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Son y están

«Quiero que la predicción sobre los efectos del viento solar en nuestras telecomunicaciones sea como la información meteorológica de cada día»

Eleonora Viezzer. Profesora de Física de la Universidad de Sevilla e Investigadora del Centro Nacional de Aceleradores. El Consejo Europeo de Investigación le ha concedido 1,5 millones de euros para que lleve a cabo su propuesta de una estación meteorológica con la que comprender y prevenir mejor los efectos de las llamaradas solares en nuestros sistemas de telecomunicaciones y navegación aeroespacial.

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
06 ene 2019 / 08:20 h - Actualizado: 06 ene 2019 / 21:59 h.
"Son y están"
  • «Quiero que la predicción sobre los efectos del viento solar en nuestras telecomunicaciones sea como la información meteorológica de cada día»

La captación de talento siempre beneficia a largo plazo. Cuando en la Universidad de Sevilla aceptaron en 2016 a la joven Eleonora Viezzer, que acreditaba méritos notables como estudiante en el muy prestigioso Instituto Max Planck alemán, no podían saber que, dos años después, iba a conseguir con un proyecto suyo el apoyo económico y corporativo del Consejo Europeo de Investigación para que, con 1,5 millones de euros, contrate durante cinco años a cinco jóvenes científicos y sean capaces de avanzar desde Sevilla en la convergencia de conocimientos sobre temas tan universales e importantes como la producción de energía mediante fusión nuclear y el efecto de las llamaradas solares en la Tierra.

Y Eleonora Viezzer no se conforma con eso. Como dice en esta entrevista, ha propuesto a los responsables de la Universidad de Sevilla montar un pequeño tokamak, dícese del prototipo de confinamiento magnético para contener el plasma y estudiar la fusión de partículas.

La educación de calidad y la pasión por innovar son los dos mejores ascensores para hacer realidad la igualdad de oportunidades en cualquier lugar de Europa. En esta Europa que en 2019 se apresta a unas elecciones a su Parlamento supranacional donde la idea fundacional del europeísmo está sometida a la presión de los nacionalismos. Los 32 años de biografía de Eleonora Viezzer son los de una europea sin fronteras y sin barreras insoslayables. Su padre, italiano, es heladero. Su madre, filipina, se dedicaba a la venta de 'souvenirs'. Su primogénita debía tener mucha prisa por vivir a tope porque cuando ambos estaban de viaje en Viena, en el octavo mes de embarazo, se puso de parto y por eso Eleonora nació en la capital austriaca.

¿Usted se siente partícipe en Sevilla del espíritu de la vuelta al mundo?

Es todo el grupo de físicos e ingenieros del que formo parte, todos los integrantes del grupo somos un puente de Sevilla con centros científicos y laboratorios en Munich, en Oxford, en Japón, en Estados Unidos, en Francia,... Estoy en el grupo de Física de Plasma y Tecnología de Fusión del Centro Nacional de Aceleradores, y en el Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Facultad de Física, y también con el Departamento de Ingeniería Mecánica de la Escuela Superior de Ingenieros.

¿Cuál es el origen de su pasión por la Física?

Desde Italia nos mudamos a Innsbruck (Austria) cuando yo tenía seis años, y toda mi etapa colegial la hice allí. Con 17 años aún no tenía claro lo que quería hacer de mayor y mi profesor de Física en el instituto en Innsbruck me recomendó hacer una escuela de invierno en la universidad, era una actividad de una semana. Era el último año del instituto, lo hice en febrero y me encantó la Física. En ese momento decidí dedicarme a esa carrera. El primer curso fue bastante duro. Era un cambio muy grande entre el instituto y la universidad, pero me gustaba tanto que en el segundo año empecé también Matemáticas para hacer doble grado. Cuando tenía 19 años, me mudé a Munich, en Alemania, ahí acabé la carrera, realicé el doctorado en la Universidad Ludwig-Maximilian e investigando en el Instituto Max Planck de Física de Plasma, donde sigo colaborando y cada año viajo a él varias veces.

¿Por qué está asentada en Sevilla?

Mi pareja es sevillano, también físico, nos conocimos en Munich. Decidimos intentar trabajar los dos en Sevilla. En 2015 conseguí tanto una beca Juan de la Cierva (concedida por el Gobierno de España) como una beca Marie Curie (otorgada por la Comisión Europea) y en abril de 2016 me integré en la Universidad de Sevilla dentro de su plan de estabilización, al que está ligada la beca Juan de la Cierva.

¿Cuántos idiomas domina bien?

Cuatro: Italiano, alemán, inglés y español. Y también sé un poco de francés y un poco de portugués.

¿Cuál es su especialidad?

Me dedico a la física del plasma y a la fusión nuclear. Que consiste en fusionar dos isótopos de hidrógeno, el deuterio y el tritio, para originar una nueva partícula, el helio, y en ese proceso de fusión de átomos, con protones (partículas de carga positiva) y electrones (partículas de carga negativa) liberar muchísima energía.

¿Cuánta?.

Cuando fusionamos deuterio y tritio, se crea helio, y se genera una cantidad de energía inmensa: 17,6 megaelectronvoltios. Es como si tuviéramos encendidas 3,5 millones de millones de millones de lámparas de 10 vatios. Con la cantidad de fuel de fusión que cabe en una cucharilla de café, podemos crear tanta energía como con 28 toneladas de carbón. Equivale también a la energía que necesita una familia de cuatro personas a lo largo de toda su vida.

¿Qué condiciones se requieren?

Para crear fusión nuclear en la Tierra, fusionando deuterio y tritio, necesitamos gestionar una temperatura de 150 millones de grados, incluso más alta que en el Sol. Y necesitamos disponer del cuarto estado de la materia: el plasma, que es un gas ionizado. Distinto a los tres estados más conocidos de la materia: sólido, líquido y gaseoso. Como no disponemos de ningún material que, como paredes, soporte esa temperatura, utilizamos campos magnéticos y en una jaula magnética poner el plasma.

¿Dónde lo hacen?

A las sofisticadas instalaciones donde se hacen esos experimentos se las llama tokamak. Nosotros los hacemos en Munich, en Oxford, en San Diego (EEUU), en Japón, en Francia... Y en Francia se está construyendo el reactor más grande, el ITER, el que tiene que demostrar y consolidar el futuro de la fusión nuclear. El sueño de la Humanidad: conseguir una energía inagotable, limpia, para todos y barata.

¿Cuántos días necesitan in situ para esos experimentos?

A veces dos días, o una semana, o dos semanas. Depende de cuánto tiempo consiga disponer, lo que supone concertar con mucha antelación la reserva de espacio y compaginarlo con mi calendario como docente en Sevilla. Y es importante ir con alumnos, para formar equipo, para montar y calibrar diagnósticos en el tokamak.

¿Qué puede experimentar en Sevilla?

En Sevilla, como en cualquier otro lugar del mundo, podemos hacer simulaciones, analizar datos, entender cómo funciona el plasma, escribir artículos. Le hemos propuesto a la Universidad de Sevilla montar un pequeño tokamak en una sala que está disponible dentro del Centro Nacional de Aceleradores, en Cartuja. Una empresa británica, Tokamak Energy, puede suministrar material. Sería muy bueno para Sevilla porque podríamos realizar diagnósticos y detectores para medir el plasma, y enseñar mejor a los alumnos los fundamentos teóricos y experimentales. Y serviría para captar alumnos de otros lugares. Tras formarse unos y otros en Sevilla, tendrían más capacidad para relacionarse e investigar con los grandes tokamak de Alemania, Estados Unidos,...

Conforme avanza en la ciencia, ¿crece en usted el interés por lo medioambiental?

Todos hemos de ser conscientes de los daños que estamos causando a la Tierra, y cambiar nuestra mentalidad. Creo que la fusión nuclear tiene por delante mucho recorrido como fuente de energía, y por eso nuestro gran objetivo es la energía sostenible e inagotable. En cambio, los fósiles naturales van a agotarse en 80 o 100 años. Ya no podemos usar carbón. El gas también se terminará en algún momento.

¿Cómo ha logrado ser seleccionada por el Consejo Europeo de Investigación para que le concedan una ayuda Starting Grant de 1,5 millones de euros?

Me presenté a la convocatoria 2018 simplemente para intentarlo, y no me esperaba superar la primera fase, donde solo se da vía libre al 20% de los candidatos para que acudan a Bruselas a ser entrevistados por un jurado de expertos y aspiren a la selección final. Es verdad que preparé el proyecto de modo muy concienzudo. Lo que busca el Consejo Europeo de Investigación es seleccionar a los futuros líderes europeos y recibir propuestas que sean innovadoras, rompedoras.

¿Esa entrevista ha sido el examen más difícil que ha tenido hasta ahora?

Sin duda. En 25 minutos, te dan 5 o 10 minutos para presentar tu proyecto, y después te hacen preguntas muy concretas, sobre ti, sobre el proyecto, sobre si eres capaz o no de liderar un equipo... Para prepararme la entrevista, he tenido el gran apoyo de Melania Rivers, de la Universidad de Sevilla, y de investigadores sevillanos que han logrado años atrás la Starting Grant, como Jesús Campos, Gabriel Lozano y Pablo Huertas. Sus consejos fueron muy buenos para mí a la hora de preparar la entrevista. Y Melania me acompañó a Madrid para realizar yo un taller de entrenamiento para esa entrevista, donde había otros veinte candidatos de facultades de física de universidades españolas, y nos mentorizaron más ganadores en convocatorias anteriores. Que nos alertaron: “de todos los que estáis aquí, puede que como mucho lo consigáis dos”.

¿Qué tiene de innovadora su propuesta?

Estoy intentando un puente de conocimiento entre la física de plasma, la fusión nuclear y las llamaradas del sol, desarrollando modelos para entender los mecanismos básicos del transporte de plasma y sus pérdidas. Es un proyecto multidisciplinar, usando máquinas con las que queremos imitar en la Tierra al Sol para sacar energía, y también para ser capaces de crear una estación meteorológica del viento solar.

¿El pronóstico meteorológico llegará a informar sobre la previsión de viento solar?

Quiero que la predicción sobre los efectos del viento solar en nuestras telecomunicaciones sea como la información meteorológica de cada día, como hoy se informa “del tiempo”. Las llamaradas solares, cómo funciona el transporte de sus partículas a la Tierra mediante el viento solar, afectan a los satélites en el espacio, a la actividad aeroespacial, y eso significa afectación a las telecomunicaciones, a los sistemas GPS que hoy usamos con nuestros móviles. Imagine lo que influye eso en la vida cotidiana en la Tierra. Es importante entender cómo funciona ese transporte de partículas.

¿En qué ha de destinar el millón y medio de euros que le conceden?

Es para contratar a cinco personas a lo largo de cinco años, y crear con ellos mi grupo de investigación para el bien común. Puedo elegir a investigadores de cualquier lugar del mundo. Ya me están llegando solicitudes desde Taiwan, Inglaterra, Alemania, India,... Espero que aspiren también jóvenes talentos de Sevilla. El proyecto ha de comenzar el 1 de mayo de 2019. Todos los expertos me recomiendan que cuanto antes busque candidatos y haga la selección, para contratar este año y tener el equipo ya al 100% en 2020.

Puede decirse que, gracias a su esfuerzo, va a crear en Sevilla cinco empleos y va a acrecentar la comunidad de investigadores.

Sí, es un objetivo. Cada 18 meses tendremos que presentar memorias de nuestros avances y publicaciones. Quiero que todo el equipo acuda todos los años a congresos para exponer resultados y debatirlos.

Sevilla arranca 2019 con la capitalidad de la red de ciudades europeas Ariane, en las que hay actividad aeroespacial. ¿Tiene usted relaciones con la Agencia Espacial Europea (ESA), con la NASA,...?

Para nuestras investigaciones sobre el viento solar, nos pondremos en contacto con la ESA y con la NASA para acceder a datos de sus estudios. Estamos en una sociedad de datos abiertos, de ciencia abierta, y otros científicos podrán utilizar y tener en cuenta datos de nuestras investigaciones.

Conoce, porque los ha vivido como alumna, sistemas universitarios como el austriaco y el alemán. ¿Qué diferencias percibe en el español, donde ejerce en Sevilla de profesora?

La diferencia más llamativa, que percibí desde el primer día, es que en Sevilla hay muchas más chicas estudiando Física que en Alemania y Austria. Cuando empecé en Innsbruck, éramos 100 estudiantes y de ese total solo 15 chicas. En el segundo curso, quedábamos 80 y nada más que 6 chicas. Cuando me trasladé a Munich era igual: el 4% chicas. En muchos seminarios de doctorado y en congresos pequeños he sido la única mujer. En Sevilla es bastante mejor. Doy clase en Física Cuántica, que es del tercer año del Grado de Física, y en Técnicas Experimentales, que es el cuarto y último año de la carrera. El porcentaje de chicas es muy superior. Y un alumno mío de doctorado que también da clases me ha comentado que su grupo son 12 chicas y un chico. ¡Qué cambio!.

¿Lleva a cabo otras actividades docentes?

Doy clases también en el máster Erasmus Mundus, que realiza la Universidad de Sevilla en coordinación con otras de España, Italia y Francia. Con alumnos de Kazakistán, Nigeria, Colombia, India,... Y cada vez hay más chicas dedicadas a la Física con gran vocación.

Como promedio, ¿cuántas horas dedicas al día a su trabajo? Sumando docencia, exámenes, investigaciones, proyectos, experimentos...

Muchas. Me gusta mi trabajo. Si no, no le dedicaría tantas horas. Hay quienes me dicen: “Siempre vienes muy temprano y te vas muy tarde, y también trabajas en casa. ¿Cómo puedes trabajar en casa?”. En Navidad he estado de vacaciones en Sevilla, acogiendo a mi familia. Cuando trabajo, me levanto a las seis y media de la madrugada para ir a ejercitarme corriendo junto al río. Aunque me haya acostado tarde, lo hago porque necesito esa media hora en la que no pensar en nada... Regreso, ya empiezo a trabajar en casa, y sobre las ocho y media de la mañana voy a las clases o a mi despacho.

En los ámbitos internacionales de la ciencia con los que se relaciona, ¿qué saben sobre el nivel de la actividad investigadora en Sevilla?

En Sevilla hay muy buenos grupos de investigación científica, trabajando estrechamente con otros de diversos países. Por ejemplo, en el Cabimer, en el Centro Nacional de Aceleradores, en más centros del CSIC,... Siempre hay personas que, tópicamente, asocian España a fiesta y siesta. Y tengo muchos compañeros españoles en Sevilla, Madrid y otras ciudades que son muy trabajadores y luchan contra esos comentarios cuando se los dicen en Alemania, Inglaterra,... ¿Siesta mientras trabajamos? No conozca a una sola persona que lo haga.

¿Cuál es su Sevilla de vecindad y tiempo libre?

Mi barrio es la Macarena porque vivo en la calle San Luis. Me gusta quedar con los amigos y pasarlo bien. Me encanta estar junto al río, y correr. También me motiva coger la bicicleta y hacer un trayecto a cualquier lugar de Sevilla. En Navidad he evitado recorrer algunas zonas del centro porque era imposible pasear al haber tanta gente. Triana también me gusta mucho.

¿Qué le gusta más y qué menos de la vida cotidiana en Sevilla?

Me encanta que la gente se salude, y lo fácil que es salir con otras personas. Lo que aún ha de mejorar es la puntualidad.