Explosión de luz y color

La lluvia y el fútbol vacían el Real de la Feria en la última jornada de una semana de farolillos que volvió a poner su colofón con los fuegos artificiales

Manuel Pérez manpercor2 /
22 abr 2018 / 00:30 h - Actualizado: 22 abr 2018 / 00:50 h.
"Feria de Abril","Feria de Abril 2018"
  • El espectáculo de fuegos artificiales que puso punto final a la Feria inundó el cielo de Sevilla de impresionantes efectos pirotécnicos que alcanzaron los 125 metros de altura. / Jesús Barrera
    El espectáculo de fuegos artificiales que puso punto final a la Feria inundó el cielo de Sevilla de impresionantes efectos pirotécnicos que alcanzaron los 125 metros de altura. / Jesús Barrera
  • Fueron pocos los jinetes que se dejaron ver en la Feria. / Manuel Gómez
    Fueron pocos los jinetes que se dejaron ver en la Feria. / Manuel Gómez
  • La calle del Infierno seguía a pleno rendimiento a pesar de ser el último día. / Manuel Gómez
    La calle del Infierno seguía a pleno rendimiento a pesar de ser el último día. / Manuel Gómez
  • Un grupo de jóvenes vestidas de gitana se hacen una foto para las redes sociales. / Manuel Gómez
    Un grupo de jóvenes vestidas de gitana se hacen una foto para las redes sociales. / Manuel Gómez

El Pali, sempiterno trovador de Sevilla, cantaba que «Ya no pasan cigarreras / por la calle San Fernando». Este sábado, en el Real de la Feria, podría haberse cantado algo así como «Ya no pasan caballistas por la portada». Quien dice caballistas dice carruajes o mujeres vestidas de flamencas. El tiempo se consumía en el recinto ferial de Los Remedios y los farolillos parecían ir apagándose poco a poco. La lluvia deslució la última jornada de la Feria de Abril, que volvió a encontrar su paradoja más mágica al filo de la medianoche de este domingo. Mientras las calles del Real se apagaban, el cielo de Sevilla se llenaba de luz y color para despedir esta semana de farolillos.

Si la madrugada anterior fueron los truenos y relámpagos los que iluminaron el oscuro firmamento sevillano, anoche fueron los fuegos artificiales los que alumbraron un cielo cerrado por nubes amenazantes. Las barandas del Puente de Triana se llenaron de cientos de curiosos que se extendían por el Muelle de la Sal queriendo captar con sus móviles y cámaras los últimos minutos de una Feria de Abril que se consumió, un año más, al ritmo de sevillanas y al regusto de la manzanilla.

En total, explotaron 340 kilos de pólvora que pintaron una Sevilla de nostalgia y recuerdos en el mejor lienzo posible, su propio cielo. Porque cuando uno se postra en las barandas del Puente de Triana o en cualquier otro rincón de esta ciudad y ve estallar los fuegos artificiales que sirven de colofón a la semana de Feria, se le enciende el farolillo de esas remembranzas de la infancia. Inevitablemente se viene a la memoria esos paseos de la mano de una madre por esas calles de toreros o esas tardes de Feria pinchando a los mayores para ir a la calle del Infierno.

Las miradas quedaban embelesadas mientras los fuegos artificiales, que dibujaban en el cielo sevillano sus azarosas y caprichosas siluetas, usaban los últimos efectos pirotécnicos. El espectáculo, diseñado por Manuel Cabrera Berral, fue in crescendo, de menos a más, buscando tres alturas diferentes –que iban desde los 75 hasta los 125 metros– para lograr que los fuegos fueran visibles desde cualquier punto de la ciudad, a pesar de lanzarlos desde un muelle, el de Nueva York. Tan solo 16 minutos bastaron para despedir la segunda Feria XXL, un formato que se va acostumbrando a los abarrotados inicios y a los finales casi desérticos.

Porque así es como estuvo el Real de la Feria este sábado. Entiéndase lo de desértico en comparación a otras jornadas en los que la afluencia de público es mucho mayor. La última jornada de la semana de farolillos ya acusaba el desgaste y el cansancio de los apabullantes días de albero, palmas y alegría que daban la bienvenida a la fiesta. Se nota incluso en las caras de quienes paseaban por las calles de la Feria.

Ya las mujeres rehusaban de los trajes de gitana y eran pocos los caballistas que paseaban a lomos de sus caballos o en carruajes. A pesar de la escasa afluencia de equinos, el abrevadero de Antonio Bienvenida estaba constantemente atestado de caballos que reponían fuerzas bebiendo agua. Una escena que no coincide con esa Feria que pintan algunos agoreros en relación a los caballos.

La lluvia, que empezó a hacer acto de presencia durante la madrugada del viernes al sábado, deslució la mañana y el mediodía de la última jornada de la semana de farolillos con precipitaciones intermitentes y cortas, pero intensas. No obstante, un buen puñado de feriantes quisieron acudir al Real y pisar su albero antes de despedirse hasta el año que viene.

Por allí andaba la familia Cobos Ruiz, que este año estrenaba caseta propia después de 27 años en lista de espera. Quizá este año, con eso de las prisas en el montaje, no hayan podido disfrutar la Feria. Sin embargo, han puesto la primera piedra de una casa efímera en el que familia y amigos pueden encontrarse y celebrar bajo la luz de los farolillos. Pero no solo la lluvia vació este sábado el Real de la Feria. El fútbol también tuvo su parte de culpa. Fueron miles los sevillistas que se desplazaron hasta Madrid para ver a su equipo en la final de la Copa del Rey y eso, se quiera o no, se nota.

Ahora solo queda el recuerdo de otra Feria vivida que se escapa y se pierde en la memoria. Mientras tanto, otros sevillanos ya tienen la vista puesta en el polvo de otras arenas.

Detalles

Fuego en la calle del Infierno

Coincidiendo con los fuegos artificiales un gran susto se producía en la Calle del Infierno. El incendio de un transformador situado junto a La Selva Encantada provocaba un gran apagón dejando a numerosas personas atrapadas en las atracciones. En el lugar intervinieron varios retenes de bomberos, así como agentes de la Policía Local y Nacional, y efectivos de Cruz Roja. El susto fue grande y no pocos sevillanos y visitantes salían corriendo del rincón más lúdico del recinto ferial.

Trabajando sin descanso

Ahora que acaba la Feria, es justo reconocer la labor de todos los trabajadores que con su esfuerzo hacen posible, año tras año, que la semana de farolillos sea una realidad. Camareros, cocineros, trabajadores de las empresas públicas como Tussam o Lipasam, Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil, vigilantes de seguridad, etc. Si está pensando en alguien al leer esto, invítele a una cerveza cuando pueda, se lo merece.

La Feria de San Fernando

No se sabe si es un detalle como respuesta a haber movido el festivo de San Fernando a la semana de Feria, pero la caseta El Homenaje, en Antonio Bienvenida 115, lleva toda la semana luciendo una miniatura del pendón del rey santo en lo alto de su pañoleta, inspirada en las columnas de la Alameda de Hércules y con un óvalo barroquizado que contenía un dibujo de la torre de la parroquia de San Lorenzo.