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Si no cabe en el contenedor, llévelo al punto limpio

Instalaciones. La provincia tiene más de medio centenar de lugares donde desechar residuos de gran tamaño o cuya tipología requiere de un tratamiento especial, pero en muchos municipios aún es tarea pendiente

15 dic 2016 / 21:02 h - Actualizado: 16 dic 2016 / 08:00 h.
"La basura tiene otra vida"
  • Si no cabe en el contenedor, llévelo al punto limpio
  • Un sevillano deposita residuos de plástico en el punto limpio Los Olivos de Sevilla capital. / Javier Cuesta
    Un sevillano deposita residuos de plástico en el punto limpio Los Olivos de Sevilla capital. / Javier Cuesta
  • Si no cabe en el contenedor, llévelo al punto limpio
  • Los operarios controlan qué tipo de residuos traen los usuarios. / Javier Cuesta
    Los operarios controlan qué tipo de residuos traen los usuarios. / Javier Cuesta

¿Tiene que deshacerse de algún residuo que no cabe o, por su tipología, no puede echarse en el contenedor que hay debajo de su casa? Entonces busque el punto limpio más cercano, indique al operario de turno qué y cuánto trae y deposítelo gratuitamente en el contenedor destinado para ello: fácil, sencillo y para toda la ciudadanía. Así es cómo funcionan, grosso modo, estas instalaciones acondicionadas, según define la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, para la recepción de aquellos residuos domésticos que, por su tipología o volumen, no pueden –ni deben– ser depositados en los contenedores situados en la vía pública.

Para facilitar la tarea, los sevillanos tienen a su disposición más de medio centenar de ellos repartidos por distintos municipios a lo largo de toda la provincia, situándose, por lo general, en la periferia o junto a zonas industriales. Incluso hay localidades que cuentan con más de uno, como es el caso de la capital hispalense, donde la empresa municipal Lipasam gestiona un total de cuatro puntos limpios –también llamados ecoparques o puntos verdes–, o Carmona, Dos Hermanas, Estepa, La Puebla de Cazalla y La Rinconada, en los que sus ayuntamientos gestionan dos instalaciones.

Pero ¿cuáles son los residuos que se pueden depositar en ellos? Podría decirse que cualquier cosa que vaya más allá del reciclaje doméstico y, sobre todo, que no se pueda desechar en el contenedor de debajo de casa. Desde aceites usados de cocina y automoción, pasando por pilas usadas, material de fotografía y radiografías, mobiliario y madera, escombros, residuos líquidos –disolventes, barnices, tintes...–, vidrio, cartuchos de tinta y tóner de impresoras y chatarra, hasta aparatos eléctricos y electrónicos, baterías y filtros, envases y residuos de envases, fluorescentes, textiles, papel y cartón y restos de poda y jardinería.

Eso sí, a pesar de su incuestionable utilidad, hay que tener en cuenta que no todos tienen la capacidad para admitir cualquier tipo de residuo, de ahí que sea importante informarse bien antes de acudir. En función de su capacidad, estas instalaciones cuentan con viales, áreas de carga y descarga, contenedores de residuos específicos divididos por categorías y cerramiento perimetral para controlar las entradas y salidas de usuarios.

Según detalla la Consejería de Medio Ambiente, la construcción de los puntos limpios, financiados con fondos europeos de Cohesión de la Unión Europea, se enmarca dentro del Plan Director Territorial de Gestión de Residuos no Peligrosos de Andalucía, que en su edición 2010-2019, contemplaba entre sus objetivos dotar a todos los municipios de más de 5.000 habitantes de puntos limpios antes del 2015, completándose la infraestructura para municipios de más de 2.000 habitantes antes de 2019. Para esta segunda parte del plan andaluz, aún hay margen de maniobra, si bien hay que apuntar que aún existen localidades sevillanas como Tomares y otras pertenecientes a la Mancomunidad del Guadalquivir –entre las que se encuentran Mairena del Aljarafe, Bormujos o Castilleja de la Cuesta–, todas ellas mayores de 5.000 habitantes y que, en la actualidad, aún no poseen esta infraestructura de vital importancia para completar el proceso de reciclaje de manera satisfactoria.

Claro que, como toda instalación de gestión de residuos, su construcción está íntimamente ligada a la viabilidad ambiental recogida en la Guía práctica de calificación ambiental editada por la Junta, en la que se especifica que el proyecto en concreto ha de tener en cuenta que, en el punto limpio, se van a manipular residuos peligrosos, se van a generar ruidos debido a la circulación de vehículos y a la descarga en los contenedores; se van a percibir olores por la propia acumulación de residuos; y pueden ocurrir vertidos generados por derrames o fugas de los contenedores de recogida de residuos líquidos –por ejemplo, de aceites vegetales–. En cualquier caso, el plan director también recoge entre sus medidas implantar puntos limpios móviles para aquellas zonas en las que, dada su densidad de población o su situación geográfica, no sea posible la implantación de puntos limpios de tipo fijo.

DESTINO DE LOS RESIDUOS

Y ¿qué se hace con los residuos depositados en el punto limpio? Por lo general, un camión se los lleva de las instalaciones en cuestión para darles el final apropiado: reutilización, reciclado, valorización energética o eliminación de forma segura.

En este sentido, el portal web Redcicla describe el final de los productos no peligrosos: los escombros van a vertederos de inertes; los restos de poda y jardinería, a plantas de compostaje; las chatarras y maderas, a plantas específicas de reciclado; y los colchones, juguetes y otros asimilables a residuos sólidos urbanos se llevan a vertederos o se incineran. Por su parte, cuando el punto limpio recibe algún tipo de residuo peligroso, los responsables de la instalación contactan con un gestor autorizado que se encargue de llevarlos a una planta de tratamiento específico. Es el caso de los aceites de cocina que, según apunta Redcicla, se mezclan con agua y sosa para fabricar jabones; se hacen velas, pinturas, piensos, lubricantes industriales y biocombustible. Algunas gasolineras venden biodiésel para su uso directo en este tipo de motores.

En cuanto a las pilas, de las de botón se recupera el mercurio, mientras que las normales se trituran y se obtienen dos fracciones: por un lado, la parte metálica, y por otro, la salina, de la que se pueden recuperar sulfato de zinc y sales de manganeso. De los fluorescentes se rompe el vacío para separar sus componentes. A continuación, se desencapsula y se limpia el interior de polvos y mercurio. El vidrio se tritura y se envía a la industria vidriera para reciclaje, y de la fracción restante se recupera el mercurio.