Prostitutas bajo la alfombra

Médicos del Mundo atiende a un 30% de mujeres en su servicio móvil para la prostitución, pero alerta de que se trasladan de las calles a pisos-burdel donde es más difícil ocuparse de ellas

26 nov 2017 / 20:57 h - Actualizado: 27 nov 2017 / 00:03 h.
"Prostitución"
  • En uno de estos pisos se denunció en 2016 un apartamento-burdel. / Manuel Gómez
    En uno de estos pisos se denunció en 2016 un apartamento-burdel. / Manuel Gómez
  • Protesta vecinal por un piso burdel. / Antonia Vargas
    Protesta vecinal por un piso burdel. / Antonia Vargas
  • Un cliente habla a una prostituta antes de la llegada de las multas. / Jorge Zapata
    Un cliente habla a una prostituta antes de la llegada de las multas. / Jorge Zapata

Todos tenemos claro que no estamos barriendo el salón si las pelusas las guardamos bajo la alfombra. Algo así pasa con la prostitución callejera en Sevilla. Las muchachas ligeras de ropa en las esquinas no escandalizan ya a los biempensantes, pero eso no significa que los sevillanos hayan sabido erradicar este oficio, perseguir a los proxenetas o señalar a los clientes para que dejen de serlo: la prostitución se ha trasladado.

La organización Médicos del Mundo lleva 20 años trabajando con una unidad móvil que se desplaza por las noches a las zonas donde se ejerce la prostitución para ofrecer asesoramiento e incluso preservativos a las mujeres que ejercen –muchas veces a la fuerza, o bajo el peso de adicciones– el oficio de alquilar su cuerpo.

Esta ONG ha pasado de atender a 800 prostitutas antes de que estallara la crisis a las 550 actuales (un descenso del 31,25 por ciento), pero explican que esto no quiere decir simplemente que los sevillanos estén dejando de requerir servicios sexuales.

Además de que habrá quienes hayan tenido que apretarse el cinturón y del éxodo de prostitutas extranjeras hacia otras latitudes donde el desempleo y la crisis no ha apretado tanto, las chicas están desapareciendo de las calles y de los clubes «por la presión policial, porque algunos cierran al relacionarse con hechos delictivos», explican desde Médicos del Mundo... para ocultarse en pisos donde seguir ejerciendo sin controles ni presiones para sus proxenetas. En esas condiciones también tienen mucho más difícil acercarse a ellas los voluntarios de la ONG.

De hecho, no están en condiciones de saber cuántas han cambiado su escenario, aunque saben que es un fenómeno importante y que supone incluso un cambio de hábito para los consumidores de este sexo de pago.

COMBATE MUNICIPAL

No son los únicos conscientes de traslado de la oferta. El Ayuntamiento de Sevilla, que comenzó a multar a clientes en 2011, logró con esta medida que la prostitución desapareciera de las calles. Pero la industria de la trata de blancas movió pieza y comenzaron a abrir pisos-burdel. Más discretos para los clientes, más difíciles de controlar. El nuevo plan municipal de erradicación de la prostitución ya tiene en cuenta esta nueva realidad, que dejó obsoleto en pocos meses el endurecimiento de las ordenanzas contra la prostitución en la calle que aprobó el pleno municipal la última primavera.

«Las multas a los clientes, más de cien desde su inicio, ha sido el mayor efecto disuasorio», explicaba este periódico en septiembre, cuando se abordó la actualización de los planes para combatir la nueva cara del fenómeno más antiguo del mundo.

Solo en Sevilla se identifican más de un centenar de viviendas dedicadas a la prostitución, que se promocionan por las redes sociales e internet, según avanzó hace meses este periódico. Los controlan, además, redes mafiosas de trata de mujeres. Las asociaciones que estudian este fenómeno calculan que el 90 por ciento de las prostitutas ejercen a la fuerza u obligadas por la necesidad extrema.

De hecho, dentro de estos pisos-burdel se pueden vivir situaciones de esclavitud y violencia sexual escondidas entre sus paredes, sin que escandalicen a nadie, sin que nadie pueda auxiliar a la víctima, la mujer prostituida. Mucho más cuando la mujer ni siquiera conoce el español ni adónde dirigirse en busca de auxilio

Así, cuando la Policía Nacional desarticuló uno de estos pisos burdel entre las zonas de Nervión y San Pablo, días después seguía operando con total impunidad, dadas las cautelas legales con los domicilios. Solo la denuncia de la prostituta o de los vecinos puede permitir la intervención policial, pero estas llegan difícilmente por el miedo a represalias.

En todo caso, el foco de la actuación municipal seguirá estando en el cliente: hay que combatir la idea «de que un hombre puede comprar a una mujer», expuso hace poco más de un mes la concejal de Igualdad, Myriam Díaz.