Asume Adela Muñoz una idea de Marie Curie, y a partir de ahí se plantea una pregunta: la curiosidad es innata al ser humano y no entiende de sexos. «¿Por qué entonces hay tan pocas mujeres científicas a lo largo de la historia?» La respuesta es sencilla: «Porque no las han dejado».

Adela Muñoz es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla y escritora. De hecho, esta semana ha presentado en Sevilla su libro Sabias, que lleva como subtítulo la cara oculta de la ciencia y que en realidad es una colección de «mujeres que se han escapado de las prohibiciones y han conseguido dedicarse al conocimiento, al saber».

Si, de acuerdo con Virginia Wolf, una escritora necesita un cuarto propio, «una científica, además de tiempo y ese cuarto propio, requiere una formación temprana, una biblioteca, y un acceso a una instrumentación científica que es cara. Las mujeres, a lo largo de la historia, han requerido el apoyo de los hombres para conseguir todas estas cosas». De manera que no es un libro para enfrentar a hombres y mujeres, porque «prácticamente todas las mujeres del libro han tenido apoyos en su entorno cercano de hombres que las han ayudado a desarrollar esa vocación científica».

Estas figuras, que ocupan desde la civilización sumeria con Eheduanna, hasta figuras del siglo XX como Madame Curie, puede además ser útil. Por un lado para, conocida la historia, «comprender el pasado y mejorar el futuro». Por otro, «porque estas mujeres pueden ser un excelente modelo para las niñas de hoy, para que les sirvan de guía e inspiración. Tal y como fueron, por sí mismas, son fascinantes»