Como es posible escribir lo mismo y que signifique cosas distintas, lo mejor es que el tono lo marque quien habla: Elena Quesada, vicepresidenta de la asociación Científicos Retornados a España (CRE): «Soy optimista porque pienso que la ciencia en España va a ir bien. Irse te enriquece mucho. Volver también, porque vuelves con nuevos retos: darle a tu ciudad lo que has aprendido fuera. Aquí hay muchas cosas positivas y bien hechas».
Dicho esto, hay aspectos mejorables. De hecho, sin caer en el tópico de que todo científico válido tiene que salir de España para desarrollar su talento, Quesada sí reconoce que queda mucho por recorrer en el sector científico andaluz. «Aquí está difícil en mi ámbito. Hay pocas ofertas, y regular pagadas tirando a mal para la formación de quienes tenemos un doctorado», resume.
Se declara «pesimista en cuanto a la capacidad del tejido empresarial andaluz y sevillano de absorver la cantidad de gente formada que sale de las universidades. Hay mucha gente muy bien formada en investigación que no se puede integrar en el sistema productivo porque las empresas, o no tienen la capacidad de absorberlas, o no ven que esos profesionales sean útiles».
Craso error, porque una persona con formación científica de alto nivel «tiene otras muchas capacidades que ofrecer». Sabe de lo que habla, porque lo hace en primera persona: «En mi carrera –Ciencias Ambientales– hice algo distinto a mi Doctorado, a lo que hice en mi primera empresa, y en la segunda. He tenido la capadidad de reciclarme y aprender lo que exigía mi puesto». Esas capacidades interdisciplinares –de organización de tiempo, gestión equipos, resolución problemas...–, «te las da la formación superior. Eso, el tejido empresarial andaluz y sevillano no lo suelen valorar. Buscan al que sabe hacer a, be y ce».
Elena estudió en la Universidad Pablo de Olavide, pasó un curso en Alemania como Erasmus y, a la vuelta, se convirtió en alumna interna en el laboratorio. «Me podría haber quedado para hacer la tesis en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD), pero no quería vivir en Sevilla, me parecía un poco aburrido. Tenía 22 años», explica. Se marchó «encantada» a realizar su doctorado a Alemania. Al finalizar la tesis, en 2011, volvió a descansar, pero un cambio personal la llevó a replantearse sus ganas por salir de Sevilla. Comenzó un posdoctorado y, en tres meses, le surgió una oferta del sector privado en una empresa en la que trabajó hasta abril de este año, cuando saltó a otra empresa.
«Años después de volver, surgió la ocasión de juntarme con más gente que había retornado a España y fundar la asociación, que se creó en 2014», recuerda, y habla sobre sus objetivos: «Buscamos replicar las cosas buenas que hemos visto fuera en el sistema de I+D español y mejorar el panorama de retorno. Si tienes un cierto nivel investigador es muy difícil volver». Puntualiza Quesada que «irse no está mal, al contrario: apoyamos la movilidad científica, pero nos gustaría que todo el que quisiera volver pudiera hacerlo con condiciones dignas y pudiera hacer ciencia».
Su postura no la marca un gusto personal por la ciencia, sino una cierta visión colectiva. «Los países que han invertido más en I+D han salido antes de la crisis», resume. «En la asociación, la opinión es que esto se podía solucionar blindando la partida de de I+D del Estado. Todos dicen que la apuesta es el conocimiento, pero no se traduce en presupuesto».
Una lástima, también por el retorno que ofrece la ciencia. «Una empresa que invierta en ciencia necesita años, pero genera patentes, productos, conocimientos, innovación. Crea puestos de trabajo, genera conexiones por importaciones y exportaciones, y eso es un retorno más solido que el del turismo o la hostelería», explica, y menciona dos sectores cruciales en la economía sevillana y andaluza. Además, la ciencia es beneficiosa para el colcectivo: «Quizá no te beneficies tú, pero sí la sociedad», aclara, y emplea como ejemplo «casos de éxito rotundo en la ciudad de investigación biomédica».
Los científicos, asume, también tienen que mejorar. «Deberíamos informar más y de manera más llana de cómo beneficia la investigación. Debemos mejorar la divulgación, que la sociedad sea consciente que la ciencia es la manera de mejorar». Acaba con una comparación de libro. «Hoy, el que triunfa es el que juega al fútbol, que tiene mucho mérito. Pero el vecino de enfrente no se va a beneficar si hay más futbolistas. Sí se beneficiará mucho si hay más científicos». Quizá convendría apoyarlos, a los que ya están y a los que quieran volver.