», insistió.

«Incompatibles»

Tras los dos acusados, declaró el exmarido de Raquel quien aseguró que ese día había estado en su casa de Umbrete, que estaba en obras. Según explicó los albañiles se fueron sobre las 21.30 o las 21.45 horas y que sobre las 22.30 vinieron unos vecinos a ver cómo iban los trabajos. Una versión que fue refrendada tanto por el matrimonio que vive en la casa contigua como por los operarios encargados de las obras. José Antonio Santos dijo que esta denuncia se produjo después de que él denunciara a su exesposa por incumplimiento del régimen de visitas del hijo que tienen en común.

Por su parte, las forenses que estudiaron a Raquel aseguraron que las «lesiones que presentaban no tenían ninguna relación de causalidad con los hechos relatados», pues no tenía ningún golpe en los lugares que ella indicó.

El arrepentimiento del acusado hizo que el fiscal rebajara las penas de prisión a multa, insistiendo en que era «imposible» que en menos de una hora el exmarido fuera de Umbrete a Sevilla, la agrediera y volviera a su casa. Para la acusación todo ha sido «una confabulación».