Sobrevivir con entereza a la palabra maldita

La reconstrucción mamaria se antoja vital para la recuperación de la mujer mastectomizada

21 oct 2016 / 15:07 h - Actualizado: 21 oct 2016 / 22:10 h.
"Salud","Cáncer de mama","Cáncer","Las secuelas tras la enfermedad"
  • La tatuadora Tamara López recompone el pezón y la areola de Teresa Camacho, mujer que superó un cáncer de mama. / Pepo Herrera
    La tatuadora Tamara López recompone el pezón y la areola de Teresa Camacho, mujer que superó un cáncer de mama. / Pepo Herrera

«Cuando el paciente escucha la palabra cáncer, irremediablemente la asocia a la muerte», dice sin tapujos Rocío de Coca, psicóloga del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz. Un pensamiento similar, aunque lo niegue, le debió pasar por la cabeza a Teresa Camacho un mal día de 2009: «Me noté un bulto en el pecho, me hicieron pruebas y me dijeron que era un tumor muy agresivo. Lo que sentía no era miedo, más bien estaba rabiosa, me cabreé porque acababa de salir de otra situación mala y esto me paraba todo, me cambiaba la vida», expone.

Sus sentimientos estaban más que justificados y, en efecto, no había por qué pensar en lo peor. Si la tasa de supervivencia a cinco años para el total de cánceres en España era del 41,2 por ciento en 2012, el porcentaje subía hasta el 85,2 en lo tocante al de mama en mujeres. «En la mayoría de los casos hay un punto positivo y es que sacan a relucir su espíritu de lucha, las mujeres se involucran mucho en el tratamiento y ponen todas las herramientas para salvaguardar la vida», explica De Coca.

Teresa se sometió a quimioterapia para reducir el tumor y fue operada en 2010 para extirpárselo; luego, recibió también sesiones de radioterapia. Había esquivado la fatalidad, pero las secuelas del tratamiento estaban ahí: «Se te cae el pelo, te salen llagas y ampollas en los pies con lo que no puedes llevar zapatos... te fastidia bien», resume esta mujer fuerte.

Le resulta (relativamente) fácil enumerar los efectos secundarios a nivel físico, pero de forma inconsciente ha pasado por alto los psicológicos y los emocionales. Los apunta De Coca: «El cáncer provoca mucha inseguridad y desgaste. No es fácil, porque la mujer se ve sumida en una marea de emociones muy grande, sufre una crisis de identidad porque ha perdido el pecho, que es una parte muy importante de su yo. Hay que trabajar en la gestión emocional, en resolver el duelo que produce la pérdida, en la nueva identidad, en reconocerse en la nueva imagen corporal... es un proceso largo que no se solventa en poco tiempo», afirma.

Joaquín Galache, cirujano plástico y reparador del citado hospital, añade que «verse privada de la mama hace que la mujer pierda autoestima y se resientan sus relaciones de pareja, familiares, etc. Nuestro objetivo, con la reconstrucción del pecho, es que se sienta otra vez mujer y tenga armas para enfrentarse a todas las circunstancias de su vida».

Teresa tenía esas armas para salir adelante: «Es una cuestión de ánimo y de tiempo», proclama. Aunque acudió a una psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer, «vio que yo era una persona muy positiva y que era capaz de superarlo por mí misma». Por ella misma, con la ayuda de su marido «que me dijo que estaba conmigo y me ha apoyado muchísimo»; y con la de sus compañeros en la editorial de la Universidad de Sevilla, donde trabajaba y trabaja: «Son magníficos, todo fueron facilidades», resume.

Por fin en 2014 la intervinieron en el Virgen del Rocío para reconstruirle el pecho izquierdo con grasa de su propio abdomen. «Estuve en lista de espera más de un año pero el doctor Domingo Sicilia hizo un gran trabajo. No se nota nada, salvo la cicatriz», dice satisfecha Teresa.

TATUAJES RECONSTRUCTIVOS

El culmen a un largo proceso de recuperación, que en su caso ha durado siete años, lo experimentó esta misma semana cuando conoció en el Hospital Viamed a Tamara López, una joven que se dedica a reconstruir mediante la técnica del tatuaje pezones –incluso en 3D si no hay– y areolas en mujeres mastectomizadas: «Es una técnica magnífica, ni te enteras, sientes como una vibración, algo similar al cosquilleo que se siente en el estómago cuando tienes hambre», explica Teresa, una mujer nueva a sus 53 años.

La artista, que tiene un estudio de tatuaje en el centro de Madrid, colabora de forma altruista con la Fundación Tejerina: «Utilizo unas herramientas que no son nada agresivas. Las mujeres que han superado un cáncer de mama llegan con inseguridad y cierta desconfianza, pero luego ven que el efecto es lo que buscaban y salen reforzadas», explica Tamara, para quien «estas mujeres son fuertes después de todo lo que han pasado y ya se sienten completas».