«Solo piensas que tienes que actuar y actúas. Luego pasas miedo»

Juan Manuel Oliver, Cruz al Mérito con Distintivo Azul en el Día de la Policía Local, recuerda su lucha con un atracador armado «orgulloso y emocionado». «Me costó aguantar las lágrimas»

30 nov 2015 / 18:30 h - Actualizado: 30 nov 2015 / 21:27 h.
"Fuerzas de seguridad"
  • Juan M. Oliver, Cruz con Distintivo Azul, y Javier Torres, Cruz con Distintivo Blanco. / José Luis Montero
    Juan M. Oliver, Cruz con Distintivo Azul, y Javier Torres, Cruz con Distintivo Blanco. / José Luis Montero
  • José María Berrocal y Paco Benegas, Cruz con Distintivo Blanco por una acción conjunta. / J. L. Montero
    José María Berrocal y Paco Benegas, Cruz con Distintivo Blanco por una acción conjunta. / J. L. Montero

Ninguna de las personas que abarrotaron ayer el salón de actos del Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla dudaba de los méritos que llevaron a Juan Manuel Oliver a recibir la única Cruz al Mérito Policial con Distintivo Azul que se ha otorgado en 2015. Porque el 16 de julio, Juan Manuel detuvo a una persona que intentaba atracar una oficina del Banco Popular en Bellavista.

Ayer lo recordaba «con miedo. Somos policías, pero somos humanos y tenemos miedo. Lo que ocurre es que no pensamos. Solo piensas en que tienes que actuar y actúas. Y después, pues pasas miedo, en frío lo recuerdas todo». Lo raro sería no tener miedo. Porque Juan Manuel paseaba con su hijo y vio al atracador en la oficina. Mandó a su hijo que corriera y esperó en la puerta. Y el atracador salió, pistola en mano.

«Yo te puedo decir de pe a pa todo lo que me pasó, salvo un tramo de la acción en el que no recuerdo ni si estuve en el suelo, si estaba bocarriba o bocabajo. Simplemente sé que tenía el arma agarrada, su muñeca agarrada, y que no me ponía en su línea de tiro para evitar que me disparara hasta que se le pudo detener». Ayudó otra persona, que le dio con una papelera en la cabeza, y gracias a ese golpe pudo el policía finalmente arrebatarle el arma.

Esos mismos nervios, pero más agradables, los revivió Juan Manuel ayer, cuando recibió la condecoración y el reconocimiento de sus compañeros. «Estoy muy orgulloso, con las emociones a flor de piel. Me ha costado aguantar las lágrimas», aceptó al término del acto.

Un acto que sirvió como homenaje a todo el cuerpo de la Policía Local, que forman 1.184 funcionarios, 1.130 de ellos agentes de policía y otros 54 trabajadores de apoyo del servicio. Aunque San Clemente, patrón del cuerpo, se festejó el día 23, nadie se quejó por tan ligero retraso en la conmemoración. Fue un buen día, en el que se otorgaron 14 menciones honoríficas a funcionarios jubilados y otras 67 a funcionarios, instituciones o personas; 61 Medallas de Oro y una de Plata; 42 Cruces al Mérito Policial con Distintivo Blanco, y una con Distintivo Azul, la que recibió Juan Manuel Oliver.

Entre las medidas que anunciaron los políticos, el alcalde, Juan Espadas, y el delegado del área, Juan Carlos Cabrera, aparecieron las historias que dan sentido al Cuerpo. Como la de Juan Javier Torres, contraguía del paso de misterio de la hermandad de Torreblanca que, durante el ensayo del 21 de febrero, le salvó la vida a un niño de 14 años. Esa acción le ha valido para recibir la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Blanco.

El chaval se había atragantado con un caramelo y su padre, amigo del agente, le pidió ayuda. Le realizó la maniobra de Heimlich, que él recuerda así: «Le di con todas mis fuerzas en el diafragma y al tercer intento el niño expulsó el caramelo como un proyectil». «Cuando recuperé al niño y lo vi bien, llorando, luego las piernas me temblaron, porque soy padre y ese sentimiento me vino y me dejó el corazón con ese pálpito extraño. Me temblaron las piernas, pero fue a renglón pasado».

Con más calma cuentan su acción Paco Benegas y José María Berrocal, quienes, antes siquiera de desayunar, se toparon con un incendio en una vivienda en la que el padre se duchaba y la madre y los niños dormían. «José María sofocó el incendio, yo entré a coger a una niña de tres años que su padre me dijo que estaba en esa habitación, y pudimos sacar a toda la familia y controlar las llamas», relata, tranquilo, Paco. Sobre el acto de ayer, su compañero José María explica que estaba «a gusto. Es un poquito demasiado protocolo. Nosotros somos más de calle». Afortunadamente.