¿Pueden sonar las campanas?

La ordenanza municipal de 2014 prohíbe a las campanas dar las horas, pero su incumplimiento es generalizado. Al Ayuntamiento de 2016 le preocupa más el exceso de decibelios que provocan el tráfico, la industria y los trenes de mercancías

17 feb 2017 / 21:31 h - Actualizado: 18 feb 2017 / 18:50 h.
"Medio ambiente","Sevilla suena a campana"
  • Las campanas de la Giralda se revisan todos los años, como hizo este operario en 2009. / Javier Díaz
    Las campanas de la Giralda se revisan todos los años, como hizo este operario en 2009. / Javier Díaz
  • Campanas de San Gonzalo, protagonistas de la última polémica que se recuerda en Sevilla. / José Luis Montero
    Campanas de San Gonzalo, protagonistas de la última polémica que se recuerda en Sevilla. / José Luis Montero
  • En la canonización de Ángela de la Cruz repicaron las campanas, que se tañeron de forma manual. / Antonio Acedo
    En la canonización de Ángela de la Cruz repicaron las campanas, que se tañeron de forma manual. / Antonio Acedo
  • Las campanas del Salvador se restauraron en 2001. / El Correo
    Las campanas del Salvador se restauraron en 2001. / El Correo

Las campanas de las iglesias no pueden sonar para marcar las horas, pero abundan los templos que se saltan esta reciente normativa –fue aprobada en 2014, en el anterior mandato municipal– y ni se queja ni se multa a nadie.

Este es el resumen, año y medio después, de la polémica que afectó a la iglesia de San Gonzalo por las quejas de un grupo de vecinos acerca del sonido de sus instrumentos de oración, alerta y avisos. Mucho más debate provocan otras manifestaciones de religiosidad más espontáneas, como los petardos, como ya contó en estas páginas José Gómez Palas en una excelente crónica que tituló en octubre de 2016 Ruidos... pero celestiales.

Que hay detractores de las campanas que celebran los vetos municipales ya lo contó hace 30 años el genial escritor sin libros y columista de esta casa Pepe Guzmán (1940-2000), cuando relató de forma hilarante lo que ocurría con las campanas de la iglesia de la Concepción, en el barrio de Nervión, unas campanadas que no echaban de menos ni las dos beatas que en verano preferían saltarse la misa antes que la siesta. Tal vez el problema no sea el ruido, sino cuándo se tocan las campanas. Pocas cosas son tan molestas como intentar dar cabezadas en el inclemente verano con las cuatro campanadas de las 16.00 horas, los cuartos, la media hora, las cinco de las 17.00 horas... o que las seis campanadas de las seis de la mañana levanten de la cama a quien no ha podido pegar ojo en toda la calurosa noche estival, esas en las que el mercurio no baja de los 32ºC hasta las cinco.

De todas formas, la normativa municipal no entra en el uso de estas moles huecas de bronce para anunciar ritos, festejos o misas. El tañir de las campanas forma parte del paisaje urbano desde la Edad Media e incluso antes, cuando marcaba los hitos en la vida de la aldea: las muertes, bodas y nacimientos; los incendios y las invasiones, las misas...

Las campanas no están ni de lejos entre los problemas de ruido de Sevilla. Hace 13 meses el Ayuntamiento elaboró un mapa de ruidos y la calle de Sevilla con los peores problemas de tráfico son los bloques de Santa Aurelia que dan a la SE-30.

«El principal foco de emisión y el que tiene una relevancia mayor sobre la población es el tráfico rodado», expuso el Ayuntamiento en el resumen de las conclusiones del mapa, un documento de 174 páginas.

«Más del 70 % de la población que vive cerca de los viales (las calles con más tráfico) se ve sometida a niveles que están por encima de los 65 decibelios en el periodo de día e igualmente estos porcentajes se mantienen durante la tarde. La afección en el periodo nocturno muestra que aproximadamente el 60 % de la población cercana a los focos de carreteras se ve afectada por valores por encima de los 55 decibelios». Hasta las 12 campanadas seguidas de la medianoche palidecen ante esta auténtica invasión de sonido, que quizá por continua el cerebro acaba minimizando, como si fuera hubiera un leve murmullo.

En este sentido, el ayuntamiento destaca que alrededor de 22.000 sevillanos «están sometidos a niveles de hasta 75 decibelios, muy lejos de lo legalmente admisible» en zonas residenciales y recomendando por la OMS (Organización Mundial de la Salud).

Otras 1.300 personas viven en las proximidades de áreas industriales, sometidas a niveles de hasta 60 decibelios, pero la afección no es tan molesta, en parte «por la alta afluencia de pequeñas empresas, muchas de carácter comercial, que hacen que la afección se vea diluida».

En cuanto al tráfico ferroviario, su ruido afecta sobre todo a viviendas orientadas hacia las vías en primera línea. Los trenes de mercancías son los que pueden amargar la madrugada.

Para corrregir los mayores niveles de ruido, consecuentemente, el Ayuntamiento prioriza el transporte público, el uso de la bici y el fomento de los desplazamientos a pie: a menos coches circulando, menos ruido. Lo segundo, desviar el tráfico pesado por las noches, y como tercera medida, reducir el número de aparcamientos, que es la manera de disuadir a las malas de coger el automóvil privado, a la vez que se crean bolsas de estacionamiento que animen a seguir el camino en transporte público.

El plan municipal también prevé controles «para inspeccionar el ruido motor de determinados vehículos, sobre todo motocicletas y ciclomotores» y la reducción de la velocidad en determinados tramos, como precisamente en la SE-30 a la altura de Santa Aurelia, que hace algunos años pasó de 100 a 80 kilómetros por hora.

Después llegará la Instalación de pantallas acústicas en vías rápidas, autovías y autopistas que tengan una influencia directa sobre la población y el soterramiento de tramos de carreteras problemáticos desde el punto de vista acústico que se deja como última opción por su elevado coste.

Antes hay que mantener en buen estado el pavimento y en los casos más necesarios sustituirlo por materiales que absorben el sonido.

El Consistorio también propone medidas para reducir el sonido en zonas industriales y en el tráfico ferroviario, pero en ninguna de las 174 páginas del documento aparece escrita la palabra «campana».

Así, propone la limitación de horarios de carga y descarga, la de los locales de ocio y la inspección de las industrias pesadas; la adecuación del horario de los camiones de la basura y la reducción de la velocidad de los trenes de mercancías por las noches, y medidas de templado de tráfico en los barrios que se construyan a partir de ahora porque se minimiza el ruido generado por el tráfico rodado.