Tocados por la diosa fortuna

Los propietarios de viviendas de Emvisesa sienten que les tocó la lotería con sus pisos. Pero para lograrlos tuvieron que esperar largas colas día y noche y aguardar años hasta que le fueron concedidos

07 ene 2017 / 08:00 h - Actualizado: 07 ene 2017 / 08:00 h.
"Vivienda","Emvisesa","Vivienda pública al alza"
  • Promoción de Emvisesa junto a Santa Justa, en la que vive Mónica. / El Correo
    Promoción de Emvisesa junto a Santa Justa, en la que vive Mónica. / El Correo
  • Viviendas de VPO en Pino Montano, donde vive Carmen Fernández. / El Correo
    Viviendas de VPO en Pino Montano, donde vive Carmen Fernández. / El Correo

Los propietarios de una vivienda de Emvisesa lo tienen claro: «Me tocó la lotería». Pues, aunque nada les libra de la hipoteca y de otros gastos, ni siquiera del largo y duro proceso desde que uno se inscribe en la lista de demandante de vivienda -«un avance», a los ojos de muchos que tuvieron que esperar larguísimas colas a la interperie incluso de noche- hasta que reciben las llaves del piso donde vivir dignamente.

A Carmen Fernández le entregaron su piso en Pino Montano en 1996. Se lo asignaron un año antes, pero aún no ha olvidado las colas que hacía con su suegra ante las oficinas de la Empresa Municipal de la Vivienda de Sevilla en la calle Orfila, en la calle Bilbao y en la que abrieron en Pino Montano, de madrugada. Tuvo suerte y la llamaron para un piso en Sevilla Este, pero «no lo podíamos pagar porque pedían una entrada grande». Así que tuvo que seguir esperando. «Poco después nos explicaron que saldría una promoción con condiciones más ventajosas en Pino Montano, a través de la Caja San Fernando». Pero para asegurarse que se podría inscribir tuvo que llamar cada día, durante un mes, a la antigua caja, «hasta que me dijeron que ya había salido».

A partir de ese momento las cosas fueron más o menos rodadas: «Llegué a la oficina y me asignaron el piso», que eligió sobre plano. En Pino Montano solo existía entonces la «parte vieja», pero tenía claro que no quería que fuera alto -»porque tengo vértigo»- ni que las ventanas dieran hacia el Vacie y el cementerio. La vivienda llevaba aparejada trastero. Le ofrecieron también una plaza de garaje, pero «no podíamos pagarlo». Por lo demás, «las condiciones fueron asumibles». Tras 15 años de hipoteca, Carmen y su marido ya pueden decir que el piso es suyo.

«Dentro de nuestra capacidad económica, el piso está muy bien y se ajustaba a nuestras necesidades». Tres dormitorios, carpintería de aluminio y calidades medias. Con el tiempo, han ido apareciendo humedades y el edificio se está agrietando porque entra agua por las claraboyas de la azotea, pero Carmen entiende que esto es lo «normal» en un inmueble de 20 años.

Mariola González Jiménez es prácticamente vecina de Carmen. Vive desde 2005 en uno de los pisos que Emvisesa construyó entre la avenida de Pino Montano y la SE-30, en la calle Carteros. Está encantada con su vivienda y afirma con contundencia que le tocó “la lotería”, aunque todavía siga pagando la hipoteca de su casa, que es a 25 años.

Recuerda que ella se apuntó a la lista de Emvisesa en el año 2000, «pero no fue hasta unos años después -2003- cuando salió a la venta la promoción de pisos en la que ahora vivo. En esta época había mucha demanda y se construían muy pocas viviendas», dice.

Señala que aunque estaba en lista de espera, fue su novio el que por una vecina se enteró de que había personas que estaban haciendo cola en la sede de Emvisesa en Pino Montano porque iban a dar números para acceder a los pisos que se iban a edificar junto a Los Carteros. Explica que ellos se acercaron y que ya había gente esperando, por lo que decidieron ponerse también a la cola con butacas. «Nosotros estuvimos 48 horas, de día y de noche, hasta que un representante de la empresa decidió dar números a las personas que estábamos allí». Agradece el detalle, porque de lo contrario hubieran tenido que estar otros cinco días más de esperando a la intemperie. «Había varios miles de personas haciendo cola para 750 viviendas.

Mariola comenta que tanto ella como su novio reunían los requisitos para acceder a uno de los pisos: tener una nómina y no poseer vivienda en propiedad. «Nosotros hubiéramos podido adquirir un piso cada uno, pero yo preferí comprar uno de cuatro habitaciones y con dos baños, de lo que estoy encantada». Recalca que las calidades de su vivienda, que se la entregaron en 2005, son bastante buenas y que la distribución del piso es muy moderna, «además tiene armarios empotrados y entregaron las viviendas con un aparato de aire acondicionado en el salón».

A todas estas bondades se une el precio de la casa. «Costaba unos 16 millones de pesetas -96.000 euros-, cuando los pisos en esa época se vendían por cerca de 30 millones de pesetas -180.000 euros-», relata Mariola, quien también destaca que la ubicación de su promoción es privilegiada para ella, «porque estoy al lado de mi familia y de mis amigos que viven en San Diego, además conozco a la mayoría de mis vecinos porque son de la zona».

El piso de Mónica, en una promoción de Emvisesa junto a Santa Justa, tiene hasta domótica, aunque sea lo básico -avisa de un escape de humo, agua o gas, además de indicar el consumo diario de electricidad o la temperatura del piso-. Pero tampoco le resultó fácil conseguirlo. Para empezar, como señalaba Mariola, tienes que cumplir todos los requisitos, por eso agradece que se creara el registro municipal de demandate de vivienda. «Echaba todo lo que me enteraba que se construía de viviendas de protección oficial, fuera del Ayuntamiento o de la Junta», explica. «Como había mucha gente que lo hacía, te podían asignar uno pero después comprobaban si cumplías los criterios de selección o no. De hecho me llegaron a llamar de uno en el que estaba en la lista de espera, pero con precio tasado. Era en Sevilla Este y para gente con mayores ingresos, al menos yo no me lo podía permitir». Por esto cree que fue positivo que abrieran esta lista en la que sólo se incluye a los demandantes que cumplen los requisitos y, automáticamente, entran en todos los sorteos, no tienen que inscribirse uno a uno.

En noviembre de 2012 le entregaron las llaves del piso, que le habían concedido unos seis meses antes. En ese tiempo tuvo que pagar el 20 por ciento del precio y el resto del precio -117.000 euros en total-, con una hipoteca. Su vivienda tiene tres habitaciones -aunque la mayoría de esta promoción son de dos-, 70 metros cuadrados, garaje y trastero. «Los materiales no son de grandes calidades pero, hasta el momento, no he tenido ningún problema», señala. Además, recuerda que durante los primeros seis meses, un encargado de Dragados, la constructora adjudicataria de la promoción, permaneció en el edificio para atender todas las reclamaciones.

Además de un precio y unas condiciones de pago y de hipoteca ventajosas, los beneficiarios de los pisos de protección oficial tienen actualmente un 50 por ciento de descuento en el IBI (impuesto sobre bienes inmuebles, también conocido como contribución) durante los cinco primeros años. La Junta también ofrece una ayuda para afrontar los gastos de notaría, de unos 1.000 euros, pero en el caso de Mónica, por ejemplo, la da «ya casi por perdida» porque aún no la han cobrado.