«Reconforta sorprender a quienes piensan que un cómic no puede tratar un tema en profundidad»

La película de animación ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’, de la que es director artístico José Luis Ágreda Yécora, ha ganado el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Animación de Los Ángeles. El talento de Ágreda para ilustrar y crear historietas en publicaciones españolas o extranjeras está acreditado desde sus inicios hace 24 años

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
04 nov 2018 / 11:10 h - Actualizado: 05 nov 2018 / 08:14 h.
"Son y están"
  • José Luis Ágreda trabaja desde su domicilio en Sevilla, junto a la Ronda del Tamarguillo. Foto: Jesús Barrera.
    José Luis Ágreda trabaja desde su domicilio en Sevilla, junto a la Ronda del Tamarguillo. Foto: Jesús Barrera.

En vísperas del Festival de Cine Europeo, ponemos el foco en un creador de imágenes que empezó a despuntar con fanzines e historietas cortas en papel, y ahora también crece dentro de la producción cinematográfica. José Luis Ágreda Yécora, 47 años, nacido en Sevilla, vive y trabaja junto a la Ronda del Tamarguillo. La habitación donde dibuja está llena de libros y personajes de cómic que, como los suyos, vivaquean en quioscos y librerías. Alguno de los multicines que tiene cerca de casa es probable que en abril del próximo año forme parte de las salas donde se estrene ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’, la película de animación en la que ha trabajado como director artístico, y que el pasado 23 de octubre fue galardonada con el Premio Especial del Jurado del Festival Animation is Film, de Los Ángeles, celebrado en el famoso Teatro Chino que está en el Paseo de la Fama. Puro Hollywood.

«Me gusta que cada obra sea un reto. Del tipo: ‘Esto no lo he hecho nunca, ¿seré capaz? Vamos a intentarlo’. Y me lanzo de cabeza. Nunca había asumido la dirección de arte de una película, y me motivaba mucho el reto de, a las órdenes del director de la película, hacer la imaginería de su argumento, y crear un estilo trabajando al frente de un equipo». Nos lo confiesa José Luis Ágreda mientras preparamos la grabación de la versión audiovisual de esta entrevista, que forma parte de mi serie de entrevistas ‘Son y están’.

¿Cuál es su marco familiar?

Mis padres eran navarros. Él trabajaba en la empresa de refrescos Kas. Cuando yo tenía cuatro años, lo destinaron a Bilbao, y nos trasladamos desde Sevilla a Bilbao, donde estuve viviendo hasta los dieciocho años de edad. No tengo acento andaluz ni vasco. Somos cuatro hermanos, todos varones, mi madre se dedicó a cuidarnos. Cuando regresé a Sevilla, en el campus universitario de Reina Mercedes conocí a quien es mi esposa, yo estudiaba Arquitectura y ella Aparejadores. Estamos casados, sin hijos.

¿Su infancia fue un cúmulo de historietas?

Desde muy niño tuve pasión por leer tebeos y cómics, y por dibujar. Mi hermano mayor, Joaquín, era muy aficionado a esas lecturas, y al cine. Yo le secundaba, y convertí mi hobby en profesión. De pequeño, me aficioné a los Pitufos, a Tintin, a Mortadelo, a todos los autores que publicaban con Editorial Bruguera. De joven, le sumé todo lo que empecé a leer de tebeo norteamericano. Todos los creadores españoles de cómic hemos asimilado a la vez muchas influencias españolas, europeas y norteamericanas. Por eso somos más eclécticos.

¿Qué le ha aportado la Arquitectura?

No acabé la carrera, porque pronto me dediqué a trabajar en la ilustración. Me dotó de formación para dibujar espacios y perspectivas. Y, sobre todo, aprendí que en los trabajos te contratan para solucionar problemas. Lo primero es solucionar lo que necesita el cliente, ya sea hacer casas o crear publicidades para una revista. Mucho más que pensar en tu personalidad artística.

Los creadores de otras ‘industrias’ culturales, como los pintores, actores, cantantes, etc., no suelen decir la palabra ‘cliente’. ¿En el cómic es usual?

Sí, se tiene conciencia de que para sobrevivir hay que coger todo lo que sale y atender numerosos encargos: para periódicos, para revistas, para ilustrar libros,...

¿Cómo eran sus primeras historietas?

Eran como cuentos de pocas páginas, como historias intimistas. Unos de ciencia ficción, otros de realismo mágico... Me presentaba a muchos concursos y certámenes, me ofrecía a revistas de Sevilla o del País Vasco,... A comienzos de los años 80, ya me interesaba mucho el cine independiente de autores como Jim Jarmusch, y también la literatura de género negro. Además, me influía la corriente del tebeo norteamericano independiente: Chris Webb, Gilbert y Jaime Hernández, todo lo que publicaban editoriales como Fantagraphics o Drawn & Quarterly. Empecé a relacionarme con muchos autores españoles, en citas como el Salón del Cómic de Barcelona, y de esos contactos surgieron los avisos para que me presentara tanto a ‘El País Semanal’ como a ‘El Jueves’. En las dos revistas quisieron contar conmigo, y publiqué más de 15 años.

Dos colaboraciones muy distintas entre sí.

En ‘El País Semanal’ me eligieron para ilustrar los artículos de Maruja Torres. Y yo siempre he tenido claro que mi ilustración era el complemento, su función consistía en captar la atención del lector para que se parara a leer el artículo, lo verdaderamente importante. La coordinación con Maruja fue sensacional, ella es un cielo. ‘El Jueves’ me aportó mucha escuela para caricaturizar y muchas tablas para mantener un ritmo semanal de creación propia y seguir creciendo en la relación con los lectores.

En 2014 fue uno de los fundadores de la revista ‘Orgullo y Satisfacción’, que existió durante cuatro años. ¿Más orgullo que satisfacción?

Funcionó siendo una revista solo digital, que los compradores se descargaban tras pagarla. La creamos un montón de ilustradores, dibujantes y guionistas que dejamos la revista ‘El Jueves’ porque no estábamos de acuerdo con decisiones que tomó la empresa propietaria cuando iba a ser coronado rey Felipe VI. Un criterio de censura interna que rompía el pacto con los lectores sobre lo que esperaban de nosotros. Pensamos en ‘Orgullo y Satisfacción’ como un solo número, pero fue tan grande el apoyo de lectores y simpatizantes, con muchos casos en los que aportaban más dinero que el precio fijado para la revista, que se constituyó una cooperativa para continuar. Y se estableció un medio de pago electrónico para suscripción anual o para descargarse un número. Hasta que el año pasado se acabó porque habían bajado los ingresos y ya no se podía mantener.

¿Cuándo empieza a recibir encargos para cine o televisión?

Siempre he tenido conexión. Primero, con empresas como Neptuno Films, que produce mucho para el mercado internacional. Después fue importante para mí una colaboración para Disney Televisión, junto a Pablo Velarde, también de Sevilla, nos encargaron diseñar fondos como propuesta para la serie de animación ‘Patoaventuras’. Y aprendí mucho en la relación con sus profesionales.

¿Cuál es el punto de partida para hacer ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’?

La novela gráfica de un autor extremeño, Fermín Solís, es un cómic de doscientas páginas sobre el rodaje de Luis Buñuel en Las Hurdes, en los años 30, del documental ‘Tierra sin pan’. Y cómo influyó en el entonces joven cineasta el descubrimiento de la pobreza que había en esa zona, de la mano del productor Ramón Acín, que allí le llevó.

¿Quiénes se han aventurado a producirla?

José María Fernández de Vega, creador de la productora extremeña Glow, se lo propuso a Manuel Cristóbal, que está al frente de Signatia y estaba buscando otro proyecto de cine de animación para adultos tras su éxito con ‘Arrugas’. Y montaron la alianza con más productoras: la holandesa Submarine, Movistar +, Televisión Española, Canal TV Extremadura, etc. Y José María Fernández de Vega organizó que casi todo el equipo, a las órdenes del director Salvador Simó, trabajáramos juntos en Extremadura. De los dos años que hemos dedicado a producirla, durante año y medio estuvimos en Almendralejo. Además, varios profesionales del equipo hemos impartido cursos a jóvenes de la zona para incorporarlos a la producción. A la vez llegamos a estar unas 60 personas.

Explique su labor dentro de ese engranaje humano.

El director de arte, siguiendo las indicaciones del director de la película, hace el aspecto que tiene la película: qué tipo de dibujos, el diseño de los personajes, qué tipo de fondos, cómo es el acabado de la línea, qué gamas de color se van a utilizar, etc. Le voy mostrando opciones al director. He tenido un equipo muy bueno. Después todo pasa a manos del departamento de animación, formado por los expertos en hacer el arte final de la película, y todos los movimientos de los personajes, y la integración de personajes y fondos. Al estar todos juntos, ha sido una experiencia muy positiva en la interacción entre ilustradores y animadores.

Ponga un ejemplo.

Si en animación se necesita cambiar algo sobre el diseño de un personaje, o si falta algún detalle, se reacciona de inmediato para solucionarlo. Por ejemplo, ponerme menos botones a la chaqueta de un personaje, o que esté sin chaqueta en una escena. Trabajar en equipo es muy enriquecedor. Cuando lo hago en solitario, en casa, para otro tipo de encargos, mi único crítico soy yo. Para esta película, en mi área conformamos un equipo que tuviera un estilo similar, para favorecer la unificación. Y todas las críticas eran bienvenidas para mejorar el producto final.

Luis Buñuel es una leyenda del cine, con una personalidad muy singular. ¿Cómo acertar para convertirlo en personaje de animación y que sea creíble, tanto a ojos de quienes sepan de él, como del público que desconozca su vida y su filmografía?

Era, obviamente, el personaje más complicado de diseñar. Existe mucha documentación sobre él, que hemos manejado. Hablamos con familiares, con otras personas que lo conocieron directamente. Teníamos que ser conscientes de la imagen que ya tiene preconcebida de él una parte del público. Y para afrontar ese reto, la animación es un medio que funciona mejor que un ‘biopic’ con actores. Cuando es imagen real con actores, el espectador percibe una sustitución de las imágenes que él tiene en mente de esa persona. Cuando es dibujo, desde el principio acepta que es una reinterpretación, que te están contando un cuento. Y si le das un punto de partida sólido, y reconoce pronto a Buñuel, a partir de ahí acepta meterse en la historia, y en un diseño más icónico.

¿De qué manera ha definido sus rasgos faciales?

La cara de Buñuel no es sencilla de animar. Tenía una parálisis en el lado derecho de su rostro, con lo cual, aunque él era siempre el centro de atención, y muy divertido, su cara tenía perfiles duros. Había que conseguir que el público simpatizase con ese personaje del que estábamos haciendo una caricatura, y que no lo rechazase.

¿Cómo compaginaba desde Almendralejo su intensa dedicación a esta película con sus trabajos para otros clientes?

Me levantaba a las cinco de la madrugada, y hasta las ocho de la mañana me dedicaba a encargos como los de ilustraciones para Editorial Planeta. Después me iba a la oficina de la película y hacía una jornada monográfica solo para esa labor. A las siete de la tarde, ya desconectaba y estaba con mi mujer.

Tras recibir un premio en un festival al lado de Hollywood, ¿a qué cotas de éxito puede llegar esta película?

Se estrena el 26 de abril. Solo se ha visto entera en Los Ángeles. En festivales como los de Annecy y Málaga se hizo una pequeña presentación y también tuvo muy buena acogida. Para aspirar a grandes premios, queda un camino muy largo. Es una película de animación que no tendrá audiencias masivas, es sobre todo para adultos.

El cómic adulto, tanto en animación como en papel, ya se dedica también a problemas sociales, como la vida de los ancianos, los refugiados, la pobreza,... ¿Los lectores lo demandan?

Sí, está teniendo buena acogida. En España, a la vez que continúa a producción de tebeos de superhéroes, de aventuras, de manga, que se distribuyen más a través de tiendas de cómics, las editoriales pequeñas están enfocándose al cómic adulto que se vende como libro en librerías. Y el público habitual de las librerías no se sorprende ya al ver en el apartado de novedades una novela gráfica de Paco Roca, la miran, la aceptan, les interesa cómo habla del desempleo, o de la dificultad para encontrar vivienda,... Todos los temas pueden tener cabida en el cómic. Aunque hasta ahora no era lo habitual.

¿Mejora la percepción de que el cómic es un género cultural para todas las edades y no solo para niños y adolescentes?

Todavía hay prejuicios, hay público de edad avanzada que no se va a acercar al cómic porque lo considera algo de niños. Pero es un lenguaje muy asequible para todos. A veces el prejuicio viene bien porque el impacto es mayor al descubrir una obra que no se esperan así. También sucede con las películas de animación. Hay quienes piensan que ninguna película de este tipo aborda un tema con profundidad. Si ven una, y se involucran emocionalmente con los personajes, tras sentirse pillados por sorpresa descubren lo bueno que tiene también el género del cómic. Y eso me reconforta.

Si un productor le da carta blanca, ¿de qué temática crearía un libro?

Como autor, me vuelco más en la parte estética que en la de narrador. Me interesa mucho la narración pero como lector o como espectador, no tanto para contar mis propias historias. Como autor me gustan las historias intimistas, de relaciones, de amor, de nostalgia.... más que conflictos sociales que sí me interesan mucho como ser humano.

¿Cómo define su estilo, la personalidad de lo que lleva su firma?

Me suelo presentar como ilustrador porque es el ámbito en el que más he trabajado. Ahora he invertido mucho tiempo en hacer diseño de personajes o diseño de fondos como producción para cine, pero en general me sigo presentando como ilustrador. Creo que es más fácil para todo el mundo entender lo que es un ilustrador. Me cuesta definir mi estilo. Intento adaptarme bastante al cliente. Tengo cosas que son muy de estilo infantil para los productos que son más para niños; o tengo un estilo más adulto, más agresivo o más cómico, depende del medio en el que esté publicando. Tiendo a ser bastante amable con los personajes que creo. Me interesa hacer cosas bonitas. Mi estilo de dibujo intenta ser bonito. También cuando es más agresivo intento aportar humanidad. Y que mis personajes no sean genéricos, no sean clichés, quiero que se vean como una persona, basados en alguien.

¿Qué hace para huir de los clichés?

Salgo mucho a la calle para dibujar, además de llevar siempre una libreta para dibujar si voy en el autobús, o en el tren, o si estoy en la sala de espera de un centro médico. Intento asimilar la variedad humana para reflejarla en mis obras. Los lugares donde hay muchas personas, o por donde transitan muchas, son idóneos.

Un ejemplo.

Durante una temporada, varios dibujantes de Sevilla quedábamos los domingos en una cafetería en la Avenida de la Constitución y estábamos tres o cuatro horas dibujando en la terraza a la gente que pasaba o a la que se sentaba cerca. Es un ejercicio que recomiendo a los jóvenes dibujantes: que lleven siempre una libreta y hagan apuntes de la gente. Es la manera adecuada de entender las caras, las posturas, los gestos, de una madre con sus hijos, de un abuelo despistado,... Porque una parte de nuestro trabajo es hacer que nuestros personajes tengan vida y actúen. Y si solo se tira de referencias visuales filtradas por otros artistas a través de sus cómics, nos quedarán acartonadas o pareciéndose a otro.

¿Qué relación tiene con los ámbitos culturales de Sevilla?

Menos de la que me gustaría porque estoy trabajando muchas horas. Cuando puedo, voy a conciertos de pop-rock y al cine. El Festival de Cine Europeo me interesa mucho. Hace pocas semanas participé en la Facultad de Bellas Artes en un ciclo sobre la vertiente profesional de los ilustradores, organizado por la asociacion Garabattage Ilustra, que aúna a muchos de nosotros. Hubo llenazo en la sala, con los alumnos muy interesados en cómo se puede vivir desde Sevilla trabajando para grandes empresas de cine, de libros, de publicidad, etc.

¿Los jóvenes ya tienen claro que el lugar de residencia no es una cortapisa?

Creo que sí. Es mi caso: trabajo poquísimo para empresas de Sevilla, casi todo son encargos desde Madrid, Barcelona, Valencia, México,... Aconsejo a los jóvenes creadores que se muevan y acudan a las ferias del cómic. Que vean, que aprendan cómo otros presentan sus obras, que se relacionen, y tejan una red personal de contactos dentro de las comunidades del cómic y la ilustración.

Como ciudadano de Sevilla, ¿cuál es su perspectiva sobre la evolución de la sociedad sevillana?

En la vertiente cultural, es la que mejor conozco, está evolucionando bien. Percibo más apertura, más energía creativa, más actividades.