Relato de un río

En el Archivo de Indias se exponen mapas, libros y grabados que explican la biografía del Guadalquivir

31 oct 2017 / 23:35 h - Actualizado: 31 oct 2017 / 23:40 h.
"La última (historia)"
  • Antiguo mapa con el trazado del río Guadalquivir. / El Correo
    Antiguo mapa con el trazado del río Guadalquivir. / El Correo

El Guadalquivir siempre fue un mito, desde su nacimiento a su desembocadura y, particularmente, los estudios de hace dos mil años –los de Estrabón, Ptolomeo o Avieno– versaron sobre ésta en la que el dragón adquiría doble personalidad para ser, unas veces, marítimo y, otras, fluvial.

Por la planta alta del Archivo de Indias se desparrama una exposición que, conmemorando los 90 años de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, exhibe en mapas, libros y grabados la biografía de un río que desde hace milenios fue un recurso vital y, al mismo tiempo, un peligro para las vidas de los moradores de su entorno; un dragón protector y amenazante a la vez que, poco a poco, fue siendo amaestrado hasta convertirse en una tabla de cera donde podían dibujarse planes para el porvenir.

Ningún río europeo, exceptuando el Danubio, gozó del resplandor reflejado en el phosphorom hieron loucen doubia, el Templo del Lucero de luz vacilante de Estrabón, aunque, después, esa importancia no se viera refrendada en las obras de arte que, como la Fontana romana de los Cuatro Ríos, de Bernini, pretendían resaltar la nueva geografía del mundo. Bernini sabía muchísimo de perspectiva (lo prueba la columnata de la Plaza de San Pedro) y de efectismo (ahí está el Éxtasis de Santa Teresa) pero, en lo que toca a conocimientos, no era más que un tuerto en el país de los ciegos barrocos y por eso, junto al Nilo, el Ganges y el Danubio, puso en su maravillosa fuente otro, hoy conocido sólo porque a alguien se le ocurrió fundar un equipo de fútbol con su nombre en inglés macarrónico, el río de la Plata, olvidando –o desconociendo– el Amazonas.

Si el artista, en vez de atenerse a la longitud de cada uno de ellos, como hacían los geógrafos, hubiera considerado su belleza o la diversidad de culturas que habían alumbrado o enriquecido, probablemente el viejo Betis podría haber optado a un puesto, junto a la otra corriente civilizadora, la del Danubio, en la Plaza Navona.

Quienes han tratado de describir el que discurre por media Europa para desembocar frente a Asia, reflexionan sobre la incertidumbre de su nacimiento y eso es también algo que está presente en el que atraviesa de parte a parte Andalucía que, hasta hace muy poco –históricamente hablando– se llamaba Guadalquivir o Río Grande al curso de agua que comenzaba en Sierra Nevada y terminaba en Sanlúcar dejando al que nacía en Cazorla como afluente.

Cambiar caudal por kilómetros puede que parezca no ser más que una simple operación metodológica pero (lo sacaba a colación Claudio Magris en su magna reflexión sobre el Danubio) cuando el devenir, la multiculturalidad y el sentimiento están por medio, ello puede traer las consecuencias más imprevisibles. Por ejemplo, el collar de estrofas de la Baladilla de los tres ríos, de Federico García Lorca, donde lo que parece una simple lección cantada por los niños al compás de la reglata del maestro se convierte en una maravillosa pieza lírica.

Tal vez eso fuera lo que intuyeron los autores de una obra que la Confederación Hidrográfica editó hace ahora 40 años para celebrar su primer cincuentenario pusieron a aquel libro (que ya figura en la exposición como una pieza más de museo) el título de Guadalquivires, convirtiendo la dualidad en polisemia, en un término que, bajo sí, tenía una realidad poliédrica: había Guadalquivires geográficos, arqueológicos, históricos, poéticos, piscícolas...

Poca fauna fluvial gozó de una atención literaria que va desde los pasajes de El diablo cojuelo, de Vélez de Guevara dedicados a los sábalos y albures hasta los estudios realizados por el abuelo de los Machado, Antonio Machado Núñez en su libro (presente también en esta muestra en un magnífico ejemplar de la biblioteca de la Universidad de Sevilla) Catálogo de los peces que habitan o frecuentan las costas de Cádiz y Huelva, con inclusión de los del río Guadalquivir.

El relato del río que vertebra Andalucía es una epopeya aun por escribir.